Coffee Shop Publishing, un modelo de negocios

Quiero crear un nuevo segmento de medios digitales: de contenido abierto, sin publicidad, cuyos autores son líderes de su mercado y unos 20,000 suscriptores paguen USD 3-4 al mes por estar, participar y compartir con los autores.

¿Quién no quiere facturar un millón de dólares por año, y romper algunos mitos en el camino?

Llevo mucho tiempo inmerso entre medios digitales y en estos años he visto muchos (y algunos my buenos) intentos por afianzar la visión del negocio detrás de lo editorial. También he visto puertas cerrarse e ingresos caer por múltiples razones, la intrusión publicitaria no la menor de ellas.

Anécdotas y malinterpretaciones

Aunque a «la industria» le encanta publicar récords de ventas globales y cómo la inversión publicitaria en Internet supera a otros canales tradicionales, lo cierto es que a nivel individual los ingresos por publicidad caen: Google y Facebook se llevan cada vez más, las agencias de medios prefieren comprar en un solo punto que gestionar jaurías de medios chicos y en el fondo, entre dientes y solo de noche, algunos admiten que la publicidad en forma de banners, layers y links patrocinados no sirve tanto como quienes la venden quieren aparentar. Si por cada billete de USD 10 que me das, te regreso USD 12 en rendimiento, nunca se te acabaría el presupuesto para darme, ¿verdad?

La publicidad de «display» está condenada a ofrecer retornos marginales decrecientes para el anunciante. Ya ocurrió con la TV, donde cortes comerciales estridentes y poco relevantes lograron que servicios como TiVO, que ofrecen la posibilidad de saltarse los anuncios, fueran bienvenidos con gran éxito. Lo sorprendente del mercado de publicidad digital fue la desmedida reacción hacia aumentar las interrupciones y los impactos publicitarios, para compensar la ceguera de los usuarios. Mientras que llevamos unos treinta años recibiendo 42-43 minutos de contenidos por hora de TV, en los últimos diez años la publicidad en Internet mutó de un banner pobremente animado a «takeovers», «pre-rolls», imitar contenido real, saltar y expandirse ante acciones distraídas con el mouse, todo tratando de exprimir un centavo extra de mi intención de leer sobre la última burrada de nuestros amados líderes.

Desde que existe la publicidad en Internet, los «hackers open-todo» quisieron llevarle la contra y existen los ad blockers. Primero en forma de archivos hosts que anulaban las direcciones de los anunciantes, después en forma de extensiones del navegador. Al margen de algunos experimentos en la época en que una Palm era cool, sentí la necesidad de instalar uno en 2007-8 cuando hubo una oleada de anuncios animados con audio que se activaban automáticamente, promoviendo un sitio/app que «calculaba la fecha de tu muerte» (y te suscribía a alguna estafa vía SMS con tu móvil, imagino). Nunca más quité el ad blocker.

Los rendimientos marginales decrecientes se sienten del lado de la publicación también. Sitios que en 2006 podían ser (apenas) rentables con unos miles de visitantes al mes, hoy necesitan mostrar estadísticas de decenas de millones para soportar la estructura que atrae toda esa atención. Google y redes sociales «conspiraron» para cambiar las condiciones de trabajo en esos medios: hay que publicar muchas cosas por día para que Google piense que el sitio es noticioso y lo presente más arriba en los resultados. Muchas notas al día proveen muchas publicaciones en redes sociales, así que hay más chance de aparecer en el momento correcto para ganarse un click. Luego la cantidad fue insuficiente y comenzaron con la psicología: los títulos que ofrecían una lista de items funcionaban porque daban una idea de variedad y amplitud de información, mientras que delimitaban el «esfuerzo» en leer el contenido. Ahora estamos sufriendo lo que alguien llamó «la explotación de la brecha de la curiosidad», que es algo tan bello y especial, que si te lo contara en detalle te sorprendería, llorarías y probablemente cambiarías tu dieta.

Esto no es nuevo, los diarios vienen haciendo algo parecido desde hace un siglo. Desde primeras planas estridentes («¡EXTRA, EXTRA!») para convencerte de comprarlo, a rellenarse con montañas de temas en conjunto irrelevantes para cualquier lector (o tradiciones que no están dispuestos a soltar para no perder páginas) como obituarios, guía de televisión, policiales, sociales, recetas de cocina, horóscopos y suplementos de cualquier tema y color.

Lo que duele es que es bastante evidente a esta altura que el modelo de los diarios no tiene un futuro brillante, entonces cuesta explicar por qué tanta gente se empecina en repetir ese modelo en los medios digitales. Entiendo que las redacciones ya están armadas y el mismo becario que escribe el horóscopo para el papel puede republicarlo online, pero eso de hacer lo mismo y esperar diferentes resultados viene fallando desde que el mundo es mundo.

Por otro lado está el tema de la confianza. Toda esa pasión por la optimización y maximización de ingresos por centavo invertido produce situaciones -inocentes o no- en que el equilibrio editorial que se pregona como la virtud última de medios serios, se arrodilla al servicio de «robarte» un click que deje una comisión. Hay un concepto más o menos viejito, pero que se repitió bastante este último año hablando de los oscuros motivos de Facebook: cuando te ofrecen un servicio gratis por el que un tercero paga, el «producto» eres tú.

Otro día hablamos de las traiciones menos automatizadas, como el columnista que defiende tenazmente al gobierno en su página de opinión, y cuando vamos a su blog personal encontramos mucha publicidad de entidades estatales que, oh casualidad, eligieron anunciarse ahí.

Se construye la Gran Muralla de Pagos

Nadie me va a instalar una estatua por descubrir esto, los medios llevan años explorando vías para compensar la caída de ventas con otros ingresos y el resultado más prominente es la «paywall», que adquiere diversas formas entre cerrar por completo el contenido a quien no paga y abrir un cierto número de notas o algunos sectores del sitio al público, reservando partes a usuarios registrados o pagos.

Pocas cosas me hacen sentir TAN bienvenido como cuando un medio pone delante del contenido «Esta es una de las veinte cosas que te autorizamos leer este mes en el New York Times» (y una de cinco en el caso de un «Boston whatever» que ya no visito). Y mientras que nada me obliga a leerlo, ni nada los obliga a ofrecerme su material gratis, el contexto actual de diseminación de información en redes sociales genera una desconexión entre su -loable, o’course- valuación del producto y la mía. ¿Debo llevar la cuenta yo de los clicks que doy en Twitter para no excederme? ¿Debo suscribirme por las dudas el click número 21 sea realmente el que me va a iluminar la vida? ¿Vale lo mismo seguir diariamente a Krugman que leer sobre un accidente en Queens que mi amigo ciclista puso como ejemplo? ¿Debo pagar una suscripción al WSJ para leer la misma columna de Oppenheimer que aparece abierta al público en el IHT?

Hace poco (creo que Pew Research) publicaron un estudio sobre «la apreciación de los millenials sobre el valor de noticias y medios» o algo así. Una de las citas clave de uno de ellos era «Creo que está mal que pretendas cobrarme por contarme algo que ocurre. Las ‘noticias’ circulan y me llegan; si explotó un edificio en NY me voy a enterar igual, así que no sé cuál es tu razón para cobrarlo». Mi apuesta: su razón se apoya en un modelo obsoleto de cuasi-monopolio en la difusión de noticias y en la apreciación editorial de qué es noticia y qué no, con base a escasez de espacios y restricciones económicas (temporales, «ediciones», papel, etc.) que hoy no tienen el mismo peso gracias a Internet y la disponibilidad de tecnologías superiores de interconexión y difusión de información.

Y digamos que lo que gano suscribiéndome es monumentalmente superior al costo. Supongamos que no me importa ensuciarme las manos y compro los 150 g de papel de un diario gordo. ¿Qué me espera en el interior? Lo mismo que vengo listando: horóscopos, crucigramas, obituarios, policiales, sociales, agro, relleno, relleno, relleno, columnistas con varios patrones, anuncios de entidades estatales (en Latinoamérica el estado es casi indefectiblemente el mayor anunciante y a veces supera el 50% del presupuesto publicitario del mercado) y páginas completas anunciando nuevos modelos de autos que no voy a comprar.

Algunos medios digitales toman una decisión bastante decente y no muestran publicidad a usuarios registrados (que paguen, en general), lo cual me parece muy racional. Además, la pérdida marginal por no mostrar ESOS anuncios es exactamente $0.0000000 y todos felices. Los operadores de cable deberían recordar eso, yo todavía recuerdo cuando en los ’80 postulaban como gran ventaja de la suscripción que no ponían publicidad, por ser un servicio de pago.

¿Dónde estábamos?

Todo esto genera una relación tensa entre usuario y medio. Ser tratado a priori como parásito-freeloader no me predispone bien, especialmente cuando mi «experiencia» gratis está monetizada con tal ferocidad que mi laptop ruge para procesar la cantidad de publicidad animada que rodea un texto de 1000 palabras.

Y en medio de «te prestamos este artículo por un rato, luego vendrás a rogarnos por más», ¿nadie les avisó que el modo de consumo cambió radicalmente? Me espanta que los que consideramos al frente de la exploración de medios digitales (y son los sospechosos de siempre: NYT, WSJ, FT, etc.), si miramos con detalle, siguen suponiendo que 1) yo voy a buscarlos para 2) leer todo de punta a punta o 3) si no, salgo a la calle «desarmado».

No se les ocurre pensar que ese preciado post sobre el candidato a concejal de una ciudad que no habito es uno de los 500 clicks que doy al día en mi circulación habitual por la red. Que los clicks que doy responden en gran parte a lo que mi(s) timeline(s) filtran por mí y a mi estado de ánimo en el momento. Que el consumo de medios no es central a mi actividad y está más concentrado en momentos de ocio (los que VIVEN de eso tendrán sus terminales de Reuters/Bloomberg, yo no).

En marketing se usa mucho el concepto de «share». Share of wallet nos hace pensar en qué es prioritario para una persona, y eso suele dirigir y ordenar sus compras (Maslow, etc.). Share of mouth fue todo un descubrimiento para mí: Coca-Cola no solo compite con Pepsi, también con agua del grifo, frutas y hasta hamburguesas, porque tomarse un refresco quita el hambre -de cualquier cosa- por un rato y con la panza llena de Big Macs no entra tanta Coca.

Con esos conceptos en mente, ¿qué están haciendo los medios para competir por mi cada vez más pobre share of attention? Listas de fotos de gatitos, promesas de emociones exasperadas y si consiguen el codiciado click «Tres más y se te acaba, rata, y mejor dame tu email para mandarte basura o encuentra tú solo cómo cerrar esto que oculta lo que te prometí que leerías».

Nada de eso hace que yo me sienta parte del asunto. La relación del 99.98% del planeta con los medios es casual y creo que estas tácticas pueden tener un efecto paliativo en el corto plazo, mientras todavía queda gente que recuerda el modelo pasado de los medios, y son los mismos que siguen consumiendo papel. A mediano plazo, no nos veo queriéndonos tanto como cuando te admiraba de lejos, NYT.

Quizás haya un modelo mejor

El modelo de capitalismo olímpico™ «Citius, Altius, Fortius» está peleado con las empresas periodísticas. Se discute (¿Jay Rosen?) si deberían tratarse como casos de responsabilidad social empresaria y financiarlas sin esperar ganancias. Nadie duda de lo indispensable del periodismo, pero creo que los esfuerzos por convertirlo en una actividad empresaria rentable han fallado en generar ganancias de largo plazo o periodismo genuino de ética irreprochable. Parecen mutuamente excluyentes.

Me excede por completo resolver ese asunto, pero creo que hay una oportunidad para crear un segmento de medios digitales rentables sin publicidad y con una relación no-antagónica con los lectores.

El título de este post nace de la aparente diferencia de criterio que esa masa amorfa que llamamos «la gente» (esos millenials de unos párrafos atrás, por ejemplo) aplica al valuar el aporte de medios a su vida.

En parte cobijados por alguna definición sesgada de qué es el derecho a la información, y también porque hasta hace un tiempo la publicidad era suficiente y los medios no cerraban sus puertas, estos tipitos -tú y yo- se resisten tenazmente a pagar por medios. Cuando el NYT anunció su paywall «suave», el mismo día aparecieron notas en blogs y foros sobre cómo resetear el contador para seguir leyendo más allá de los 20 artículos/mes que el diario definió como suficientes.

Por otro lado, esa misma gente no duda en pagar por instalarse en un café con su laptop conectada al wifi del lugar. Más de una vez he comprado -corriendo- un refresco solo para pasar sin vergüenza al baño de un café cualquiera.

Así el emprendedor que emplea a 5 personas y renta un local para vender café tiene más probabilidades de facturarle al humano promedio que el emprendedor que emplea a 5 personas y renta una oficina para publicar un medio. La diferencia, creo, está en una percepción de valor desconectada entre los actores en la transacción.

El celo profesional del periodista para investigar información y validar fuentes no se aprecia del otro lado de la mesa. Quien hace de eso la base de su valuación para decidir suscribirse y pagar por un medio, ya está suscripto. Nuestro problema es el restante 99.9999998% de la población mundial, quienes se preocupan poco por quién escribió la nota, y mucho por cómo llegaron a ella, para determinar su valor. El mecanismo social de filtros y descubrimiento le gana al editor sagaz. Y, siendo sinceros, el 95% del contenido de los medios es igual dentro del mismo segmento, a excepción de algunas columnas. Todos los blogs de tecnología (y moda y juegos y diseño y publicidad) hablan del iPhone a coro, todos los diarios repiten las consignas presidenciales sin falta.

Mi respuesta a esto es un medio con diferente estructura. Sin redactores anónimos creando relleno porque no hay publicidad. Menos «periodístico», porque llevo varios párrafos insistiendo que el periodismo no es negocio. Google no juega un papel central en la provisión de tráfico, así que tampoco hay que hacer acrobacias de lenguaje para alimentar iniciativas de SEO. Tan centrado en un tema o tan ecléctico como decidan sus autores, pero sin un mandato que cumplir.

Los autores no son columnistas ni opinólogos/todólogos, ni este es su principal ingreso. Son expertos en algo, con trayectoria profesional de campo. Publican dos o tres veces a la semana. Sus afiliaciones políticas, empresarias, ideológicas son claras. El medio opera como una vitrina y no es necesario usar pseudónimos ni ocultar datos.

Imagina a cinco creativos publicitarios comentando campañas y lanzando ideas al aire. Ahora imagina que cada uno tiene un par de Cannes Lions en su escritorio. O dos ex-futbolistas, con un periodista deportivo y un DT invitado. CEOs de empresas, abogados prominentes, diseñadores, arquitectos.

En cada uno de esos ejes temáticos hay gente consumiendo y publicando opiniones e información que bien puede entender la propuesta de valor de hurgar el cerebro de líderes del segmento y participar en esa comunidad de ideas.

El texto estaría abierto al público, porque al fin el medio es vitrina y queremos que se comparta lo que publicamos. Los comentarios estarían disponibles solo para suscriptores, y se me ocurre que podría ser interesante ofrecer la posibilidad que el autor del comentario defina si quiere que sea visible al público o no (a suscriptores siempre), para tratar temas con algún grado de delicadeza.

La salsa secreta sería un chat o foro privado donde se puede hacer preguntas y ofrecer respuestas, donde los autores/dueños participen activamente y el contenido que se comparte sea relativamente valioso. Que cada medio se convierta en un place to be, como fueron algunos blogs antes de la avalancha de spam y trolls. Que algunos temas del chat/foro se publiquen como artículos y le den mayor exposición a los autores.

Una ensalada gigante entre grupos de LinkedIn, subreddits, blogs y foros, en un espacio (¿Medium?) privado, bajo el control de los autores. Creo que con la mezcla correcta de perfiles de autores, frecuencia de publicación y calidad de interacciones, tiene que haber en toda Latinoamérica, para casi cualquier tema, entre 10,000 y 20,000 personas dispuestas a pagar USD 3 o 4 por mes para sentarse a esa mesa.

Gracias por nada, INADEM, no te necesitamos

Se armó revuelo por la asignación de subsidios del Instituto Nacional del Emprendedor. Coincido con la mitad de las quejas que circulan por mis diversos timelines:

  • Es vergonzoso que un instituto que nace con el mandato de distribuir ayudas y subsidios para fomentar la actividad económica del país, tenga un subejercicio, así sea del 1% de su presupuesto.
  • El proceso no fue transparente en (casi?) ningún punto. No se conoce qué experiencia/preparación tienen los evaluadores, no hay una indicación clara de los criterios que informaron cada decisión, los comentarios que solo algunas solicitudes recibieron son poco claros.
  • Primó la burocracia sobre la misión del Instituto: muchas de las solicitudes tenían errores o faltantes salvables pero no hubo una ronda de retroalimentación para revisar presentaciones.
  • Darle fondos a Coppel, Sigma, Volvo y hasta Chilim Balam (que ya fue un caso destacado de Endeavor hace unos 10 años) da una idea de lo torcido que estuvo el proceso de regaloasignación de fondos. Pero esto tiene una defensa TAN fácil que no sé por qué no circuló ya (más abajo).
  • El que decidió darle 8 millones de pesos a «Reality: El Emprendedor» es corrupto o descerebrado. En ambos casos, no debería estar trabajando en el INADEM.

Ahora, de todas las críticas que leí estos últimos días, ninguna se acercó a los que creo son los principales problemas que enfrenta el emprendedor digital mexicano cuando busca fondos.

Por alguna misteriosa causa un importante grupo de gente relacionada a emprendimientos digitales se olvidó convenientemente de los mantras que pueblan su día a día («fail fast!», «valida tu negocio», «smart money > just money», etc.) y decidió que el INADEM era su nuevo mejor amigo, hasta que se enteraron de la vil traición.

Estado, gobierno y otras alimañas

Mientras que el Estado es una entidad bastante real, que detenta recursos, derechos y obligaciones, el gobierno es un monstruo efímero, compuesto por una horda de maleantes que solo viven para alcanzar ese sueño, contratados por el capricho y la conveniencia personal de masas iletradas para tomar decisiones sobre los recursos, derechos y obligaciones del Estado, cosa que perpetran con todo desparpajo, conscientes de una impunidad total.

¿Es ese el «socio» ideal que necesitas en este momento -frágil- de la vida de tu startup?

Leí una cantidad importante de tweets diciendo cosas cercanas a «El presupuesto del INADEM es de todos nosotros, que lo repartan bien». Nada más lejos de la realidad. El Estado es una entidad absolutamente separada de los ciudadanos (o intenta salir de la cárcel diciendo «Yo pagué por esta puerta, denme una llave») y, una vez tomada una decisión sobre el presupuesto, esta se ejecuta -bien o mal- guste a quien le guste.

Supongo que muchos eran conscientes que el Estado Nacional no se convertiría en socio minoritario de mitaquito.ly, pero igual pidieron fondos. Creo que podrían haberse ahorrado horas y horas de conferencias sobre cómo conseguir inversores en tu espacio o co-founders con plata, resumiéndolo solo a «a caballo con presupuesto regalado no se le miran los dientes». Hay varios narcos que quieren lavar plata a toda costa, quizás ahí haya plata fácil también.

Zombie startups y otras desgracias

Un día me espetó un emprendedor «Llevo 5 años tratando de desarrollar mi portal turístico y nadie me da dinero». Al preguntarle hasta dónde había llegado y dónde se había trabado, me mató «Si me dan la lana, lo hago». Quedó un poco molesto cuando le dije que si en 5 años no había tentado al socio financiero quizás sus ideas eran un poco estúpidas y no le interesaban a nadie.

En los años que llevo observando el mercado, conociendo gente, aconsejando a algunos, financiando a otros, me topo con los mismos nombres una y otra vez. Proyectos que nacen con la convocatoria de un «concurso de startups» y después pasan a incubadoras 1, 2 y 3 mientras tratan de conseguir algunos clientes y sueñan con alguien que por fin les ponga un maletín de dinero en la mesa para poder cobrar sus sueldos atrasados dos años.

Esto no debería ser sorpresa para nadie, pero son MUY POCOS los que llegan a la incubadora 3 sin divorciarse antes, y todavía son menos los que terminan convenciendo a un angel investor o micro-VC para que apueste unos $200,000 en ellos «para escalar, no para subsistir».

¿Cuánto estarías dispuesto a apostar en contra de que una amplia mayoría de las startups digitales que pidieron plata del INADEM no logran convencer a clientes ni a inversores post-incubadora de ponerles plata, entonces salen a agarrar lo que caiga?

Outliers y otros bestsellers

A los emprendedores digitales nos gusta presentarnos como tipos «distintos». Gente que trabaja para cambiar el mundo, aunque el camino elegido sea un clon de otras empresas ya exitosas. Somos raros, somos cultos, estudiamos hasta la exasperación la mejor manera de hacer café y cuando se presenta un nuevo lenguaje de programación, ya lo usábamos desde antes que naciera su creador.

Cuando el emprendedor digital piensa en un problema y su monumental intelecto pergeña una solución cándida e innovadora, muchas veces resulta incomprendido, teniendo que luchar contra innumerables adversidades con tal de que su idea vea la luz (y cambie el mundo, que es lo que todos los que fundaron cuponeras querían). Su madre no entiende por qué no trabaja en algún lugar más comprensible para sus compañeras de bingo, su padre jamás le perdonará que no se haya hecho contador y su novia se está empezando a cansar del olor a ombligo añejo que emana cuando se levanta de un hackathon de 36 horas sentado.

Ese personaje y su cuidada imagen personal, fruto de incontables A/B tests realizados en eventos de emprendedores, es quien fue a pararse frente al INADEM a pedir dinero.

Al más grande minimocomundenominadorizador del país, fue a presentarle su proyecto «rarito» y a decirle que quería plata de todos los mexicanos para poder subsistir un rato más y no estudiar contabilidad como los Godinez del mundo, con perdón de los presentes, honorables evaluadores burócratas divinos asalariados culeros.

Y acá se explica perfectamente por qué es un poco más fácil para los Coppel, Sigma y Volvo del mundo conseguir esta plata: porque en general, se va a convertir en sueldos. Empleados declarados, fiscalizables, jubilables y rastreables que pasan a formar parte de la tan deseada «formalidad», cosa que coincide bastante más con el objetivo general del Estado de generar mayor bienestar y orden a la población, que 3 chicos armando el próximo «AirBnB, pero para paquetes de kleenex a medio usar» que necesitan comprar AdWords.

Agujeros negros y otras oportunidades

Creo que está claro por qué creo que el INADEM puede hacer poco por el «ecosistema» de startups internéticas mexicanas (más allá de disparar fajos de dinero), pero esto no significa que ese ecosistema tenga todo resuelto. Nada más lejos.

Recién acaba de poblarse el sector de incubadoras/aceleradoras y eso Es-Algo-Bueno. El problema es que entre los $40,000 a $50,000 dólares que pone una incubadora y el millón que pone un VC «serio» en una startup mexicana, no hay nada (y están abiertos los comentarios para que me saquen de mi error). Saltar de una incubadora a otra es una anomalía que muestra que tanto los tiempos de este mercado son más lentos y los montos disponibles en cada nivel no terminan de cubrir todo el espectro.

Todavía no termino de descifrar cuál es el factor central que ocasiona esta ausencia de inversiones entre $150,000 y 250,000 que servirían para tomar un negocio presumiblemente evaluado, estabilizado y orientado dentro de una incubadora y hacerlo crecer durante un año o dos. No sé si el costo de administrar esas inversiones es demasiado alto o si la idiosincracia del inversor mexicano tome esos montos como una apuesta demasiado grande para un proyecto tan poco probado.

La buena noticia es que un boleto de avión a San Francisco cuesta unos $600 y allí hay HORDAS de inversores que se ocupan específicamente de este segmento, les sobra la plata y están ansiosos por escuchar tu pitch… a menos que no sea TAN bueno, pero ese es tema para otro post.

Los inversores de ese rango no van a aparecer antes de Navidad, ni este año ni el próximo. Lo bueno es que YA HAY EN MÉXICO un segmento de inversores que pueden tomar la antorcha y marcarle el camino a los cobardesque vengan: las mismas incubadoras. ¿Quién está mejor capacitado para analizar la viabilidad y el futuro de un proyecto que quien lo hizo realidad? ¿Qué mejor señal necesitan los inversores «grandes» que una segunda apuesta por parte de quien conoce las tripas de un negocio?

¿Qué mejor filtro para el resto del mercado que una incubadora diga NO y «gradúe» a un proyecto sin ponerle dinero adicional? Nos libraríamos de muchos zombies, por fin alguien cumpliría con la máxima de «fallar rápido e informativamente», habría jóvenes entusiastas que en lugar de agonizar 3 años quemando dinero de incubadoras, estarían disponibles para dedicarle energía a proyectos nuevos (y ellos serían los «veteranos» del circuito incubador).

Conclusiones y otras muestras de pereza intelectual

  1. Por favor comienza a mirar otros ombligos: «Emprendedor» para el Estado mexicano no significa exclusivamente «tipito levantando una startup de la nada».
  2. Por favor date cuenta que si nadie (ni el Estado benefactor!) quiere poner plata en tu proyecto, puede no ser tan interesante (o escalable, o generador de empleo, o a largo plazo) como te parece.
  3. Es bueno que exista el INADEM. Si no empiezan a hacer este tipo de desastres cuanto antes, jamás estarán en condiciones de hacerlo verdaderamente bien en unas 8-10 iteraciones.
  4. Lo cual no significa que tenga que ser bueno PARA TÍ. En general «disrupción», «innovación», «desintermediación» y otros neologismos que se recitan en eventos y prensa adictaespecializada, no le hacen cosquillas en el lugar correcto a los funcionarios que tienen que leer demasiadas solicitudes en tan pocos días.
  5. Ni está tan cool que le pidas subsidios al Estado para alargar la agonía de tu sueño guajiro, ni se debería ver bien que pases por 500 incubadoras (see what I did there?) antes de pasar al segundo nivel, sea avanzar o morir.
  6. Las incubadoras están en una posición privilegiada para dirigir la primera ronda/segunda vuelta de capital «serio» a los proyectos que valgan la pena, reduciendo la incertidumbre y abriendo el juego a otros participantes del mercado.

Sobra dinero, sobran ideas, faltan emprendedores

En mi nota sobre la falta de actitud emprendedora que observo en los estudiantes universitarios mexicanos, Hugo Stevens me dejó este comentario:

En general estoy de acuerdo con el mensaje básico que es pensar a lo grande – después de todo, no hay innovación sin ambición, y en México definitivamente nos falta inculcarla bastante a todos los niveles.

Por otro lado, también falta reforzar el ecosistema que soporta el proceso de creación de startups (inversionistas ángeles, capital de riesgo), sin el cual probablemente no hubiera sido posible crear Google o Facebook. Creo que Genera es un paso en la dirección correcta (muy al estilo de Y Combinator), pero necesitamos varios programas de este tipo solo que resaltando el enfoque privado para que pueda ser sostenible en el largo plazo. La ventaja es que una vez creada esta infraestructura el proceso se va volviendo cada vez mas sencillo. ¿Qué piensas?

Pienso que a Hugo le faltan datos y le sobra optimismo.

La historia del capital de riesgo se remonta al siglo 16, en el que capitalistas privados financiarían los raids de capitanes corsarios, a cambio de una participación en el botín que en general resultaba bastante mayor al costo de armar un barco.

Desde aquellas épocas en adelante, siempre hubo capital disponible para desarrollar y hacer crecer buenos negocios.

Mirando con un poco de atención a México, en la actualidad hay mucho capital disponible para emprendedores que tengan buenos negocios entre manos. Fondos como Tresalia, Discovery Americas, New Ventures y Angel Ventures Mexico trabajan activamente con empresas en diferentes niveles de desarrollo.

Como dato, Tresalia invierte una mayor proporción de su capital en el exterior, porque no recibe suficientes propuestas viables en México.

Además de los jugadores locales, quien tenga una empresa viable y gran potencial de crecimiento en plazo relativamente corto, tienen toda la estructura de venture capital de Estados Unidos y Europa dispuesta a escucharlo.

Entonces con tanto dinero fluyendo en el mercado mexicano, ¿por qué no se ven inversiones en emprendimientos tecnológicos al estilo de Silicon Valley? ¿Por qué no veremos nacer en México al próximo Facebook o Google?

Arriesgo la primera respuesta obvia: porque no hay empresas viables, que tengan ese potencial de crecimiento rápido y sostenido en el corto y/o mediano plazo, en el ecosistema de startups mexicanas de tecnología o medios digitales.

Hay toneladas de ideas dando vueltas por ahí, todas valuadas en $0. Guess what: ningún VC, local o extranjero le pone dinero a una idea. Arriba hablé de empresas viables, emprendimientos con potencial y otras variantes, justamente para no mencionar ideas ni por casualidad.

Para repetir una lista que hice en el post anterior: viables para un VC -en general- significa «patentables, exportables, franquiciables, escalables, generadores de empleo», con un modelo de negocios más o menos probado/testeado (ver Youtube más adelante) y con una oportunidad de exit más o menos visible, con retornos multiplicados. Los VCs no existen para financiar proyectos de autoempleo ni para esperarte mientras «ahí va, paso a paso».

Lo que falta en el ecosistema, los cimientos que México no tiene e impiden cualquier comparación con Silicon Valley, es justamente todo lo que ocurre antes de la entrada de capitalistas ángeles o de riesgo a las empresas. Falta la vocación de crear empresas, y esa es la apatía a la que me referí en mi nota anterior.

Y es un fenómeno que se repite -para nuestra desgracia- con mucha mayor frecuencia en los estratos altos de la sociedad mexicana. Quienes tienen la mayor ventaja intrínseca: mejor ingreso familiar, bajo stress, alta posición social y redes de contactos envidiables, acceso a capital semilla de FFF, etc., también son los que sienten menos incentivo para «cambiar la realidad en la que viven» fundando una empresa y poniendo sus idea(le)s a trabajar.

Cualquier niño que termina su carrera en el Tec de Monterrey, UIA o similares, sale creyendo que puede tomar una posición gerencial en cualquier empresa y hacerlo bien desde el primer día, pero no se les ocurre probar ser gerentes de su propia empresa, arriesgo que por falta de exposición a ambientes laborales durante la carrera.

Los capitalistas de riesgo invierten en empresas, no en ideas. Cuando a los fundadores de Youtube les preguntaron sobre la historia de la empresa y cómo habían conseguido la financiación inicial para operar un servicio tan demandante en servers y ancho de banda, la respuesta fue algo como:

Llegamos a las reuniones con los VCs con un mensaje simple «Nuestros servers se derriten de tanto tráfico». Y eso fue suficiente: los VCs quieren encontrarse con este tipo de problemas, no sentarse a buscar un mercado para tu servicio.

El 98% del valor de un emprendimiento está definido por la ejecución y no por la idea. La habilidad de los fundadores para acercarse al mercado, para generar tecnología o metodologías propias que refuercen el valor del producto o servicio que ofrecen y la velocidad para generar ingresos serán los atributos que definan el valor del emprendimiento, y el atractivo que pueda representar para un potencial inversor.

Entonces empecemos de nuevo: el dinero está, y hay suficiente, pero no hay a quién dárselo. Genera pretender encontrar, asesorar y desarrollar esos potenciales receptores de inversiones, que es lo que realmente hace falta.

Justamente lo que hay que evitar son los atajos, la imitación de los gestos sin alcanzar el contenido. Intentar parecernos a Silicon Valley es fútil, es ignorar los 220 años activos y -casi siempre- saludables que tiene el mercado de valores en USA*, y los 54 años que lleva el Valley desarrollándose, formando una casta emprendedora que no se puede copiar simplemente declarándose emprendedor por trabajar sentado en un Starbucks y publicar un website que no le da de comer a nadie.

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* (y don’t get me started about la BURLA que es la Bolsa Mexicana de Valores, donde se transa con suerte un 0.2% del capital de las empresas listadas, que siguen siendo tan privadas como antes que existiera la BMV)

Financiamiento y asesoría para emprendedores mexicanos

Ahora que lo anunciaron puedo comentar sobre Genera.

Genera es un programa de apoyo a emprendimientos mexicanos con foco en mejorar algún aspecto de la vida urbana a través de la tecnología.

La idea detrás de esto es apoyar a emprendedores jóvenes con buenas ideas para que tengan acceso a fondos, un espacio de trabajo y un grupo de tutores/consejeros que van a orientarlos para desarrollar la empresa hasta llegar al punto de lanzarse al mercado.

Es el tipo de proyectos que me encanta, y justamente estuve creando espacios en mi vida para poder dedicarle más tiempo a este tipo de actividades. La organización está a cargo de los cerebros detrás de los eventos Pase Usted, así que hay muy buena energía detrás de todo esto.

Quienes me conocen saben que desarrollar e impulsar a emprendedores jóvenes me interesa muchísimo y me puse muy contento cuando me invitaron a participar. Si no hay cambio de planes, voy a estar primero en la selección de proyectos y luego como tutor de alguna(s) de las empresas que ingresen al programa.

Visiten el website del programa para conocer todos los datos y participar.

Redefinamos los blogs

Acabo de ver que a Antonio de Error500 le ofrecieron publicar un post a cambio de un CD o unas bebidas (presumiblemente favorable a algo/alguien que no logra que se escriba sobre él de otra forma).

Aunque detrás de este tipo de pedidos hay todo un sector de la «industria» de la comunicación que parece poco interesado en aprender nuevos trucos, el 90% de la culpa de estas ofertas «indignas» la tienen los mismos bloggers que se cagan en los standards editoriales, pero pretenden que los traten como si fueran el mismísimo Joseph Pulitzer.

Antes de soportar la avalancha de insultos, aclaro que no hay nada personal en esto. Que cada uno haga de su pito una flor y de su culo un florero. La cuestión central para mí es que parece haber un abismo de diferencia en la percepción de este asunto, entre gente que supuestamente debería compartir el mismo espacio y entender conceptos similares.

Unos dicen: «Este es un nuevo mundo, acomódense o perezcan bajo el alud de mi sarcasmo.» Otros dicen: «Con el dinero en la mano, yo mando. A bailar, mono, que todos bailan lo que yo dicto.»

Por un lado, hay agencias de relaciones públicas que todo el día, todos los días llaman a los medios «generando» noticias a favor de sus clientes. Más discutible, menos discutible, para eso se les paga. Las agencias de PR en general se encargan de generar contenido editorial sobre los temas que sus clientes quieren ver impresos, muchas veces desviando la atención de otros más controvertidos.

Por otro lado, hay muchos medios que -como muchísimos blogs- se cagan en los standards de calidad editorial y te venden una página de publicidad junto a una nota gloriosa sobre los logros de X empresa o las fantabulosas habilidades de su director general. Esto lo digo desde el conocimiento casi íntimo de un medio donde el área comercial NO HABLA con el equipo editorial y si hablan, el equipo editorial es sordo.

Como norma general: toda empresa tiene problemas y cuestiones discutibles, si el periodista no pregunta sobre las acusaciones de acoso sexual, o la contaminación que ocasiona una planta productiva, o la próxima quiebra de la empresa por manejo irresponsable, no está haciendo su trabajo para presentar una visión balanceada del tema. Si junto a la nota que ensalza la visión de liderazgo de un viejo gordo detrás de un escritorio grande, hay un anuncio de la empresa/marca, es casi seguro que a la nota la redactó el interesado, no el medio.

Esto genera dramas por 2 partes: primero que las empresas se acostumbraron a pagar por aparecer (también) EN EL CONTENIDO, por otro lado los blogs son vistos como poco serios. Hagamos algo con blogs, que escriban de nosotros, que ellos siempre andan a la pesca de algo que escribir, escuché más de una vez. Ergo, podemos aparecer en el contenido de un blog, con links y todo, a cambio de espejitos. Si fueran un medio serio, el mismo distribuidor de espejitos estaría dispuesto a pagar más caro.

Entonces hacia dónde corremos? Hacia la redefinición de los blogs. Weblogs: diarios personales o medios digitales? La diferencia está en el comportamiento, no en la herramienta tecnológica.

Si valoras esa supuesta independencia que te permite insultar a gusto, burlarte de empresas, marcas y directivos porque tu blog es una extensión de tu personalidad, perfecto. Ese comportamiento caprichoso e impredecible vale un CD o un par de boletos al cine, cuando no te ignoran llanamente. Si quieres vender tus espacios publicitarios, dale mis saludos a AdSense. Ojo, siempre se puede hacer plata así, pero no te salvas de las ofertas pendejas.

Si en cambio prefieres que las empresas que se te acercan te hagan ofertas serias, hay que dar un paso adelante y arriba. Basta de pendejeo, adopta un criterio editorial y síguelo incluso cuando no te convenga. Sé profesional y frío en el tono, ofrece siempre la mayor cantidad de perspectiva en cada post. Si publicas opinión, opina para el lector, no para tu ego. Para maltratar a las empresas, existe YosiYono.com 😛

Pórtate como el Washington Post y no recibas ningún tipo de regalo (ver punto 3), tarjeta de fin de año, invitación a cruceros, botella o lápiz serigrafiado. Si te mandan productos para probar, los devuelves después de la prueba, nunca los rifas entre tus lectores (beneficio indirecto, get it?).

Haz que todo el mundo sepa esto y tu reputación de MEDIO SERIO se conocerá. Ese día, en vez de ofrecerte una cerveza por un post, te ofrecerán un desayuno privado con un directivo, para darte una exclusiva. Y así se cobra más por la publicidad, y no a la misma empresa que entrevistaste, porque los anunciantes van a estar dispuestos a pagar más.

UPDATE: Arcos apunta en la misma dirección.

Fundación Alas usa Smugmug

Un ejemplo de cómo una organización sin fines de lucro (presumiblemente) puede usar mejor las herramientas disponibles para facilitarse la operación.

En México DF y Buenos Aires se están desarrollando los conciertos a beneficio de Fundación ALAS, y el kit de prensa que enviaron a Barbie incluye una URL de Smugmug con fotos oficiales para publicar acompañando las notas sobre el evento.

Eduardo Arcos de-tes-ta que las agencias de PR le envíen correos con 10 Mb de fotos inútiles, y es una práctica tan extendida en esa disciplina, que este uso inteligente de recursos disponibles, convenientes y gratuitos es al menos refrescante.

Emprendedor mexicano: registra tu patente y marca sin costo con F&F

Mi gran amigo León Felipe Sánchez publica una buena noticia: Fulton & Fulton ofrece sus servicios para registrar una patente y una marca para emprendedores mexicanos jóvenes. Sólo tendrás que pagar los impuestos y costos directos, los honorarios de la firma serán pro-bono.

Muy buena noticia, si el Estado no se preocupa por crear oportunidades, es responsabilidad de los mercados y sus actores el desarrollar su ecosistema para fomentar el crecimiento.

Apple Shop vs Apple Store

Hace unos días que vengo masticando este post, a partir de ver que Palacio de Hierro (al menos en su sucursal Durango) habilitó nuevos y amplios sectores llamados Apple Shop.

Resulta que a partir del anuncio de la apertura de Apple Store México, y de la difusión que se le dio a ello en medios masivos y no tanto, PH se movió rápido y armó sus sectores Apple, con carteles que anuncian «Apple Shop – Ahora abierto». Los precios de los productos Apple en estos espacios son cerca de 15% a 20% más caros que en la Apple Store.

Apple Shop versus Apple Store

Se podría argumentar que Apple se está cagando en sus anteriores distribuidores al vender directamente en línea y ofrecer delivery gratis (para compras mayores a $ 500), pero ese es un problema entre PH y Apple.

Lo que me jode, me jode y me rejode es que PH se meta con el bolsillo de los incautos que le van a comprar pensando que ese es «the real deal».

Primero lo primero

Alguien de 25 años que escribe en su currículum:

Objetivo: Colaborar con una empresa, donde el trabajo sea el espacio de desarrollo profesional y en el que se despliegue el bagaje cognitivo que manifieste su praxis, para responder de manera eficiente y positiva a los retos que se establezcan

Tiene mayores y más urgentes problemas que no tener trabajo. Es responsabilidad de la escuela comunicarles que los humanos hablan de otra forma, o es algo que se aprende en casa?

Iniciativa: agreguemos un artículo a Wikipedia

En el blog de la promoción «Gánate un Hot Rod» de Armor All (sip, la organiza AREA6, mi agencia), acaba de surgir una iniciativa interesante: ya que hay opiniones enfervorizadas acerca de la definición de Hot Rod y si aplica o no aplica a las máquinas del infierno que serán los premios, por qué no canalizamos esa energía hacia construir un artículo en español sobre Hot Rods en Wikipedia?

Acá lo que me intriga, y le dejo la pregunta a los (3) sospechosos de siempre que suelen pasar por acá: cuánto cuesta hacer algo así? Para mí, no tiene costo, pero entonces por qué no se hace más veces? O estoy muy desconectado y no he visto otros intentos similares? No te estás hartando de las preguntas sin fin?

La cuestión es esta, según lo que veo: alrededor de los autos de Armor All se armó una conversación sobre -guess- Hot Rods. Entre los que dejaron comentarios en el blog, hay tipos que saben MUCHO. Cuál es el paso lógico siguiente? Llevemos la conversación hacia algo constructivo. O mi único aporte a esa conversación va a ser poner el logo en el header?

La gente que deja comentarios en el site pone tanta energía y conocimientos en ellos, que realmente vale la pena ofrecerles salidas en las que -es probable- no pensaron.

Cuando tienes algo que te apasiona, no te dan ganas de contárselo a todo el mundo? O sólo los bloggers somos así de exhibicionistas?

Insomnio, blogs y Google Earth

Me tomo un respiro entre dos documentos y recapitulo sobre un poco más de un mes de actividad febril.

Hace un tiempo que AREA6 comenzó a trabajar para Armor All, organizando una promoción que salió «al aire» el 1 de noviembre y está muuuy interesante, al menos para mí.

Se trata de un sorteo de 3 fabulosos Hot Rods: un Mustang Mach1, un Corvette y un Dodge Super Bee, los 3 de los ’70s, los 3 potenciados (el Super Bee ruge que da miedo) y «mimados» con productos Armor All por donde te fijes.

Para ganarte uno de estas máquinas del infierno, todo lo que hay que hacer es ir al site de la promoción y registrarte. Después, a rezarle a la suerte.

Para echarle una mano a la señora suerte, desarrollamos un juego que ocurre dentro de Google Earth (te dije que estaba interesante). Una vez que te registras en el site, puedes hacer un recorrido por la Ciudad de México, siguiendo pistas y respondiendo preguntas.

El juego innova en la plataforma. La interfaz de Google Earth es rica y dinámica, ofrece una experiencia diferente cada vez que das un click en la pantalla. «Alterar» las imágenes de la biblioteca satelital de Google para integrar la imagen de la marca fue desafiante, pero lo logramos 🙂

Además del juego, registrando tus compras de productos Armor All e invitando amigos también recibes más oportunidades para el sorteo.

Tenemos un par de ases bajo la manga, comenzando por una colección de diseños exclusivos de playeras NaCo para los bloggers que quieran ayudarnos a difundir la promoción, y otros que no puedo nombrar porque «no señor, nosotros no fuimos», ya se verán.

Desde aprenderse la API de Google Earth, hasta comprar 3 carrazos en USA y toooodo lo que va al medio, estos últimos 50 días fueron bastante activos.

Y esto no es todo! Universia México también cayó en nuestras garras 😉 y acabamos de anunciar UniBlogs.net, donde la comunidad universitaria puede abrir su blog y participar del gran ecosistema de información y contactos que representa Universia.

Para este proyecto implementamos una versión personalizada WordPress μ, completamente en español y con muuuchos planes de crecer. Ya tuvimos los primeros registros «espontáneos» de nuevos blogs en el sistema, puras buenas noticias.

También estuve inmerso en el desarrollo de un par de websites de uso interno (uno de ellos fue un terrorífico dolor de cabeza, pero siempre ocurre) de otros clientes. Después de tanto desarrollo web, ahora quedan cada vez menos excusas para no tener website, carajo, aunque lo de ocupados es 100% cierto.

En esto anduve, y para los que se quejaron de «Og Mandino», les mando un saludo 😛

Buscamos redactores, bloggers, moderadores de comunidad

No puedo creer que le voy a pagar a alguien por divertirse en línea.

Necesito 2 moderadores para un website / comunidad centrado en autos, tuning y decoración / bodywork de autos. Las dificilísimas divertidísimas tareas que les tocarán son:

  • Seleccionar videos de YouTube y similares para un canal privado/vertical
  • Buscar y moderar fotos des la web y las enviadas por miembros de la comunidad
  • Proponer, moderar y responder temas y preguntas planteadas en un foro para fanáticos de los autos
  • Hacer crecer la comunidad en general, a través de la difusión de notas y posts, contacto con medios offline, participación activa en otros foros relacionados, etc.
  • Generación de contenidos para un blog central, y material de distribución en newsletter.

Buscamos gente con iniciativa y ganas de dominar el tema. Esperamos que la carga de trabajo disminuya rápidamente en la medida que se habitúen a las tareas, para que puedan sumarse a otros proyectos desarrollar nuevas habilidades.

Además de esta actividad inicial y prioritaria, podrán participar en todos los proyectos de una agencia de publicidad y marketing que está creciendo mucho y rápido. Nuestros proyectos abarcan múltiples medios e industrias diferentes y desafiantes.

Excelente ortografía y gramática son indispensables. Leer esto también es un requisito.

Bloguear no es para todos…

Me gusta el análisis que hace Hugh MacLeod sobre las nuevas herramientas de publicación y «presencia» que hoy están disponibles (Twitter, Jaiku, Facebook, Spock, Dopplr, etc), y se llevan una porción de la energí­a que antes «solo» se ocupaba en blogs.

I remember Robert Hughes, the great art critic saying in his wonderful book, «The Shock Of The New» that the Conceptual Art scene that emerged in the 1960s-1970s was actually good for «Painting».

Why? Because with everybody else scattering bits of string around gallery floors and calling it «Art» , or covering themselves with butter, rolling themselves in the grass and calling it «Art», the only people left painting were those, as Hughes put it, «who still actually wanted to paint».

And paint they did. Hence the big painting revival in the early 1980s. Artists like Julian Schnabel, Francisco Clemente, Basquiat, Keith Haring etc.

I feel similarly about blogs. With new tools like Facebook and Twitter springing up, there’s no need to have a blog unless you really want to, unless you really want to devote that kind of time and effort to it.

As I’ve said more than once before, «Blogging isn’t for everybody, Web 2.0 is for everybody».

Todaví­a hay mucha gente diciendo a las empresas «abran un blog», y no se trata de eso. Conversen, abran espacios, usen las herramientas que hoy están disponibles para todos y que el resto del mundo está usando. Creo que ese es el consejo.

Descubriendo nuevos gustos

Corría el año 2004, creo que fue en julio. Gran presentación, toda la agencia (Grey) tratando de ganarse un nuevo cliente (Sony PlayStation). Éramos más o menos 40 personas en la sala, unas 10 o 12 presentaciones en PowerPoint seguidas y cerca del final, la mía.

«Hola, mi nombre es Andrés, y voy a contarles qué debería hacer PlayStation para aprovechar a fondo los medios digitales» -dije, y me congelé.

No porque no supiera qué decir, tenía ideas muy claras. La presentación estaba lista desde unos 5 ó 6 días atrás. Sea por la causa que sea, el pulso se me aceleró tanto que tuve que hacer una pausa para respirar. Una pausa que pareció durar dos o tres eras geológicas.

Por suerte (o porque fuimos buenísimos) ganamos la cuenta. Si no, todavía me estarían golpeando.

La cosa es que después de ese inicio poco auspicioso, le tomé el gustito a este asunto de hablarle a la gente de lo que sé (o creo saber).

Primero fue la convención Media Ecology, donde estuve en una charla muy distendida con Barbie, Eduardo Arcos, León Felipe Sánchez, Leo Lambertini, Rafael y Geraldina Jiménez. Después siguió Merca Teens, con León otra vez, Jorge Ringenbach, Raúl Ramírez y Arturo de Albornoz. Para terminar, por si todavía me quedaban ganas de hablar, el Intel Editors’ Day 2007, en Querétaro, donde Intel me invitó a hablar sobre nanomedios y videoblogs ante dos grupos de periodistas que tenían muy buenas preguntas para hacer.

Me encantó cada vez y lo haría 100 veces de nuevo.

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