Se puede, pero hay que elegir bien con quién.

La capacidad de salirse de lo transaccional y establecer un contacto cercano con el cliente, se premia al instante con lealtad y ventas.

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Sobre startups, buzzwords, incubadoras y optimismo

Y no necesariamente en ese orden.

El jueves pasado publiqué un artículo en ALT1040 donde doy un vistazo al panorama emprendedor tecnológico de México. Fui bastante duro en algunas apreciaciones, generalicé bastante en todas, pero estoy contento con las reacciones que desperté, 99% de acuerdo en todo o parte, 100% de acuerdo en que son temas que hay que tocar para que no se nos pierda de vista que falta mucho todavía.

De todas las respuestas, la más extensa y meditada fue la de Eme Morato en StartupBuzz.la, donde recorre más o menos en orden las ideas que expresé, cosa que ni yo hice mientras escribía. Voy a tratar de responder a lo que me parece impreciso y seguro me voy a desviar, pero en general coincido con todas sus propuestas, así que mejor ir a leerlo y regresar.

¡Soy optimista!

Es lo primero que quiero aclarar. Creo a ciegas en el tremendo potencial de México para convertirse en un polo tecnológico y de innovación. Mi postura «negativa» es hacia el sistema educativo y el entorno cultural actual de México: quien quiera convertirse en un líder de pensamiento e innovación, deberá hacerlo A PESAR de la educación que él y sus padres recibieron. En México hay humanos con un potencial infinito, como en el resto del mundo. También hay condiciones económicas que pueden colaborar con la concreción de ese potencial, a la par que el entorno cultural y educativo conspiran activamente en contra de ello, como otras veces intenté hacerlo notar.

Si me preocupo por las condiciones actuales es porque el futuro también me entusiasma y quisiera ver un camino más claro, vía la unión de fuerzas oficiales y privadas para allanar ese camino.

¡Y hay un montón de talento!

Ser la economía número 13 o 14 del mundo según a quién le pregunten, no ocurre en un vacío. Mucho de eso está atado al petróleo o la manufactura y el comercio exterior, pero sería miope pensar que no hay «derrama» de esos talentos de producción, management y otras áreas de negocio hacia el resto de la economía.

Lo que ocurre, al margen del porcentaje marginal de gente que sale top of the class de una universidad elitesca, con un par de cursos o intercambios en otros países, es que es tan grande el porcentaje de talento incompleto del que hablo en el artículo original, que afecta negativamente el desarrollo del potencial innovador tecnológico conjunto de la economía.

Esto viene de múltiples experiencias vistas y vividas en las empresas que participé: las referencias culturales «generales» tienen influencia en las estructuras de pensamiento y pueden ser decisivas en la capacidad de interacción de un individuo, complementando o disminuyendo su capacidad de desarrollar tareas complejas de manera autónoma y de trabajo en equipo. Piensa en ello la próxima vez que te preguntes «¿Por qué tengo que estar explicando algo tan básico, en primer lugar?» como yo lo estoy haciendo en este instante.

Di NO a Lean Startup como sustituto de un cerebro

Lean Startup, para quien no conoce el tema, es una tecno-religión cuyo postulado más visible es que al momento de conformar una startup y su oferta, en lugar de quemar toda la energía disponible en un solo disparo (por ejemplo encerrándose 6 meses a desarrollar software antes de lanzarlo), hay que ir dando pasos más pequeños y manejables, testeando cada avance contra un hipotético mercado, para asegurarse que no se está incendiando dinero ni energía. Como diría cualquier abuelo: en resumen, no ser un imbécil con el dinero,  tiempo y esfuerzo de los socios.

Es claro que guías como LS sirven y allanan algunas porciones del camino, pero los humanos se radicalizan y comienzan a rezarle a San Eric Ries como si fuera la respuesta a todas las preguntas, hechas o no. Tengo varias observaciones sobre esto:

  • Tiendo a desconfiar de los que proponen recetas mágicas para empresas, y viven de los libros y presentaciones que dan. Mejor habla de lo que haces, no de lo que crees saber. Prefiero correr el riesgo de equivocarme alguna vez, antes que resignar este principio.
  • Aunque Morato está 100% en lo cierto: es la aplicación del método científico a la decisión de desarrollar una aplicación con determinadas funciones o no, eso suena grandilocuente. Lo llamemos compendio de sentido común, y reconozcamos que Dale Carnegie ya ganó el premio a las obviedades impresas diciendo «si quiere relacionarse mejor con los humanos, apréndase el nombre de su interlocutor».
  • Este tipo de cosas  son «muletas» artificiales que se vuelven redundantes cuando se eleva el nivel de educación promedio del mercado. Si a cada persona que quiere poner un negocio le tienes que explicar que no tiene que ser idiota con el dinero, hay un problema a largo plazo en toda la economía.
  • Cuenta la leyenda que cuando hacían la investigación de mercado que regiría la comunicación de la línea de faxes de Xerox, la respuesta unánime fue que nadie quería mandar cartas por teléfono. Henry Ford dicequedijo «Si le preguntas a la gente qué quiere, te responderán que un caballo más rápido.» Yo sigo sin querer que fotos mías reciban likes de ex-compañeras de escuela de mi esposa, pero ahí está Facebook. Hay ideas que resisten todo intento de exploración con el público, mientras que hay otras imposibles de redimir, no importa la cantidad de iteraciones que intentes.
  • Supongamos que después de varios ciclos de ensayo y error, se llega a la conclusión que no había un negocio viable atrás de las intuiciones de los emprendedores. La lógica dicta que uno guarda los instrumentos, regresa a cero, piensa en otra cosa y, si la energía subsiste, comienza de nuevo. El mensaje que más veces escuché en los últimos años es «¡PIVOTEA!», que es un anglicismo usado para «Haz otra cosa, no te salgas de la vorágine, sigue en el juego, aunque tu primer intento se desmoronó hace 5 minutos, ya que tienes la boca abierta grita algo y cambiemos de rumbo.»
    • Entonces terminas haciendo el enorme esfuerzo y sacrificio personal que implica montar un negocio de cualquier tipo, para algo que no estaba en tus intereses originales. Un proyecto que comienza para hacerle la vida fácil a los dueños de iguanas se transforma para proveer estadísticas a laboratorios de productos veterinarios, o algo peor. Soul sucking.
    • Según quienes emiten la mayor cantidad de loas a los proyectos pivoteantes, la presión para pivotear viene de quienes ya tienen dinero puesto en el proyecto, llámese incubadora o inversor ángel: «Qué bien que no incendiaron la plata en esa idea fumada, ahora vayan a armar algo con mejores perspectivas de darme un exit

Endeudarse vía inversión externa

Una de las ventajas de tener 21 años de experiencia en el mercado es que mucha gente intuye que sabes de qué hablas, pero ese no fue el caso de la explicación sobre cómo las incubadoras no dan un préstamo, sino es una inversión en toda regla, etc.

Vamos paso a paso, porque  parece que falta un refresher. Además, me gustaron los bullets del apartado anterior.

  • Las incubadoras, aceleradoras y fondos de capital de riesgo son intermediarios financieros en general (hay excepciones). Reciben dinero de varias fuentes, con el mandato de invertirlo en proyectos de alto potencial de crecimiento y eso es equivalente a alto riesgo.
  • Por el momento de inversión y lo volátil del valor futuro, compran un porcentaje de la compañía muy barato. Digamos 10% por USD 20,000.
  • Cuando 3 años después la empresa explotó y se vende por USD 10,000,000, les debes USD 1,000,000 por su 10% de acciones (dejando de lado dilución y otros matices de la vida accionaria).

De lo que se desprenden algunas conclusiones:

  • Primero, por su condición de intermediarios financieros, tienen su propio conjunto de motivaciones, que no siempre coincide con los de sus incubados. Ejemplo: 500Startups cobra USD 6,000 por fundador por empresa y USD 3,000 por no-fundador, y si estás en NYC te cobran renta mensual por la oficina. Toma esta plata, creemos en tí, acá está la factura por nuestros servicios de incubación, nos debes USD 15,000 ya mismo. Sé de otra incubadora en el Cono Sur que formatea sus «term sheets» de manera que la inversión es efectivamente un crédito de condiciones más o menos duras. Te vaya como te vaya, les debes dinero desde el día 1.
  • Segundo: al momento de entrar en un proceso de incubación, el espíritu general es «Tienen una buena idea, la exploremos. Renuncien a sus trabajos y tomen esta plata para pagarse un sueldo básico así se concentran 100% en desarrollar el software/servicio/negocio. Mientras lo hacen, nosotros traemos a gente sabia para que los oriente y les organizamos la presentación en sociedad cuando estén listos.» ¿Eso vale un millón de dólares? Es evidente que si la diferencia está entre existir y no existir, sí. Pero si tienes unos años de experiencia y algo de dinero ahorrado, ¿no prefieres quedarte con ese millón y juntar los 20,000 de «inversión» de otra manera?
  • Y si no logras dar en el clavo, ¿vas a ponerte a hacer otra cosa con tal de mantenerte dentro del «ruido»? (esto engancha con el «pivot»).

Resumiendo, todos estos inversores cumplen una función en el mercado y han sido cruciales para la existencia de empresas que hoy admiramos de una u otra manera. Pero no son el tío bonachón que te pasa un billete para que lleves a tu chica a un mejor restaurant. Son actores financieros, con férrea intención de producir un retorno, a quienes (por supuesto que no todos operan igual, pero como imagen-shock sirve) pasas a deberle un porcentaje del valor futuro de tu empresa, mientras que ellos te facturan hasta por el kilometraje del mouse, le cobran a los proveedores de fondos un porcentaje de lo que ejecuten y ganan una cantidad interesante de dinero aunque el valor global de los exits sea $0. Algo alejado de la definición de socio en mi diccionario.

Un comentario que recibí en el artículo original ilustra esta desconexión entre el discurso de amigotes y la realidad del comportamiento de las incubadoras/fondos: yo propongo un modelo de autofinanciamiento al final y Guillermo me responde «generaciones de hombres de negocios atras construyeron sus imperios asi, nuestra generación quiere aprender también con esta oportunidad enorme de los fondos en México.» Ergo: estos fondos están poniendo dinero para que yo, joven y entusiasta, me eduque. Mientras que yo podría disfrazarme de hippie y aplaudir que ese perverso dinero capitalista se consuma en educación de jóvenes con espíritu emprendedor, creo que hay mejores formas de adquirir el conocimiento que firmar contratos redactados por los abogados de ellos. Se mire por donde se mire, no es una relación equilibrada.

No todo lo que brilla es un cheque en blanco

Cuando escribí en 2010 que sobraba dinero, pero faltaban emprendedores con ideas claras y rentableshabía USD 400,000,000 disponibles para inversiones de riesgo en México y no sabían a quién dárselo. El que pone sumas de esa magnitud en el mercado, espera ejecutar las inversiones, porque de no hacerlo se tragaría un alto costo de oportunidad por tener el dinero inactivo (simplificando).

Hoy, gracias a esta «fiebre emprendedora» que nos ocupa, sospecho que hay muchas más receptoras de inversión que se dieron a conocer o surgieron para capturar oportunidades, y suponiendo que los inversores no huyeron despavoridos, digamos que la cifra disponible aumentó 25% a quinientosmillonesdedólares. Yo no tengo datos suficientes como para escribirlo en piedra, pero lo dejo acá: ¿a alguien le parece que en México hubo ese volumen de inversión de riesgo en startups en el último par de años? ¿No creen que se notaría bastante más? Cualquier dato será bienvenido.

Ya me voy

Morato describe bien mis intenciones en algún párrafo: es deseable que en México se desarrolle un ambiente favorable a los emprendimientos tecnológicos, para encauzar la energía y el talento actualmente disponibles en el mercado y generar más de ambos. Contamos con ejemplos como el de Silicon Valley para extraer ideas que nos sirvan y evitar las partes indeseables. No es necesario clonar el modelo, porque no somos clones de USA, ni de California, ni hicimos lo mismo en las 6 décadas de desarrollo de SV. Mi obsesión particular: que en el camino de armar esto no se nos olviden los cimientos educativos, que son una bomba de tiempo para las capacidades de innovación y desarrollo de negocios tecnológicos de México. Hagamos que nuestros jóvenes se desarrollen apoyados en un sistema que los favorece y amplifica, en lugar de uno que hay que sacarse de encima rápido para que no interrumpa la educación.

Ya está, no jodo más. Terminé escribiendo más que para el artículo original. Esto es lo que creo, no puedo escribir algo sin mi personalidad y preconceptos inmiscuyéndose entre el dedo y la tecla. Si le sirve a alguien, me alegro. Si me equivoco, hay espacio para responder abajo. Si opinas diferente, yo opino diferente y acá lo puse.

Next.LA, estaría loco si no lo hiciera

Ayer nació Next.LA, un servicio de hosting para medios digitales que es la expresión pura de lo que más me gusta: me gusta que crezcan los medios digitales independientes, me gusta que más gente tenga voz y se disemine más información, y me encanta configurar y optimizar servidores.

Next.LA - Hosting profesional para medios digitales.

Next.LA – Hosting profesional para medios digitales.

Es algo que hago desde 1997, cuando junté coraje y abrí mi primera cuenta de hosting y comencé a «poner en línea» a clientes y amigos como un hobby extravagante.

Ponerle nombre y cara al público significa también el paso desde el hobby hacia la actividad principal, un compromiso de inversión y las ganas de cumplir el aforismo que le enjaretan a Confucio: «Aquel a quien le gusta su trabajo, no trabaja ni un día de su vida» (traducción liberal del mandarín antiguo).

Si tiene que haber un «por qué», este es: he conocido a mucha gente que, queriendo establecer un medio digital como actividad profesional, tuvieron que enfrentarse con cuestiones técnicas que terminaron generando costos ya sea en términos de servicios o personal. Todavía la cuestión tecnológica está demasiado pegada a los temas de publishing en Internet. Apunto a simplificar eso a fuerza de experiencia, procesos automatizados y ganas de hacer realidad los proyectos de otros, para un grupo más o menos reducido de clientes que equilibre la carga de trabajo con el nivel de servicio.

Además, armé niveles de oferta que calman dolores de crecimiento: si por éxito y número de visitas necesitas pasar de un hosting básico convencional a tu propio servidor y contratar a alguien que lo administre, yo tengo un plan para eso que lo soluciona por 200 dólares. Así para los diferentes «saltos» en el ciclo de vida de un medio online.

Así que si conoces a gente que quiera montar un medio digital o el lugar donde están los tiene un poco ajustados, que se den un paseo por Next.LA, seguro algo bueno surgirá.

El camino hacia adelante, pensando exclusivamente en esto como un negocio, será arduo. Pero hace un tiempo llegué a una conclusión que me energiza: hacer lo que me gusta, en mis términos, es IGUAL de difícil que hacer algo porque «se ve bien en la bio» o es lo que «el mercado está demandando». Estaría loco si no lo hiciera.

Superhumanos y superpoderes entre nosotros

A esta altura muchos conocen la historia de Rick y Dick Hoyt: padre e hijo que compiten en maratones y competencias IronMan de todo el mundo, uno de ellos en silla de ruedas (y en canoa, asiento especial en bici y lo que haga falta para llegar a la meta juntos).

Hace poco, una abuela centenaria saltó en paracaídas para festejar su cumpleaños 102 (no te pierdas la sonrisa a los 21 segundos):

Y ayer descubrí a Pascale Honore y Tyron Swan, dos personas que practican surf sobre dos piernas:

Mientras me secaba las lágrimas, recordé esta presentación en TED de Derek Sivers, donde postula que la única diferencia entre un orate solitario y el líder/iniciador de un movimiento, nace cuando el primer acólito se pone a seguirlo.

Parece desconectado con el tema de los videos anteriores, pero me parece esencial: lo único que necesitan todos para lograr cosas maravillosas, cosas que quienes no tenemos dificultades físicas consideramos difíciles e incluso inalcanzables, es a otro. No un ser supernatural, simplemente otra persona, con un poco de tiempo libre, y buena predisposición.

Pienso en esto mientras espero que mi hijo Lucca termine una sesión de rehabilitación física. No solo él me necesita, llevo casi dos años descubriendo que gracias a él yo crezco cada día.

Basta de mendigar tweets

En este momento tengo dos campañas dando vueltas por mi pantalla en Twitter: una busca que la gente use el hashtag #donounasopa para que Knorr Argentina done un plato de comida por cada uso al Banco de Alimentos de la ciudad de Rosario (ACLARACIÓN: Red Argentina de Bancos de Alimentos que integra a Bancos de Alimentos de todo el país, incluyendo el de Rosario); la otra busca que la gente mencione muchas, muchas, muchas veces a iZettle, una empresa de pagos electrónicos que llegó a México y aparentemente quiere darse a conocer regalando un iPad con un criterio medio arbitrario.

De iZettle ni voy a hablar, porque me parece tan patética como la oleada de estupideces que aparecen en Facebook y arrancan con «Yo sé que al 97% de mis contactos el cáncer de la tercera tetilla en la población de Senegal no le importa…».  Y no, no nos importa.

¿Y si nadie #donaunasopa, qué pasa? ¿Knorr Argentina se guarda la plata? El Banco de Alimentos se queda sin fondos? ¿Por qué yo tengo que cargar YO con la presión de asegurarme que por lo menos UN plato de comida les voy a exprimir a esos hijos de puta que no son capaces de hacerlo motu proprio?

La respuesta que recibí cuando pregunté si no había mejores maneras de hacerlo fue «así todo el mundo hace un gestito para ayudar», cosa que parece bienintencionada, pero sigue siendo árida en términos de esa sensación de responsabilidad compartida.

Tengo una idea mejor. Knorr Argentina es una empresa enorme, con ventas en millones de dólares anuales y presupuestos monumentales de publicidad, que nos han deleitado con canciones de Jorge Drexler y producciones emotivas que buscan establecer un lazo emocional entre el sodio y la audiencia.

Se me ocurre que Knorr podría usar su presencia en el retail y su poderío económico para establecer puntos de recepción de donaciones, donde cualquier persona puede ir y hacer una donación en dinero o especie al Banco de Alimentos, que será duplicada por Knorr. Usemos la capacidad de comunicación de la empresa para dar a conocer la campaña, en vez de anunciar que el packaging cambió de color y con un tercio de sal sus sopas saben igual. Usemos Twitter para difundir los puntos de recepción, pongamos fotos en Facebook de la gente donando, usemos Foursquare para que se vea dónde va más gente.

Algún día esto va a ocurrir, y el infarto no me lo cura nadie. Mientras tanto, no me obliguen a dejar de seguir gente porque creen que un hashtag o un puto retweet equivalen a HACER ALGO.

Muera Aerobus

La experiencia más indigna e indignante que viví en un viaje se la debo a Viva Aerobus. Y no fue una cuestión de impericia de empleados mal seleccionados o entrenados, sino a un comportamiento deliberado incitado por la dirección de la empresa con el objeto de exprimir dinero ex-post a los pasajeros.

Porque uno conserva algún rastro de fe en la humanidad, y supone que la reacción natural de un empleado aeroportuario que se encuentra con una pareja portando a un bebé de pocos meses y todos los accesorios habituales, es facilitar un poco el trance y sacarse el paquete de encima lo antes posible, para atender al resto de la manada de viajeros.

Entonces cuando me explicaron que yo tenía que abordar al último en un vuelo que salía -tarde- de Cancún porque no había comprado el paquete de abordaje express para pendejos desorientados, entendí que había instrucciones específicas de arriba para que los empleados no se porten como personas, y pase a formar parte de la aspiradora de dinero que la compañía pone al frente de sus clientes.

Esta semana Viva Aerobus está en el teclado de todos por dos incidentes: en Monterrey demoraron o cancelaron un vuelo, y el personal en tierra demostró tal desprecio por el inconveniente que provocaban a los pasajeros que esperaban abordar, que algunos de estos se despojaron de todo rastro de civilización para golpear a un empleado que les sonreía burlonamente desde atrás del mostrador.

El segundo fue que una senadora prepotente llegó 9 minutos tarde al cierre de su vuelo y no fueron capaces de hacer la única excepción a la vista -ya que uno de los empleados documentó el intercambio en video- que era necesario hacer para lograr la satisfacción de ese cliente en particular. La senadora Luz María Beristain se portó como una auténtica bazofia de persona, exhibiendo su posición y argumentando imbecilidades ante la férrea negativa de los empleados de comportarse como el resto de las empresas. Yo he llegado a mostrador 15 minutos antes del despegue del avión y si el empleado está de buen humor, vuelas.

Lo loco detrás de todo esto, y más allá de las actitudes deleznables tanto de los pasajeros violentos como la senadora estúpida, es la vileza del accionar de la empresa, que busca todo resquicio posible para aprovecharse de su situación de poder y actuar en contra del pasajero.

No hay NADA en el comportamiento de Viva Aerobus en su interacción con clientes que nos de la sensación de estar ante un intercambio justo. Cuando uno intenta comprar un boleto en línea, una vez que se acuerda el precio por tramo y el costo total del viaje, aparecen una tras otra pantallas con «ofertas especiales» y «upgrades» con items preseleccionados que si uno no revisa cuidadosamente, acaba por pre-pagar estacionamiento que no va a usar. Cuando se compra por teléfono, el lenguaje de los operadores es confuso y no terminan de dar precios sin antes listar «opciones» que terminan haciendo el proceso de compra poco confiable.

Te venden cosas estúpidas como «pasar rápido en la fila de check-in» y los asientos no están numerados, así que hay que subir y buscar las pasajeras viejas y débiles para pelearles el lugar y poder sentarse una pareja más o menos en el mismo sector del avión.

Al cierre de check-in, mientras otras aerolíneas «rescatan» pasajeros de la fila para moverlos a un fast track, ellos simplemente cierran y revenden los boletos, sin reembolso ni consideraciones excepcionales.

Al momento de enterarnos de varios de estos entripados, por la exposición que tuvieron en estos últimos días, también descubrimos que el personal de tierra no es empleado de la empresa, sino que pertenecen a Menzies, una tercerizadora. Imagina qué lazo y compromiso serán capaces de mostrar esos terceros ajenos, con la imagen de la empresa o la satisfacción del cliente.

Y antes que alguien esgrima el «está todo explicado en las condiciones del boleto», la mayoría de las aerolíneas incluyen las mismas condiciones, son estándares estipulados globalmente, el asunto está en quién intenta acercarse al cliente y quién intenta ordeñarlo. Cuando los vuelos salen tarde o directamente no salen, nadie recibe compensación, y el camino para hacer un reclamo es DELIBERADAMENTE tortuoso.

Sigo pensando que bajarle los dientes a los empleados es una muestra de debilidad cívica y falta de autocontrol. Pero no me vengan a decir que NUNCA se les ocurrió. Yo me quedé con las ganas de meter astillas de bambú bajo las uñas de sobrecargos de Iberia, chicos de mostrador de Aeroméxico (y a su área de sistemas completa) y a todo Continental. Mención especial para los responsables de catering de Air Memphis. A Viva Aerobus le deseo una quiebra rápida y hemorroides vitalicias a los genios que diseñaron el modelo de negocio.

Regresar al primer amor

Me parece que es una cuestión de edad: uno se acomoda a las exigencias del mundo hasta que se siente en condiciones de reclamar que el mundo se acomode a uno.

Bárbara comenzó a escribir sobre negocios de nuevo. Yo me dediqué al hosting, como en el ’97.

Nos alejamos de nuestra pasión original por ese capitalismo olímpico que solo entiende el mundo en términos de Citius, Altius, Fortius y permea nuestra vida y nuestra experiencia del mundo. Nos alejamos de nuestra máxima capacidad de aporte cada vez que una empresa dice «Eres el mejor programador que tenemos, por eso a partir de ahora te harás cargo de los presupuestos, compras de equipos y reclutamiento de personal. ¡Felicidades!».

Regresar al primer amor sólo causa sonrisas. Practíquelo.

Internet para todos, pero no en tu casa

Leí una nota en Animal Político, donde Ana Lilia Moreno expone las razones por las que el estado no es el proveedor ideal de acceso a Internet, en contra de las propuestas de un grupo de ciudadanos llamado -previsiblemente- Internet para todos.

Concuerdo en general con Ana Lilia, pero hay un punto en la propuesta de IpT que me parece excepcionalmente bueno, tanto que es una bandera que sí levantaría con gusto: el estado debería ofrecer acceso a Internet en toda oficina pública, dependencia descentralizada y en algunos espacios selectos donde se detecte un beneficio social preeminente.

Con eso no competiría con los proveedores privados y sí ofrecería un beneficio particularmente orientado a segmentos de bajos ingresos. Además de espacios previsibles como bibliotecas y escuelas, ofrecer acceso a internet gratis permite:

  • En el hospital público, en lugar de salir a la calle para hacer una llamada desde un teléfono público, puede conectarme con un celular y usar Skype o Whatsapp sin consumir saldo.
  • En el precinto de policía, puedo tomar fotos y publicarlas en redes sociales o espacios de denuncia ciudadana para prevenir o documentar abusos, condiciones indignas, etc.
  • La explanada delegacional o un parque público puede convertirse en un lugar de reunión para jóvenes en un espacio cuidado, iluminado y con oferta alternativa de actividades, como el skate park inaugurado recientemente por el Jefe de Gobierno.

Para mí está claro que pedir que te lleven Internet a la puerta de tu casa es excesivo. Incluso encontrando los estudios que dicen que tener acceso a la red genera beneficios culturales-educativos por solo existir, sigo creyendo firmemente que es mejor un espacio de competencia con pisos de calidad (que hoy no hay en Mx), antes que dejar todo en manos del estado.

Como contrapartida, el estado tiene la oportunidad de convertir el acceso a Internet en una fuerza de desarrollo por cercanía, tangible y a todas luces beneficiosa, sin poner nerviosos a los proveedores privados de acceso. Y, si andan con MUCHAS ganas de hacerlo bien, dar el ejemplo con un servicio de calidad, que impulse esa sana competencia que aparentemente no florece solo con capitalismo y libre mercado.

[youtube=https://www.youtube.com/watch?v=0ilMx7k7mso]

Emprender, aprender, compartir

Estoy empezando a creer que es mejor hablar de lo que uno HACE y no de lo que uno SABE.

El problema con «saber» es que a veces agrupa conocimientos que adquirimos a través de la experiencia de otros y no contrastamos personalmente. Nos convertimos en evangelizadores sobre temas que nos fueron presentados convincentemente y que por diversas causas sirven a objetivos de terceros, pocas veces a los nuestros.

La «literatura» de negocios tienta en particular a todo un cardumen de ingenuos, deseosos de salvarse a través de alguna fórmula rápida o pase mágico, que insisten en ignorar que en el gran esquema de las cosas las recompensas y el nivel de esfuerzo que se requiere para obtenerlas, suelen equilibrarse.

A mi alrededor hay muchos esperanzados que recitan las fórmulas de «Lean Startup», «Getting Real», «Customer development» como si fueran una oración al dios de las empresas exitosas que hará aparecer mágicamente una marea de clientes con cheques en blanco frente a su puerta, mientras se deshacen de cualquier traza de sentido común a la hora de definir el producto que pretenden ofrecer o el mercado que pretenden atender.

Por eso es que cuando Eduardo me invitó a pasar un rato «talking shop» en Aldea Digital, me concentré más en qué viví y no en qué leí. Abajo el video, con algunas pinceladas de cómo fundé una agencia de publicidad, cuándo y por qué la dejé en pleno ascenso y qué aprendí en el camino (mucho de eso está acá también), que pueda aclarar ideas a algún jovenzuelo más desorientado que yo.

[youtube=https://www.youtube.com/watch?v=7qUKHvHH33s]
Aldea Digital: Negocios digitales y emprendimiento en México.

Kintsukuroi o la vida rota queda siempre más linda

Uno no viene listo para enfrentar los desafíos de su tiempo. Toda la información que recibimos de chicos, viene de gente que tampoco estuvo lista para los propios.

Los da Vinci, los Tesla, Arquímedes y Jobs nos parecen adelantados, visionarios, cuando son simplemente personas que saben descifrar el presente y apropiarse de las posibilidades que tienen al alcance de la mano. Viven intensamente el hoy y se nutren de su entorno, porque si realmente vivieran en el futuro, todo su legado estaría en páginas de libros discutibles.

Aunque parezca una sobresimplificación, no deja de ser un don supremo que nos está vedado a los mortales rasos. Lo mejor que podemos hacer es descubrir esa carencia -o esas posibilidades- cuanto antes, para cambiar con un poco de suerte y viento a favor, el rumbo de nuestras vidas.

Y para intentar explicar por qué arranqué tan etéreo, creo que conviene viajar un poco al pasado.

En los alrededores de mis 5 años de vida, entre algunos ataques de asma y la ausencia suicida de toda prestancia futbolística, desarrollé una pasión voraz por la lectura, sabiamente alimentada por mis padres, que como gran porción de la clase media argentina veían en la cultura el camino más noble hacia la movilidad social.

Ese gusto por la lectura devino también en una visión un poco torcida de la realidad: más de una vez choqué contra el frío mundo (o los fríos nudillos de algún compañero de escuela) porque mi visión literaria de cómo debían ser las cosas no coincidía con cómo eran.

Llamémosle sensibilidad artística, y dejaré entrever que pasé mis años de secundaria y algunos de universidad soñando algunas historias fantásticas y escribiendo poesía de la que no me termino de avergonzar, por no-muy-misteriosas causas. Eso sí, para el teatro, la música y «las artes visuales» como aglutinador de las restantes musas, soy de piedra.

Me he quejado amargamente ya de haber dejado de leer. Lo que aprendí a ver hace poco es que también había dejado de soñar. En algún momento entre 1992 y 2000 pensé (o dejé que fuera pensado en mi lugar) que había que ser práctico, asegurarse un futuro tanto como se pueda y amoldarse a varias ideas preconcebidas de «carrera», «profesión», «vocación» y «éxito».

Acá estoy, con un título de Contador Público que me acercó muchas ventajas prácticas con el correr del tiempo, pero ninguna revelación estremecedora sobre mí mismo. Desde antes de comenzar la universidad yo trabajaba con computadoras y ese fue realmente mi primer amor profesional, pero cuando me tocó elegir la carrera, pensé que estudiar algo relacionado al campo de cómputo era más o menos limitante (1992 en Córdoba, Argentina), versus la posibilidad de conocer las tripas de la operación de empresas y negocios de cualquier ramo.

Lo suelo presentar como una decisión mega-inteligente tomada por un jovenzuelo en extremo maduro para su corta edad, pero -a la distancia- parece más una forma poco sexy de acomodarme a mi entorno que una epifanía.

Que no suene muy dark: he tenido una suerte monumental. Durante toda mi carrera profesional fui el tipo correcto en el momento justo y me funcionó a la perfección. Acepté ofertas e hice apuestas que siempre salieron bien para mí. La cosa es que casi nunca lo hice con amor. Se trataba más de no decir que no a buenas oportunidades que de seguir al corazón.

Cuando uno tiene un hijo, toda la vida cambia. Y Lucca en particular llegó con algunos desafíos extra, que nos costaron mucho en insomnio, tiempo de adaptación y todavía estamos aprendiendo a acompañarlo y allanarle el camino hacia el futuro. Nos paga con sonrisas y sueños brillantes, es un trato justo.

Kintsukuroi

Kintsukuroi

Entonces un día, al azar, me encontré con el concepto de kintsukuroi, que significa «reparar con oro». Es una tradición japonesa, que consiste en reparar objetos de cerámica con una laca que contiene oro o plata, como en la foto. El trasfondo tácito de la tradición es que el resultado es más bello por haber estado roto.

Este futuro que con Bárbara construimos para Lucca, y tooodos esos sueños brillantes que nos regala, son kintsukuroi. No sé predecir el futuro, pero a alguien con semejantes sonrisas solo le esperan cosas buenas.

Volviendo a mí, la cosa es que llevo 21 años desde que conseguí mi primer trabajo y cada vez que me toca recorrer esa historia, lo hago con más distancia, como si estuviera hablando de otro. Todas esas decisiones racionales, convenientes y rentables, tuvieron un «costo de oportunidad» en términos de las nulas ganas que tengo de repetirlas, por ejemplo.

Pero no TODO va tan así, según descubrí hace poco. Resulta que en 1995 conocí Internet, en 1997 renté mi primer servidor en una empresa de hosting (esa es toda otra historia, no tenía tarjeta de crédito y pagaba enviando cheques/giros por correo físico a nvision.com), y desde ahí siempre mantuve vivos varios websites de amigos y clientes, con un gusto inusitado.

El hosting y la ristra de partes móviles que implica siempre fue un hobby para mí. Lo veía como la extensión natural de mi actividad como programador y después facilitador de comunicación. Los pilotos de carreras aprenden de mecánica como la gente que publica cosas en Internet debe saber manejar los cimientos de esas publicaciones.

Ese hobby, me sorprendí, es la actividad profesional más extensa que desarrollé en mi vida. Y también es la actividad a la que siempre regresé. Mientras la programación dejaba de ser central para mí, o la publicidad perdía su encanto inicial, o nomás me ganaba la vagancia, siempre tenía un rato para masajear un server y robarle unos ciclos extra de performance.

Es difícil de explicar, y por eso le estoy dando tantas vueltas al asunto. Me genera una brutal disonancia cognitiva, porque tengo programado en la cabeza que la respuesta «correcta» a la tan temida pregunta «¿A qué te dedicas?» está más cerca de «Tengo una agencia de publicidad» o «Soy el CEO de X empresa» que «Me gusta tontear con computadoras sin interfaz gráfica», especialmente después de 20 años de «carrera».

Preconceptos sociales -artificiales, o’course- aparte, es indescriptible el gusto que me da diseñar plataformas de hosting y lo mucho que disfruto aprendiendo y experimentando sobre ideas nuevas a cada rato. Esta es exactamente la sensación a la que se refiere el refrán/aforismo «Elige un trabajo que te guste, y no tendrás que trabajar ni un día en tu vida», que atribuyen a Confucio. Mientras tanto, mis servers responden a unos 8,000,000 de visitantes al mes, y me divierto como un enano que se divierte.

¿Qué aprendo de todo esto? Kintsukuroi. Tengo que aprovechar los fragmentos «rescatables» de lo que hice hasta ahora, y agregarles el «oro» de estos descubrimientos recientes para ver si logro un resultado más bello que el anterior. Al final, sigo siendo el mismo que ayer, y tengo 21 años de experiencia en tecnología, comunicación y management; lo central es para qué los uso, y predigo que a partir de ahora vienen tiempos apasionantes.

Está bien, acepto que mis pasiones son raras, pero si conoces de alguien a quien el hosting le haya quedado chico, o su WordPress ande leeento, sería un excelente momento para ponernos en contacto. Yo, encantado.

El privilegio de ser diabético, y otros cuentos

Queridos argentinos -diabéticos o no- indignados: lo que dijo su presidenta es solo una imbecilidad diseñada para desviar la conversación de un tema mucho más turbio, que es la expropiación de Calcográfica Ciccone.

Igualito que cuando salió el versito de las medias «Clarín miente» en Angola, mientras se definía el procesamiento judicial del bienamado vicepresidente Boudou.

No se vuelvan locos con las boludeces, que estos chicos son expertos en inventar piedras y esconder manos en bolsillos ajenos.

Algunas observaciones sobre la muerte de Chávez: el tipo personificó la falta de transparencia y la política de confrontación internacional.

Y puso tanto énfasis en su posición mesiánica que ese sistema nefasto está intrínsecamente atado a su nombre, al hombre.

Varios países de Latinoamérica abrazaron su estilo y ahora están más lejos del resto del mundo.

Su muerte produce en quienes sufrieron su gobierno, la expectativa de un cambio, el fin del sufrimiento. Muerto el perro, la rabia.

Pero no se trata de «faltarle el respeto» o «insultar a su familia», el humano actúa desde su fuero íntimo, sin gran perspectiva.

El que se desprende de esa solidaridad humana mínima y se siente mejor por la muerte de otro, se sintió también dañado por la vida del otro.

Si no estamos dentro de ese arco de emociones, nos resulta difícil entender ese comportamiento. Pero es mal gusto, no mala intención.

Al menos en el 99% de los casos. Gente culera tampoco falta en este mundo.

Programar no es un superpoder

Cualquier idiota puede programar. El verdadero superpoder viene de saber resolver problemas con lógica, intuición y consistencia.

Yo era programador, y sonreía con falsa modestia cuando alguien equiparaba eso con algún tipo de «magia». Un día conocí a un estadístico genial, que programaba en lenguajes que yo jamás iba a usar, y mucho menos dominar. Luego fue el turno de un físico, que usaba su computador como una extensión de su lápiz. Entonces entendí que programar es una consecuencia. Programa quien sabe que la computadora puede ofrecerle una solución más rápida y eficiente que por otros medios. ¿Hay algún herrero o carpintero que NO SEPA usar un martillo? ¿Conoces algún violinista que necesite aprender a fondo todo sobre los martillos para poder dar un concierto?

Entre ayer y hoy lanzaron una campaña que corre como pólvora en mis círculos socialnetworkeros, poblados de nerds de varios calibres y habilidades. La buena gente de Code.org se preocupa porque el 90% de las escuelas en Estados Unidos no enseñan a sus párvulos a programar, actividad que insisten en equiparar con un «superpoder».

Si bien cualquier iniciativa que amplíe los horizontes educativos me gusta, esta en particular me parece bastante estúpida e hipócrita, viniendo de quien viene.

Recordemos que Estados Unidos lleva años sumergido en una de las peores recesiones de la era moderna, con TODAS sus industrias haciendo agua y pidiendo subsidios, salvo la industria del software y los servicios online derivados de él (aunque eso no les impida reclamar igual ventajas y subsidios). Es fácil creer que subiéndose a la estela de la industria informática se va a acelerar un poco la recuperación, pero visto desde el panorama general, el impacto en números puros y duros es una escupida en el mar.

Si tanto les preocupa el desarrollo de talento para el sector «estrella», podrían mejorar o flexibilizar el proceso de inmigración para personal capacitado, en lugar de esperar que suficientes generaciones de jóvenes terminen la escuela y se inserten en el mercado laboral.

No quiero entrar en el tema de las valuaciones ficticias de negocios completamente desprovistos de función económica (LivingSocial es la estrella de esta semana, destruyendo 3,500 millones de dólares en un par de años) que algunos mouthbreathers van a esgrimir para desestimar mi expresión de «escupida en el mar».

Sí quiero pegarle al ombliguismo que implica tener a Bill Gates y Mark Zuckerberg apoyando una campaña «para que más gente sea como ellos y tenga las mismas oportunidades». Porque todos sabemos que si todos los niños de trailer parks en Alabama, Oklahoma y Tennessee aprendieran a programar, necesitaríamos multiplicar los listados de Forbes para poder contener a todos.

Para tener éxito, es mucho más importante tener capacidad para resolver problemas que saber programar. Vale más un tipo que termina un videojuego laberintesco sin ayuda que un eximio conocedor de la sintaxis de varios lenguajes. La programación es solo una herramienta, y su uso aumenta naturalmente cuando es la herramienta correcta para instrumentar la solución de un problema.

Ahí es donde Estados Unidos (y México, si quisiera mejorar su desastre educativo actual) debe poner un poco más de esfuerzo para revertir la espiral descendente que transita su sistema educativo. Con escuelas primarias y secundarias cada vez menos efectivas, aumento en la tasa de deserción escolar y un mercado universitario que destroza vía costos y deudas a los «privilegiados» que llegan a ese punto, concentrar la atención en enseñar programación es ofrecerle un violín a un manco.

Hagamos un esfuerzo serio por tener una población alfabetizada, capaz de expresarse y articular correctamente una conversación, con habilidades y recursos intelectuales para resolver problemas. Luego dejemos que esos genios (comparado con lo que tenemos hoy), decidan qué herramientas son las mejores para solucionar los problemas a los que se enfrentarán en un futuro que nosotros viviremos cansados, improvisados, adaptándonos a los tumbos como toda «generación anterior» viene haciendo desde hace 2 siglos.

De justicia y preconceptos

Más allá del escarnio a los funcionarios que defenestraron esa ilusión que Mexico añora, llamada «debido proceso», uno cree que Florence Cassez es culpable de los secuestros que la acusan de haber perpetrado o acompañado, porque no se podría concebir que García Luna & friends -por borrachos de poder e impunidad que hayan estado- serían TAN imbéciles de montar todo su teatrito con alguien inocente.

Sería demasiado, ¿no?

Atención emprendedores: Plug and Play busca proyectos en Latinoamérica

Lo básico: €5,000 a cambio del 5% de la empresa a quienes resulten seleccionados, con opción de agregar €40,000 extras a cambio de un 10% al final del ciclo de aceleración de 3 a 4 meses en Valencia, España. Los 10 proyectos seleccionados recibirán servicios y herramientas valuados en €200,000 como parte del programa para dar el salto a Silicon Valley y Europa.

No te quedes acá, en Plug and Play tienen muchos más detalles y Amartino conoce bien a los «perpetradores».