Los nuevos diez mandamientos, versión Twitter

Y dijo la zarza calentorra: «Amarás a Twitter por sobre todas las cosas».

Hoy parece que TODO el mundo vive en, de y para Twitter, pero no siempre entienden cómo enfrentarse a esta nueva (3 años después) forma de relacionarse online.

Ya se han publicado guías y recomendaciones hasta el hartazgo, pero en su gran mayoría se enfocan en herramientas o modos de uso, mientras que en este momento me interesa explorar algunas recomendaciones sobre comportamientos que fomentar o evitar.

Voy a tratar de seguir las enseñanzas de Nassim Taleb para no verme -muy- charlatán, y voy a intentar un decálogo de cosas que NO hay que hacer, quizás amenizado con indicaciones de cómo haría YO las cosas, si fuera necesario.

Damas, caballeros, lifestyle choosers, he aquí el:

(Enésimo) Decálogo para no hacer -muchas/burdas- estupideces en Twitter

  1. No pagues por tweets. No pagues por tweets. No pagues por tweets. Y mucho menos si eres una empresa grande. Una empresa como Telcel, dueña del 80% del mercado mexicano de teléfonos celulares (y, por ende, del 80% de los usuarios de Twitter en México) debería preocuparse por ENAMORAR a sus clientes y convertirlos en embajadores de la marca, en vez de sobornar usuarios de Twitter para que publiquen tweets falsos.
    Con 60 millones de clientes, ¿creen que necesitan que @fulanito con 10,000 followers sea su vocero?
  2. Enlazado íntimamente con el anterior: No veas en Twitter una plataforma sólo de difusión, al menos en un primer vistazo. Twitter es un espacio de conexión, donde la naturaleza asimétrica de las relaciones implica que el impulso detrás del contacto es una transmisión de valor.
    Yo sigo a alguien y no me preocupa si ese alguien me sigue porque reconozco implícita o explícitamente que al seguirlo, mi experiencia en Twitter mejora, ya sea que se trate de un humorista, un pensador, una empresa que brinda información oportuna o un servicio de noticias.
    Asumir que Twitter es un megáfono donde sólo vas a ametrallar con links a tu última promoción es desconocer -o peor: ignorar forzosa y voluntariamente- el valor que la empresa puede proveer a la red. Intentar formar y mantener una red centrada en sobornos es insostenible y carísimo, versus una comunidad que comparte y crea en sintonía.
  3. No pongas tu cuenta principal en manos de la agencia que te presta servicios. Si vas a poner links, u organizar concursos al estilo Mexicana GO, que se haga a través de otra cuenta, secundaria. La presencia principal de la empresa en Twitter debe operar como ancla y punto de acceso a la empresa, con acceso directo a la estructura de servicio al cliente. Hay un universo de diferencia, desde la perspectiva del cliente/tercero, entre contactar a @amazon_offers y @amazon. En el segundo caso, tengo que estar seguro que cuando envío un mensaje, mi interlocutor es LA EMPRESA.
  4. Otra vez atado al anterior: No sigas a CNN y el New York Times desde tu cuenta corporativa de Twitter. Es de idiotas mostrar que sigues a los noticieros y a un par de otras cuentas «políticamente correctas». Tu cuenta está en Twitter para agregar valor, no para leer los titulares de los diarios, entonces sigue a cuanta persona te mande un @reply, así también te pueden mandar mensajes directos en privado.
    Entabla diálogos con tus clientes, usuarios, competidores y socios, muestra que la empresa tiene personalidad y carácter. No es necesario complacer a todo mundo, pero sí escucharlos.
    Twitter puede levantar límites a pedido de los usuarios para que puedas conectarte con cientos de miles de clientes de tu empresa/servicio. Esa es una demostración de buenas intenciones, transparencia y vocación de accesibilidad, más que hacerse el altruista mostrando que sigues a Unicef.
  5. No escondas a tus ejecutivos. Además del perfil oficial de la empresa, los empleados de la compañía deben tener presencia y actividad en la red. No sólo porque puede derivar en oportunidades de negocio (el valor de la red se calcula como el cuadrado de la suma del valor de los nodos), sino que alguien que todos los días decide trabajar para la empresa es quizás el mejor embajador que pueda tener.
    La empresa no tiene por qué ser una entidad incolora, inodora e insípida. Una automotriz no tiene por qué verse como un quirófano, y la presencia de los ejecutivos de la empresa a título personal muestra una dimensión mucho más humana de la empresa.
    Directivos de diferentes áreas sabrán hablar con pasión de los logros internos o públicos en áreas de la compañía que no están en el radar de Marketing y no reciben exposición, generando sensación de pertenencia entre los empleados y visibilidad ante audiencias inesperadas.
    Si lo que te preocupa es que la empresa suele mantener un férreo control sobre el mensaje público, esta es una oportunidad para entrenar a tus más altos mandos en comunicación. No creas que esta es una excusa para encerrarte más. That ship has sailed.
  6. No enfoques TODAS tus acciones hacia «afuera». En vez de regalar tickets para el cine a desconocidos, con la esperanza de que la próxima vez pidan un celular de tu marca, intenta regalarle tickets a cualquier persona que se haya conectado con tus áreas de servicio a través de Twitter y su problema haya escalado a otro nivel de atención.
    Esa gente está con el dedo en el gatillo para twittear #FAIL o #RenaultApesta, porque su voz amplificada por la red es su única herramienta versus el poderío de tu empresa.
    Compensa a quienes pasaron por un proceso de soporte más largo que la atención primaria para obtener dos beneficios: 1) calmar la frustración o acabar de deleitar a tu cliente, que accedió a tí a través de su canal preferido y donde seguramente comentará sobre su experiencia; 2) si escalar la atención te cuesta dinero, estoy seguro que invertirás en empowerment de la primera línea de fuego y mejorarás notablemente la experiencia de TODOS tus clientes.
  7. No caigas en esquemas get-rich-quick. No hay nada más patético que ver en el timeline de una empresa que cotiza en bolsa, una infinidad de tweets de inscripción a directorios como WeFollow y calificadores de perfiles como Twitter Grader.
    No hay atajos respetables o sostenibles: para ganar followers muestra que eres capaz de mejorarles el día si te siguen. Para el usuario común, no hay otra medida de valor posible. Nadie, salvo unos pocos nerds con pelos en las manos, se fija en si la cuenta de tu empresa emite el promedio adecuado de tweets por día, si usas un número correcto de hashtags por tweet o si guardas una proporción «sana» entre tweets originales, replies y retweets. Buy a life.
    Y esto te va a servir incluso para pedir presupuesto: no lo conviertas en un juego de números. No hay nada peor que tener muchos followers que están ahí porque ya te olvidaron y no haces ruido. Si vas a medir algo, que sean replies y mensajes privados. ¿Cuántos diálogos entablaste con tus clientes y prospectos en su red favorita?
  8. ¿Y si cierro acá y lo dejamos en octálogo? Mejor te recuerdo que NO ES NECESARIO que estés en Twitter. Acabo de ver que me sigue un negocio de venta de autos de una marca que no me gusta mucho, en un extremo de la ciudad que casi no visito, cuyos tweets dicen cosas como «El diseño de XXX-Modelo 2010 se basa en los espacios mas innovadores y funcionales para brindar comodidad absoluta». Les deseo la mejor de las suertes, pero salvo que esté en sus planes hacer algo verdaderamente innovador para su mercado, yo pondría más anuncios en el diario con esa misma plata.
  9. Para agencias: desde 2004 vienen vendiendo «el blog de la campaña» a cuanta marca se les ponga adelante. Ahora el sello dice «cuentas de Twitter y grupos en Facebook» al pie de cada PowerPoint que presentan desde hace dos años más o menos.
    Stop. No es su función. Salvo que sea un happening divertido, no lo ofrezcan/inicien. Muy pocas veces (porque estoy seguro que alguien sacará un link contradictorio) estas actividades de relacionamiento y creación de comunidad van de la mano con las emergencias y rotaciones trimestrales de la campaña de la marca. La red está llena de links muertos a blogs de personajes que ya no existen y los grupos de Facebook relacionados a campañas languidecen desbordantes de spam de Farmville.
  10. Para usuarios de Twitter con muchos seguidores que reciben ofertas de twittear mensajes falsos: exijan e impongan que los tweets lleven disclosure.
    Seleccione una respuesta sin googlear: decir «esta empresa considera que X cosa les puede interesar» o decir «ya no recuerdo por qué me gustaba Apple, ahora la onda es Win7, te juro que siempre sentí que Win7 era mi soulmate, créeme que toda mi personalidad florece cuando Win7 se me acerca… Ah, y por cierto, a pesar que todo el mundo mayor de 12 años dice que esa película es una mierda mal producida, a mí me pareció genial y hay un concurso en mi blog para que te ganes boletos si mandas la mayor cantidad de retweets pero con esta #hashtag que si no no me cuenta para las estadísticas y me regañan… mis tías».
    Recorre esta lista y agrega «No vender» al inicio de cada línea: no vender metralla de links, no vender números, no vender pura cáscara, etc.
    Separa tus cuentas, la que usas para conectarte personalmente con la gente a la que tú sigues, y otra para la masa, probablemente atada a tu blog u otro espacio donde dialogas con tu «audiencia». Sepáralas físicamente, porque si sigues vendiendo MI pantalla, buscaré la forma de cobrar una comisión.

Twitter es sólo una herramienta, y cada uno la usa como se le da la gana. Eso no quita que haya «mejores prácticas», particularmente si a esta herramienta se la usa con un objetivo corporativo específico: hacer más o mejores negocios, conectarse con clientes, etc.

Además, es mucho más difícil ser DT de sofá que twitstar de Starbucks. Practico Twitter todos los días, lo cual ya me da una cierta ventaja.

Creo que si una empresa adopta buenas prácticas, hace mejor uso de sus recursos e incluso podría trasladar esa eficiencia a sus clientes, bajando los precios. Bienvenidos a Utopía, población: 1.

Eso que vendes es mío

En el principio, fueron los blogs. Un grupo de iluminados que se desvelaban escribiendo sobre la actualidad tecnológica en sus bitácoras personales, descubren que si en vez de llamar «amigos» a los lectores que tenían, les ponen el mote colectivo de «audiencia» pueden vender espacios publicitarios.

Un nuevo mercado

Las elecciones estadounidenses de 2004 y BusinessWeek en 2005 se encargan de dar el espaldarazo final a esta nueva raza de medios, habilitándolos para competir contra otros medios de pedigree más antiguo por los siempre-decrecientes-presupuestos-publicitarios.

Ese desarrollo, que inicialmente benefició muchísimo a los primeros/mayores bloggers, degeneró -como era esperable- en doble avalancha de basura:

  • Miles de millones de blogs se crearon sólo para pellizcar un par de dólares publicitarios.
  • Cientos/miles de empresas intentaron intermediar entre los anunciantes y esa masa de «contenidos», para sacar un margen.

Los nuevos ricos jovenzuelos se reían de los viejos medios que lanzaban diatribas contra las nuevas prácticas, defendiendo el proceso editorial y las prácticas periodísticas. Es, en efecto, un mundo nuevo, rápido y cambiante que la gente/audiencia adopta igual de rápido. Los viejos medios languidecen mientras intentan algunas fórmulas «salvadoras», relativamente ineficaces.

Lo que se les escapó a muchos de estos jovenzuelos, es que los 200 años de práctica ininterrumpida de periodismo y edición profesional han dejado enseñanzas valiosas que no deben perderse por el desdén adolescente que a veces evidencian:

  • Separación completa entre contenido editorial y mensajes publicitarios.
  • Verificación de fuentes, doble-chequeo de datos.
  • Balance editorial (que a veces se confunde con «imparcialidad»).

El primer punto es crucial no sólo en la relación entre una persona y un medio, sino también entre individuos. Uno puede ser tan sesgado como guste, y hablar sin saber nada de nada, como hacen las presentadoras del clima. Pero decir algo falso a cambio de dinero es una de las peores afrentas a la confianza, y se toma con demasiada liviandad.

Ahora la publicidad llegó a Twitter. Facebook tiene muchos más usuarios, pero la naturaleza simétrica de las relaciones (vs Twitter: te sigo y no me sigues) hace que el alcance potencial de los usuarios sea menor que en Twitter, donde un pescado como yo tiene 2500 followers (y 300 «amigos» en FB), entre personas y robots.

Hay empresas como Ad.ly y otros que intermedian entre anunciantes y usuarios de Twitter, insertando mensajes patrocinados en el stream de mensajes de los usuarios que se anotan en el servicio. Si yo me anoto, mis 2500 followers recibirán 2 ó 3 mensajes al día, redactados y pagados por los patrocinadores que contratan los servicios de Ad.ly y su parentela. La última vez que calculé, eso resultaba en unos USD 60 para mi bolsillo al mes, más o menos.

Si hay algo rescatable de esta primera involución, es que estas empresas en general operan en Estados Unidos y Europa, así que deben ajustarse a ciertas políticas standard de calidad y transparencia, para que no les caigan reguladores encima a cada rato. En la mayoría de los casos, los mensajes que emiten estos servicios se identifican como publicidad a través de una etiqueta como #ad, #pub o #sponsor.

Nace el Social Media Guru

Lo más asombroso es lo rápido que la apertura publicitaria degeneró en basura editorial. Al parecer, hay un montón de gente que piensa que mezclar mensaje comerciales con su discurso habitual es lo más común del mundo, y no sólo se suscribieron en masa a esos servicios, sino que los más rebuscados contactan directamente a las empresas para ofrecerles el nuevo espacio «publicitario» que Twitter habilitó: el timeline de los followers.

Los demonizados Social Media Experts son personajes con mayor o menor grado de habilidad -o ganas de encontrar un trabajo en serio- que aconsejan a empresas cómo relacionarse mejor en línea, particularmente en redes sociales y comunidades ad-hoc. El Social Media Guru es un tipo cuyo único mérito aparente es haber acumulado una seria cantidad de seguidores y prostituye su discurso personal al mejor postor.

Dije PROSTITUYE y recién me estoy acercando a mi queja fundamental.

Cada uno es libre de hacer de su Twitter una flor y de su trasero un florero, el que esta fauna sienta que emitir opiniones falsas a cambio de dinero está bien, no me afecta. Me empieza a afectar cuando emiten sus opiniones falsas en MI PANTALLA.

Ahí reside TODO el problema. Si se quisieran tatuar slogans en la frente, no tendría nada que decir. Sólo me reiría a la distancia y trataría de no dejarme ver junto a alguien así. Pero lo que estas luminarias van a vender al escritorio del pobre becario a cargo del «marketing rarito» en las empresas, es MI PANTALLA. La promesa es «si me pagas, yo pongo este mensaje frente a XXXXX gente que me sigue».

Y el discurso personal se falsea por completo. Porque no sólo emiten estos mensajes pagados, sino que al comenzar a comportarse como «medio», sienten que TODO su discurso es publicitario, entonces se abstienen de recomendar cosas «para no dar publicidad gratis». Seamos sinceros: ¿qué valor tiene para un anunciante pagar por menciones si se van a perder entre otras varias que no pagan?

Muere el Social Media Guru

Muere -al menos para mí- porque tiendo a alejarme de la gente que a la mitad de una conversación saca un catálogo de timeshares y trata de manotear mi tarjeta de crédito. Porque es necesario y positivo separar el contenido editorial: qué desayunaste, del contenido comercial: qué empresa te pagó para decir su slogan o «descubrir» su última promoción.

¿Y la autenticidad, apá?

Todas y cada una de las guías que se publicaron tratando de orientar al mundo sobre cómo entrar a Twitter y no morir en el intento, se pueden resumir en «Sé auténtico, sé tú mismo y quien te quiera seguir, lo hará. Dialoga, comparte y recibirás». Parece mentira que se hayan gastado tantos litros de tinta para decir eso (claro, las guías que trataban de explicar Twitter salían en medios impresos).

Entonces, ¿qué acepción del término «auténtico» usa uno que dice «me encantó esta película, hay un concurso en mi blog, participen para ganar boletos para verla»? ¿Qué parte de la personalidad muestra el que aplaude a Windows 7 e incita a otros a darle «Like» en Facebook a la página de un sistema operativo (yeah! ese es un club donde quiero participar!), mientras él usa profusión de productos Mac, tanto que la marca forma parte de su identidad/avatar digital?

La culpa no es del puerco, sino de quien lo alimenta

Gente sin criterio hay en todas partes. Incluso en las empresas. Después de haber producido obras de arte publicitarias en páginas de las revistas más prestigiosas del mundo, la práctica parece haber saltado a las SEP.

Las Secciones Especiales Publicitarias son anuncios laaargos, de varias páginas, con muchas fotos pero también mucho, mucho texto; tanto texto que parecen un artículo más de la revista, salvo que no respetan ninguno de los criterios editoriales que mencioné más arriba: son pagos, emiten un mensaje completamente pro-marca y de fuentes ni hablemos. Y si fuera por la empresa, el cartelito que indica que es un anuncio pago y no un artículo, desaparecería.

Ahora están tratando de hacer lo mismo en la red. Los banners resultan prácticamente invisibles, así que mejor nos metamos al contenido. Diría British Petroleum: Paguemos para que esta sarta de amateurs hambreados escriba cosas buenas sobre nosotros y no pregunte por ese problemita que tuvimos (hagamos de cuenta que ya pasó) en el Golfo de México que está matando todo lo que toca.

O, en vez de hacer publicidad sobre nuestra promoción para conseguir más incautos, le paguemos a unos cuantos «tuiteros» para que la «descubran» y le cuenten a sus followers qué «cool» es.

Las empresas SIEMPRE buscarán atajos para «poner su mensaje en las retinas de mucha gente» porque todavía esa es la métrica que usan para evaluar la efectividad de una campaña. Medir engagement, satisfacción de clientes y no clientes, reconocimiento y relacionamiento es caro, y bastante difícil.

Pero acá vienen las malas noticias para el Social Media Guru de turno: esa empresa que te paga monedas hoy para publicar falsedades (seamos sinceros, si fuera algo realmente cool, no se necesitaría plata para que hables de ello), dejará de hacerlo pronto, porque te quedarás sin seguidores. La confianza no escala y si no puedo confiar en un 5% de tus recomendaciones, ¿qué sentido tiene confiar en el restante 95%?

Es más caro en tiempo y esfuerzo intentar descifrar qué tweet tuyo es auténtico, que mandarte al carajo. ¿Qué camino piensas que tomaré?

[UPDATE]

Acá antes había una referencia -relativamente didáctica- al evento Nokia Talk, pero se confundía con el espíritu de la primera parte. Ahora ese es un post independiente y la mitad de los comentarios acá abajo sonarán «descolgados», pero el que avisa no es traidor.


Muerte a los tarotistas corporativos

La última adición al Diccionario de la Real Academia de Marketspeak parece ser CO-CREACIÓN.

No es tan nueva, llevo algunos años recibiendo pseudo-newsletters de pseudo-gurúes corporativos que se jactan de «co-crear futuros» en la misma frase en la que prometen entrenarte en técnicas de «rebirthing». They sell you the smoke that comes out of their asses.

Lo que ahora ví, que evidencia una ¿victoria? más de los tarotistas corporativos, astrólogos empresariales, es la campaña del shampoo Sedal, donde le explican a mi mamá y a cuanta mujer de pelo lavable encuentren, que su shampoo ahora ha sido co-creado con 7 especialistas del pelo.

Campaña Sedal Co-Creations

Campaña Sedal Co-Creations

Chicas de Sedal, y por extensión al resto de la fauna marketinera crédula de la ciencia de las Flores de Bach y otras estafas por el estilo: co-creación no significa nada. Ni para ustedes, ni para los consumidores. Es una muletilla que le sirve a una jauría de fengshuistas para vender algo nuevo cada temporada.

El que ustedes crean que los sillones no deben quedar frente a puertas, el que las empresas para las que trabajan les paguen días de retiros espirituales a un complejo de cabañas en el campo, para que se paren en una mesa y se tiren para atrás y que los insoportables de Cuentas por Cobrar los atajen antes de partirse la crisma en el piso, no le da ningún valor al término.

Dejen de decir estupideces rimbombantes. Aprendan a comunicarse como humanos.

Pista: eso no se aprende encerrándose en seminarios de bonsai de ideas.

A la puta calle.

Redefinamos los blogs

Acabo de ver que a Antonio de Error500 le ofrecieron publicar un post a cambio de un CD o unas bebidas (presumiblemente favorable a algo/alguien que no logra que se escriba sobre él de otra forma).

Aunque detrás de este tipo de pedidos hay todo un sector de la «industria» de la comunicación que parece poco interesado en aprender nuevos trucos, el 90% de la culpa de estas ofertas «indignas» la tienen los mismos bloggers que se cagan en los standards editoriales, pero pretenden que los traten como si fueran el mismísimo Joseph Pulitzer.

Antes de soportar la avalancha de insultos, aclaro que no hay nada personal en esto. Que cada uno haga de su pito una flor y de su culo un florero. La cuestión central para mí es que parece haber un abismo de diferencia en la percepción de este asunto, entre gente que supuestamente debería compartir el mismo espacio y entender conceptos similares.

Unos dicen: «Este es un nuevo mundo, acomódense o perezcan bajo el alud de mi sarcasmo.» Otros dicen: «Con el dinero en la mano, yo mando. A bailar, mono, que todos bailan lo que yo dicto.»

Por un lado, hay agencias de relaciones públicas que todo el día, todos los días llaman a los medios «generando» noticias a favor de sus clientes. Más discutible, menos discutible, para eso se les paga. Las agencias de PR en general se encargan de generar contenido editorial sobre los temas que sus clientes quieren ver impresos, muchas veces desviando la atención de otros más controvertidos.

Por otro lado, hay muchos medios que -como muchísimos blogs- se cagan en los standards de calidad editorial y te venden una página de publicidad junto a una nota gloriosa sobre los logros de X empresa o las fantabulosas habilidades de su director general. Esto lo digo desde el conocimiento casi íntimo de un medio donde el área comercial NO HABLA con el equipo editorial y si hablan, el equipo editorial es sordo.

Como norma general: toda empresa tiene problemas y cuestiones discutibles, si el periodista no pregunta sobre las acusaciones de acoso sexual, o la contaminación que ocasiona una planta productiva, o la próxima quiebra de la empresa por manejo irresponsable, no está haciendo su trabajo para presentar una visión balanceada del tema. Si junto a la nota que ensalza la visión de liderazgo de un viejo gordo detrás de un escritorio grande, hay un anuncio de la empresa/marca, es casi seguro que a la nota la redactó el interesado, no el medio.

Esto genera dramas por 2 partes: primero que las empresas se acostumbraron a pagar por aparecer (también) EN EL CONTENIDO, por otro lado los blogs son vistos como poco serios. Hagamos algo con blogs, que escriban de nosotros, que ellos siempre andan a la pesca de algo que escribir, escuché más de una vez. Ergo, podemos aparecer en el contenido de un blog, con links y todo, a cambio de espejitos. Si fueran un medio serio, el mismo distribuidor de espejitos estaría dispuesto a pagar más caro.

Entonces hacia dónde corremos? Hacia la redefinición de los blogs. Weblogs: diarios personales o medios digitales? La diferencia está en el comportamiento, no en la herramienta tecnológica.

Si valoras esa supuesta independencia que te permite insultar a gusto, burlarte de empresas, marcas y directivos porque tu blog es una extensión de tu personalidad, perfecto. Ese comportamiento caprichoso e impredecible vale un CD o un par de boletos al cine, cuando no te ignoran llanamente. Si quieres vender tus espacios publicitarios, dale mis saludos a AdSense. Ojo, siempre se puede hacer plata así, pero no te salvas de las ofertas pendejas.

Si en cambio prefieres que las empresas que se te acercan te hagan ofertas serias, hay que dar un paso adelante y arriba. Basta de pendejeo, adopta un criterio editorial y síguelo incluso cuando no te convenga. Sé profesional y frío en el tono, ofrece siempre la mayor cantidad de perspectiva en cada post. Si publicas opinión, opina para el lector, no para tu ego. Para maltratar a las empresas, existe YosiYono.com 😛

Pórtate como el Washington Post y no recibas ningún tipo de regalo (ver punto 3), tarjeta de fin de año, invitación a cruceros, botella o lápiz serigrafiado. Si te mandan productos para probar, los devuelves después de la prueba, nunca los rifas entre tus lectores (beneficio indirecto, get it?).

Haz que todo el mundo sepa esto y tu reputación de MEDIO SERIO se conocerá. Ese día, en vez de ofrecerte una cerveza por un post, te ofrecerán un desayuno privado con un directivo, para darte una exclusiva. Y así se cobra más por la publicidad, y no a la misma empresa que entrevistaste, porque los anunciantes van a estar dispuestos a pagar más.

UPDATE: Arcos apunta en la misma dirección.

El enemigo está en casa…

Hace tiempo que observo este fenómeno con una mezcla de asombro, incredulidad y decepción:

Por más esfuerzo que hagan algunos iluminados por sacar a las empresas donde trabajan de un -discutible, porque hasta ahora funciona- letargo, una de las peores trabas que encuentran viene del interior de la propia organización: no hay ni sombra de alineación de objetivos entre las áreas de marketing y/o comunicación y el resto de la empresa.

No se trata sólo del ámbito digital. La función del área legal es decir que no a cualquier cosa que pueda requerir ir a mirar un libro. La función de ventas es decir que no a cualquier cosa que pueda afectar las comisiones (hagamos un 2×1). La función de producción es decir no a cualquier cosa que implique variar el plan del año. La función de la dirección general es escuchar a todos y 3 contra uno ganan fácil.

Podrán decirme que ha habido una evolución y ahora hay más apertura y comunicación entre áreas. El día que mis clientes dejen de temblar cuando se menciona «escalemos esto al equipo, así todos saben de qué se trata», voy a pensar distinto.

En foro con Dany Saadia

Da mucho gusto trabajar con amigos, aunque el precio sea levantarse a las 7:00 en domingo.

Estamos preparando la próxima campaña de Armor All y así se ve el estudio donde estamos filmando toda la acción. El inimitable Dany Saadia está poniéndole el toque mágico al asunto.

[youtube]http://www.youtube.com/watch?v=5J3NoYsslR4[/youtube]

Lo grabé con mi celular, así que la calidad es pésima.

La publicidad del futuro en Expansión

Ser publicista en 2050 no es fácil. A principios de siglo la tenían más sencilla: un par de anuncios imaginativos, celebrity endorsements y ¡bang! la magia ocurría.

Hoy es mucho más difícil, pero a la vez excitante. ¿Chocolates? Hay millones. Sopa en sobre, hay un tipo por cada consumidor. Mientras todos los productos se «commoditizaron» y «personalizaron» al mismo tiempo, las cadenas de distribución se hicieron más eficientes. Poco puedo hacer para cambiar lo que Amazon y Walmart quieren vender.

¿Y entonces qué hago todos los días? Mi trabajo es despertar ideas de un extenso letargo. Hoy me toca recordarle a estos burgueses sobresatisfechos que es bello emocionarse cuando en primavera florecen las pocas flores que quedan. Que aunque tu cocina pueda producir los mejores platillos sólo con par de clics, encender un fuego en el jardín e invitar amigos a comer tiene su encanto.

El Estado nos encarga estas campañas. Cuando el hombre se emociona y deja la comodidad de la abundancia y la apatía, el Estado vuelve a cobrar sentido como proveedor de estabilidad y seguridad. Y consigue trabajo unos años más.

Esto apareció en el número 1000 de Expansión.

Marketspeak

Cuando uno pasa mucho tiempo inmerso en algo, esto se convierte en una segunda naturaleza de la que es difícil deshacerse cuando hablas con alguien «de afuera».

Así los nativos digitales ponemos los ojos en blanco y resoplamos cuando tenemos que explicar -por décima vez- qué es Twitter (y para ser más odiosos lo pronunciamos chuirer, correcto pero snob). Si tienes que explicar muchas veces la misma cosa, el problema es de la cosa, no del interlocutor.

Esto se repite desde los inicios de la humanidad. Cada tribu usa sus términos propios para distanciarse y reconocerse entre la masa. Los abogados usan latinazgos, los contadores numerazgos y los arquitectos… algo deben hacer.

El problema es cuando la tribu QUIERE comunicarse con la masa, usando sus términos propios. Cuando el fulano de marketing de una marca le habla a sus consumidores diciendo «los consumidores podrán controlar…». Ahí se rompe cualquier vínculo de comunicación, porque la masa y la tribu no tienen terreno común en ese lenguaje y no hay traducciones «aceptables» preestablecidas.

Mi favorito personal? Cuando me ofrecen contenidos para mi celular. Really? Contenidos? No sería mucho más atractivo que me ofrezcan juegos, ringtones y wallpapers de chicas en pelotas? Porque contenidos no me dice mucho. Jamás agarré la tarjeta de crédito y corrí a una tienda a comprar contenidos.

El que contenidos sea el término interno habitual para referirse a los juegos, ringtones y wallpapers de chicas en pelotas que la empresa ofrece, no quiere decir que sea la manera más efectiva para decírmelo. Porque yo nunca llego al café y le cuento a mis amigos «miren qué buenos contenidos compré hoy».

Otra que me (des)encanta es experiencia. Usa esta pasta dental y vive la experiencia… Crap. Otro término de uso interno que jamás debería ver la luz del día. Los estudios de comportamiento del consumidor dicen «hombres de alto nivel socioeconómico de 18 a 22 años ansían vivir experiencias extremas». Entonces vamos a ofrecerles experiencias en vez de invitarlos a saltar en paracaídas.

Nota no-tan-mental para la tribu del marketing (que me incluye): no le hables a tu público de la misma forma que le hablas a tu cliente. Son 2 faunas completamente diferentes, ESPECIALMENTE en el idioma.