Esta es una columna que publicó el diario El Universal el 4 de abril pasado.
Es urgente comenzar a inculcar espíritu y actitud emprendedora en nuestros estudiantes, para mejorar el perfil económico de México de cara al futuro.
“Es nuestro deber honrar a los arquitectos de nuestra prosperidad, a los grandes capitanes de la industria que han construido nuestras fábricas y ferrocarriles; a los fuertes que perseveran para generar riquezas con sus mentes y sus brazos. Porque es grande la deuda que nuestra nación tiene con quienes son como ellos”. Theodore Roosevelt.
Nótese cómo Roosevelt no se refirió a una profesión en particular, o a los consabidos servidores públicos que todos aprendemos a venerar en primaria: habla de “capitanes de la industria”, categoría reservada a emprendedores como JP Morgan, John D. Rockefeller, Andrew Carnegie, Andrew R. Mellon, quienes revolucionaron las industrias donde actuaron y dieron forma a la economía global como se conoció en el siglo XX.
Los grandes empresarios, los pioneros, los innovadores, los arriesgados, son quienes pasan a formar parte de la historia. Quienes construyen obras perdurables, piensan más allá de sí mismos y ven con claridad un futuro que resulta incierto para la mayoría, son los nuevos héroes y ejemplos a seguir que nuestros estudiantes se empeñan en ignorar.
Frente a 120 alumnos de los últimos años de carreras de marketing, publicidad y diseño gráfico en una universidad al sur de la ciudad de México, lancé una de las preguntas habituales cuando doy una charla sobre emprendimiento: ¿Cuántos de ustedes trabajan ya?
Con cuatro manos levantadas, la contestación a “¿y quién ya fundó una empresa?” tuvo una respuesta triste como evidente.
Este es solamente un botón de muestra que pone en evidencia una condición que el ecosistema universitario (privado, en particular) parece desconocer: los estudiantes universitarios mexicanos no tienen ningún interés en desarrollarse laboralmente mientras estudian, situación cómoda y pueril que cuenta con la complicidad tanto de padres como de la “industria” educativa.
Y de ahí a pensar en fundar un negocio parece haber otro universo de distancia.
Formo parte del Consejo de Pase Usted Genera, una iniciativa que seleccionará e impulsará a jóvenes emprendedores con 10 proyectos tecnológicos que mejoren la vida urbana en México, a través de un proceso de evaluación para asignarles fondos, recursos y tutores que brinden asesoría a estos proyectos hasta dar forma al negocio.
Me encantaría ver que las solicitudes nos desborden y el proceso se nos salga de las manos, pero mi experiencia me dice que no ocurrirá tal cosa.
Mientras que en EU el culto al emprendedor es evidente, al sur de la frontera se observa con suspicacia al que por sus propios medios y enarbolando sus ideales, cambió la realidad que le tocó vivir. Bill Gates (Microsoft), Steve Jobs (Apple), Mark Zuckerberg (Facebook), Larry Page y Sergei Brin (Google), Matt Mullenweg (WordPress -Automattic), todos ellos dirigían empresas reconocidas y contaban con importantes fortunas personales alrededor de los 25 años. Aquí nuestros “capitanes de la industria” rondan los 70 y apostamos sobre el año de su retiro.
Es crucial dar un golpe de timón cuanto antes y comenzar a impulsar a los jóvenes para que adopten el credo emprendedor y comiencen a desarrollar empresas nuevas.
Es necesario un cambio educativo, con agendas de clases que permitan a los estudiantes trabajar mientras desarrollan su carrera, para ampliar sus perspectivas y socializar con un grupo más diverso. Un estudiante que reconoce el valor de su propio tiempo, no lo desperdicia y es un mejor alumno. Un profesor dará mejores clases si es cuestionado por alumnos capaces de opinar con fundamento sobre un tema, en vez de recitar la currícula ante un aula de zombis.
Los padres, por candidez —supongo— creen que trabajar es una “carga” que es mejor “evitarles” a sus “niños” para que no se distraigan en el estudio. Ya que ellos han logrado ahorrar para pagar por la carrera, no es necesario someter al retoño al “sacrificio”. Cambiar esa actitud es esencial para que se reconozca el valor del esfuerzo personal, en vez de incitar a esquivarlo. Trabajar forma el carácter y fomenta la independencia. Los solterones de 35 que viven con mamá no suelen ser grandes revolucionarios.
Al gobierno, se le agradecerán apoyos para empresas en formación, como los de los programas Prosoft y Promedia. Hay que entender los emprendimientos tecnológicos como motores del desarrollo y reconocer su impacto en la economía nacional.
No abogo en pro del emprendimiento relacionado a la tecnología por ser mi ámbito favorito. Ampliemos un poco la definición: me refiero a emprendimientos que tengan base en ideas nuevas, patentables, exportables, franquiciables, escalables, generadores de empleo; donde la tecnología existente (o futura) se aproveche para hacer un mejor negocio. Como contraste: ningún Roosevelt del futuro va a rendir honores a los fotógrafos de bodas, ni a productores de jabón de nopal.
Es necesario despertar los emprendedores escondidos entre nuestros estudiantes.
Si fuera posible, ayer.
Andrés,
En general estoy de acuerdo con el mensaje básico que es pensar a lo grande – después de todo, no hay innovación sin ambición, y en México definitivamente nos falta inculcarla bastante a todos los niveles.
Por otro lado, también falta reforzar el ecosistema que soporta el proceso de creación de startups (inversionistas ángeles, capital de riesgo), sin el cual probablemente no hubiera sido posible crear Google o Facebook. Creo que Genera es un paso en la dirección correcta (muy al estilo de Y Combinator), pero necesitamos varios programas de este tipo solo que resaltando el enfoque privado para que pueda ser sostenible en el largo plazo. La ventaja es que una vez creada esta infraestructura el proceso se va volviendo cada vez mas sencillo. ¿Qué piensas?
Hola Hugo, gracias por comentar. Te respondo en otro post, porque da para largo.
pues no se por donde ande el asunto. por que yo estudiaba, pero llego el mpmento en que tuve que trabajar para poder estudiar y ya no pude estudiar, asi es que o estudiaba o trabajaba, y como ya teabajaba tenia que ayudar en la casa. asi que como alguien decia -que alguien me explique.-y por lo mismo apoyo la idea de una nueva cultura empresarial.aqui lo que falto es buscar un lugar como empresario en lugar de buscar un lugar como trabajador.
Soy estudiante de otra universidad privada al sur de la ciudad, y hace unas semanas hablaba con mis compañeros sobre la posibilidad de emprender como forma de trabajo. El censo general se inclina hacia una actitud de entre anhelo, resignación y desaprobación. Creo que la cultura de no emprender tiene que ver en primera instancia con el formato de trabajo en la ciudad. A lo mejor que puede aspirar un estudiante promedio, es a adquirir una plaza como becario en un gran corporativo, que de preferencia se encuentre a 2 hrs/tránsito y de un «medio tiempo» muy cuestionable. Emprender en muchos casos requiere estar capitalizado, y estas condiciones no son precisamente favorables para eso. Entonces, lo primero que hay que hacer es empezar a trabajar en una empresa. Después de eso, crecer linealmente y de pronto sin darse cuenta, el estudiante ya se olvidó de su proyecto personal por canalizar todas tus energías a una trasnacional.
Celebro que haya proyectos como pase usted genera. Cabría también abrir foros y motivar la conversación hacia una cultura de emprendedores jóvenes.
«… ideas nuevas, patentables, exportables, franquiciables, escalables, generadores de empleo; donde la tecnología existente (o futura) se aproveche para hacer un mejor negocio.»
Bravo.
Muy interesate la nota… no tengo hoy mucho tiempo de comentar despues paso de nuevo. 😉
Yo creo que no hay imposibles. Sin haber estudiado inicié una pequeña empresa de diseño y durante los últimos 5 años me dió para vivir sola, pagar todos mis gustos y disgustos (luz, agua, renta, etc.). ¿Capital inicial? jajaja, de risa. Empecé con aproximadamente $1000 pesos para publicidad y un hosting, salí al mundo real a conseguir clientes y así empezó la travesía.
Después empecé a estudiar. Ya tenía muy claro el objetivo en este ámbito.
Ahora quiero seguir aprendiendo. Estoy buscando colocarme en una Agencia. ¿Por qué? porque quiero meterme dentro de una empresa grande para aprender aquello que aún no he aprendido. Creo que el camino al éxito comprende diferentes procesos y no siempre tenemos que ver el objetivo final como una cúspide de riquezas y éxitos múltiples y desenfrenados, sino el poder de seguir aprendiendo para evolucionar constantemente.
Quién quiere lograr un sólo éxito está destinado al fracaso y también el que no hace nada para lograr sus sueños más guajiros.
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