El canto de sirena del «marketplace»

Llevo bastante tiempo escuchando ideas de negocios que invariablemente tienden a ubicarse entre oferta y demanda (maldigamos colectivamente a Uber), como si esa fuera la garantía mágica de rentabilidad: X tipo de transacción ocurre, yo puedo hacer que ocurran en mi jardín vallado y ganar comisiones en el proceso.

X es cualquier cosa desde servicios “auténticos” para turistas, a citas en salones de belleza, a paseadores de perros.

Y no está terriblemente mal querer colgarse y extraer valor de esas dinámicas preexistentes, pero hay que tener cuidado con un par de cosas:

  1. Pasas a tener que convencer a dos audiencias muy diferentes de que tú traes la solución correcta y deben dejar de buscar alternativas.
  2. Tener un gran éxito con una de las audiencias solo es el primer paso para intentar convencer a la otra. El segundo paso es que tu solución sea la buena para ellos.
  3. Tendrás un porcentaje menor del valor global de las transacciones, mientras asumes un altísimo porcentaje de riesgo que no se contrarresta con términos y condiciones defensivos.
  4. Aunque tus términos sean correctos, tu reputación recibe todos los golpes. Mientras que el cuidador de hurones semi-anónimo resiste accidentes siendo insolvente y su reputación está atomizada entre clientes que no se conocen entre sí, tu reputación se agrieta globalmente cada vez que alguien dice «Compré X via abcPlace y salió mal, never again». No serás enjuiciable, pero dejas de ser confiable; bastante peor.
  5. En las presentaciones de este tipo de negocios se suele poner énfasis en evaluar a los prestadores de servicios para evitar indeseables. Se compromete mucha energía en contratar un equipo de evaluadores y desarrollar métodos de detección de manzanas podridas. ¿No sería productivo invertir todo eso en contratar plomeros?

Instintivamente me parece una posición débil, comparada con identificar demanda para un producto o servicio y proveerlo, quedándote con márgenes amplios. Como los perros huelen el miedo, creo que los clientes huelen la falta de compromiso en el que dice «Yo solo los conecto, la relación es entre ustedes».

Para cerrarme el pico, por supuesto están los Uber, Airbnb y compañía. También para mostrarte que este segmento de mercado no tiene absolutamente nada reservado para los moderados. Go big, or go nowhere.

Aprender a emprender: Founder Institute en México DF

Screenshot 2014-12-02 15.21.52Cualquiera que haya pasado por este blog sabe que me interesa (y me preocupa) el estado del ecosistema de emprendimiento mexicano. Y también que, si bien hay variados factores preocupantes, el que más me llama la atención es el nivel educativo que padecen los que aspiran a emprender en México.

Con esta curiosidad, cuando Celeste me acercó la idea de organizar una generación de Founder Institute en México para 2015, aplaudí de gusto y acepté corriendo.

Founder Institute es una aceleradora de ideas que opera en más de 70 ciudades y ya lanzó más de 1000 startups. Me gusta su programa más que el de otras incubadoras/aceleradoras del mercado porque:

  • Hacen un análisis psicométrico a cada aspirante. Este estudio es un excelente predictor de la aptitud del aspirante para lidiar con todos los aspectos de un emprendimiento. Quienes pasan esta prueba y resultan aceptados en el programa tienen alta probabilidad de éxito.
  • Al entrar en la etapa de idea, FI actúa antes. Otras aceleradoras entran al momento en que ya existe un prototipo del producto en marcha, por ejemplo. Al entrar antes es posible validar y corregir rumbos antes de quemar recursos detrás de objetivos mal definidos.
  • El formato es más similar a un programa de entrenamiento dirigido a gente que tiene una startup en mente. Es -pienso yo- una relación entre FI y la startup más transparente que el de inversión más mentoría standard en incubadoras.

La ventaja que le veo a esto es que al final del proceso el emprendedor tiene una empresa constituída, que ya pasó por varias rondas de crítica y redefinición, lista pasa salir a ofrecer un producto o conseguir inversión si fuera necesario. Pero no me lo creas solo a mí: mientras que según varias estadísticas solo un 10% de las startups sobreviven el primer par de años, de las que pasan por Founder Institute, 87% sobreviven por tener bases más sólidas y una red de soporte mundial.

Como parte de las actividades de difusión, tenemos planeados varios eventos, comenzando con uno el próximo miércoles 10 de diciembre a las 19:00 en ThePool.mx. Tenemos invitados a graduados de generaciones anteriores para que cuenten su experiencia y habrá una barra cerveza y mezcal para brindar por futuros éxitos.

Para saber más sobre el programa y registrarse como aspirante, toda la info está en FI.co. Vamos a aprender un montón.

Gracias por nada, INADEM, no te necesitamos

Se armó revuelo por la asignación de subsidios del Instituto Nacional del Emprendedor. Coincido con la mitad de las quejas que circulan por mis diversos timelines:

  • Es vergonzoso que un instituto que nace con el mandato de distribuir ayudas y subsidios para fomentar la actividad económica del país, tenga un subejercicio, así sea del 1% de su presupuesto.
  • El proceso no fue transparente en (casi?) ningún punto. No se conoce qué experiencia/preparación tienen los evaluadores, no hay una indicación clara de los criterios que informaron cada decisión, los comentarios que solo algunas solicitudes recibieron son poco claros.
  • Primó la burocracia sobre la misión del Instituto: muchas de las solicitudes tenían errores o faltantes salvables pero no hubo una ronda de retroalimentación para revisar presentaciones.
  • Darle fondos a Coppel, Sigma, Volvo y hasta Chilim Balam (que ya fue un caso destacado de Endeavor hace unos 10 años) da una idea de lo torcido que estuvo el proceso de regaloasignación de fondos. Pero esto tiene una defensa TAN fácil que no sé por qué no circuló ya (más abajo).
  • El que decidió darle 8 millones de pesos a «Reality: El Emprendedor» es corrupto o descerebrado. En ambos casos, no debería estar trabajando en el INADEM.

Ahora, de todas las críticas que leí estos últimos días, ninguna se acercó a los que creo son los principales problemas que enfrenta el emprendedor digital mexicano cuando busca fondos.

Por alguna misteriosa causa un importante grupo de gente relacionada a emprendimientos digitales se olvidó convenientemente de los mantras que pueblan su día a día («fail fast!», «valida tu negocio», «smart money > just money», etc.) y decidió que el INADEM era su nuevo mejor amigo, hasta que se enteraron de la vil traición.

Estado, gobierno y otras alimañas

Mientras que el Estado es una entidad bastante real, que detenta recursos, derechos y obligaciones, el gobierno es un monstruo efímero, compuesto por una horda de maleantes que solo viven para alcanzar ese sueño, contratados por el capricho y la conveniencia personal de masas iletradas para tomar decisiones sobre los recursos, derechos y obligaciones del Estado, cosa que perpetran con todo desparpajo, conscientes de una impunidad total.

¿Es ese el «socio» ideal que necesitas en este momento -frágil- de la vida de tu startup?

Leí una cantidad importante de tweets diciendo cosas cercanas a «El presupuesto del INADEM es de todos nosotros, que lo repartan bien». Nada más lejos de la realidad. El Estado es una entidad absolutamente separada de los ciudadanos (o intenta salir de la cárcel diciendo «Yo pagué por esta puerta, denme una llave») y, una vez tomada una decisión sobre el presupuesto, esta se ejecuta -bien o mal- guste a quien le guste.

Supongo que muchos eran conscientes que el Estado Nacional no se convertiría en socio minoritario de mitaquito.ly, pero igual pidieron fondos. Creo que podrían haberse ahorrado horas y horas de conferencias sobre cómo conseguir inversores en tu espacio o co-founders con plata, resumiéndolo solo a «a caballo con presupuesto regalado no se le miran los dientes». Hay varios narcos que quieren lavar plata a toda costa, quizás ahí haya plata fácil también.

Zombie startups y otras desgracias

Un día me espetó un emprendedor «Llevo 5 años tratando de desarrollar mi portal turístico y nadie me da dinero». Al preguntarle hasta dónde había llegado y dónde se había trabado, me mató «Si me dan la lana, lo hago». Quedó un poco molesto cuando le dije que si en 5 años no había tentado al socio financiero quizás sus ideas eran un poco estúpidas y no le interesaban a nadie.

En los años que llevo observando el mercado, conociendo gente, aconsejando a algunos, financiando a otros, me topo con los mismos nombres una y otra vez. Proyectos que nacen con la convocatoria de un «concurso de startups» y después pasan a incubadoras 1, 2 y 3 mientras tratan de conseguir algunos clientes y sueñan con alguien que por fin les ponga un maletín de dinero en la mesa para poder cobrar sus sueldos atrasados dos años.

Esto no debería ser sorpresa para nadie, pero son MUY POCOS los que llegan a la incubadora 3 sin divorciarse antes, y todavía son menos los que terminan convenciendo a un angel investor o micro-VC para que apueste unos $200,000 en ellos «para escalar, no para subsistir».

¿Cuánto estarías dispuesto a apostar en contra de que una amplia mayoría de las startups digitales que pidieron plata del INADEM no logran convencer a clientes ni a inversores post-incubadora de ponerles plata, entonces salen a agarrar lo que caiga?

Outliers y otros bestsellers

A los emprendedores digitales nos gusta presentarnos como tipos «distintos». Gente que trabaja para cambiar el mundo, aunque el camino elegido sea un clon de otras empresas ya exitosas. Somos raros, somos cultos, estudiamos hasta la exasperación la mejor manera de hacer café y cuando se presenta un nuevo lenguaje de programación, ya lo usábamos desde antes que naciera su creador.

Cuando el emprendedor digital piensa en un problema y su monumental intelecto pergeña una solución cándida e innovadora, muchas veces resulta incomprendido, teniendo que luchar contra innumerables adversidades con tal de que su idea vea la luz (y cambie el mundo, que es lo que todos los que fundaron cuponeras querían). Su madre no entiende por qué no trabaja en algún lugar más comprensible para sus compañeras de bingo, su padre jamás le perdonará que no se haya hecho contador y su novia se está empezando a cansar del olor a ombligo añejo que emana cuando se levanta de un hackathon de 36 horas sentado.

Ese personaje y su cuidada imagen personal, fruto de incontables A/B tests realizados en eventos de emprendedores, es quien fue a pararse frente al INADEM a pedir dinero.

Al más grande minimocomundenominadorizador del país, fue a presentarle su proyecto «rarito» y a decirle que quería plata de todos los mexicanos para poder subsistir un rato más y no estudiar contabilidad como los Godinez del mundo, con perdón de los presentes, honorables evaluadores burócratas divinos asalariados culeros.

Y acá se explica perfectamente por qué es un poco más fácil para los Coppel, Sigma y Volvo del mundo conseguir esta plata: porque en general, se va a convertir en sueldos. Empleados declarados, fiscalizables, jubilables y rastreables que pasan a formar parte de la tan deseada «formalidad», cosa que coincide bastante más con el objetivo general del Estado de generar mayor bienestar y orden a la población, que 3 chicos armando el próximo «AirBnB, pero para paquetes de kleenex a medio usar» que necesitan comprar AdWords.

Agujeros negros y otras oportunidades

Creo que está claro por qué creo que el INADEM puede hacer poco por el «ecosistema» de startups internéticas mexicanas (más allá de disparar fajos de dinero), pero esto no significa que ese ecosistema tenga todo resuelto. Nada más lejos.

Recién acaba de poblarse el sector de incubadoras/aceleradoras y eso Es-Algo-Bueno. El problema es que entre los $40,000 a $50,000 dólares que pone una incubadora y el millón que pone un VC «serio» en una startup mexicana, no hay nada (y están abiertos los comentarios para que me saquen de mi error). Saltar de una incubadora a otra es una anomalía que muestra que tanto los tiempos de este mercado son más lentos y los montos disponibles en cada nivel no terminan de cubrir todo el espectro.

Todavía no termino de descifrar cuál es el factor central que ocasiona esta ausencia de inversiones entre $150,000 y 250,000 que servirían para tomar un negocio presumiblemente evaluado, estabilizado y orientado dentro de una incubadora y hacerlo crecer durante un año o dos. No sé si el costo de administrar esas inversiones es demasiado alto o si la idiosincracia del inversor mexicano tome esos montos como una apuesta demasiado grande para un proyecto tan poco probado.

La buena noticia es que un boleto de avión a San Francisco cuesta unos $600 y allí hay HORDAS de inversores que se ocupan específicamente de este segmento, les sobra la plata y están ansiosos por escuchar tu pitch… a menos que no sea TAN bueno, pero ese es tema para otro post.

Los inversores de ese rango no van a aparecer antes de Navidad, ni este año ni el próximo. Lo bueno es que YA HAY EN MÉXICO un segmento de inversores que pueden tomar la antorcha y marcarle el camino a los cobardesque vengan: las mismas incubadoras. ¿Quién está mejor capacitado para analizar la viabilidad y el futuro de un proyecto que quien lo hizo realidad? ¿Qué mejor señal necesitan los inversores «grandes» que una segunda apuesta por parte de quien conoce las tripas de un negocio?

¿Qué mejor filtro para el resto del mercado que una incubadora diga NO y «gradúe» a un proyecto sin ponerle dinero adicional? Nos libraríamos de muchos zombies, por fin alguien cumpliría con la máxima de «fallar rápido e informativamente», habría jóvenes entusiastas que en lugar de agonizar 3 años quemando dinero de incubadoras, estarían disponibles para dedicarle energía a proyectos nuevos (y ellos serían los «veteranos» del circuito incubador).

Conclusiones y otras muestras de pereza intelectual

  1. Por favor comienza a mirar otros ombligos: «Emprendedor» para el Estado mexicano no significa exclusivamente «tipito levantando una startup de la nada».
  2. Por favor date cuenta que si nadie (ni el Estado benefactor!) quiere poner plata en tu proyecto, puede no ser tan interesante (o escalable, o generador de empleo, o a largo plazo) como te parece.
  3. Es bueno que exista el INADEM. Si no empiezan a hacer este tipo de desastres cuanto antes, jamás estarán en condiciones de hacerlo verdaderamente bien en unas 8-10 iteraciones.
  4. Lo cual no significa que tenga que ser bueno PARA TÍ. En general «disrupción», «innovación», «desintermediación» y otros neologismos que se recitan en eventos y prensa adictaespecializada, no le hacen cosquillas en el lugar correcto a los funcionarios que tienen que leer demasiadas solicitudes en tan pocos días.
  5. Ni está tan cool que le pidas subsidios al Estado para alargar la agonía de tu sueño guajiro, ni se debería ver bien que pases por 500 incubadoras (see what I did there?) antes de pasar al segundo nivel, sea avanzar o morir.
  6. Las incubadoras están en una posición privilegiada para dirigir la primera ronda/segunda vuelta de capital «serio» a los proyectos que valgan la pena, reduciendo la incertidumbre y abriendo el juego a otros participantes del mercado.

Sobre startups, buzzwords, incubadoras y optimismo

Y no necesariamente en ese orden.

El jueves pasado publiqué un artículo en ALT1040 donde doy un vistazo al panorama emprendedor tecnológico de México. Fui bastante duro en algunas apreciaciones, generalicé bastante en todas, pero estoy contento con las reacciones que desperté, 99% de acuerdo en todo o parte, 100% de acuerdo en que son temas que hay que tocar para que no se nos pierda de vista que falta mucho todavía.

De todas las respuestas, la más extensa y meditada fue la de Eme Morato en StartupBuzz.la, donde recorre más o menos en orden las ideas que expresé, cosa que ni yo hice mientras escribía. Voy a tratar de responder a lo que me parece impreciso y seguro me voy a desviar, pero en general coincido con todas sus propuestas, así que mejor ir a leerlo y regresar.

¡Soy optimista!

Es lo primero que quiero aclarar. Creo a ciegas en el tremendo potencial de México para convertirse en un polo tecnológico y de innovación. Mi postura «negativa» es hacia el sistema educativo y el entorno cultural actual de México: quien quiera convertirse en un líder de pensamiento e innovación, deberá hacerlo A PESAR de la educación que él y sus padres recibieron. En México hay humanos con un potencial infinito, como en el resto del mundo. También hay condiciones económicas que pueden colaborar con la concreción de ese potencial, a la par que el entorno cultural y educativo conspiran activamente en contra de ello, como otras veces intenté hacerlo notar.

Si me preocupo por las condiciones actuales es porque el futuro también me entusiasma y quisiera ver un camino más claro, vía la unión de fuerzas oficiales y privadas para allanar ese camino.

¡Y hay un montón de talento!

Ser la economía número 13 o 14 del mundo según a quién le pregunten, no ocurre en un vacío. Mucho de eso está atado al petróleo o la manufactura y el comercio exterior, pero sería miope pensar que no hay «derrama» de esos talentos de producción, management y otras áreas de negocio hacia el resto de la economía.

Lo que ocurre, al margen del porcentaje marginal de gente que sale top of the class de una universidad elitesca, con un par de cursos o intercambios en otros países, es que es tan grande el porcentaje de talento incompleto del que hablo en el artículo original, que afecta negativamente el desarrollo del potencial innovador tecnológico conjunto de la economía.

Esto viene de múltiples experiencias vistas y vividas en las empresas que participé: las referencias culturales «generales» tienen influencia en las estructuras de pensamiento y pueden ser decisivas en la capacidad de interacción de un individuo, complementando o disminuyendo su capacidad de desarrollar tareas complejas de manera autónoma y de trabajo en equipo. Piensa en ello la próxima vez que te preguntes «¿Por qué tengo que estar explicando algo tan básico, en primer lugar?» como yo lo estoy haciendo en este instante.

Di NO a Lean Startup como sustituto de un cerebro

Lean Startup, para quien no conoce el tema, es una tecno-religión cuyo postulado más visible es que al momento de conformar una startup y su oferta, en lugar de quemar toda la energía disponible en un solo disparo (por ejemplo encerrándose 6 meses a desarrollar software antes de lanzarlo), hay que ir dando pasos más pequeños y manejables, testeando cada avance contra un hipotético mercado, para asegurarse que no se está incendiando dinero ni energía. Como diría cualquier abuelo: en resumen, no ser un imbécil con el dinero,  tiempo y esfuerzo de los socios.

Es claro que guías como LS sirven y allanan algunas porciones del camino, pero los humanos se radicalizan y comienzan a rezarle a San Eric Ries como si fuera la respuesta a todas las preguntas, hechas o no. Tengo varias observaciones sobre esto:

  • Tiendo a desconfiar de los que proponen recetas mágicas para empresas, y viven de los libros y presentaciones que dan. Mejor habla de lo que haces, no de lo que crees saber. Prefiero correr el riesgo de equivocarme alguna vez, antes que resignar este principio.
  • Aunque Morato está 100% en lo cierto: es la aplicación del método científico a la decisión de desarrollar una aplicación con determinadas funciones o no, eso suena grandilocuente. Lo llamemos compendio de sentido común, y reconozcamos que Dale Carnegie ya ganó el premio a las obviedades impresas diciendo «si quiere relacionarse mejor con los humanos, apréndase el nombre de su interlocutor».
  • Este tipo de cosas  son «muletas» artificiales que se vuelven redundantes cuando se eleva el nivel de educación promedio del mercado. Si a cada persona que quiere poner un negocio le tienes que explicar que no tiene que ser idiota con el dinero, hay un problema a largo plazo en toda la economía.
  • Cuenta la leyenda que cuando hacían la investigación de mercado que regiría la comunicación de la línea de faxes de Xerox, la respuesta unánime fue que nadie quería mandar cartas por teléfono. Henry Ford dicequedijo «Si le preguntas a la gente qué quiere, te responderán que un caballo más rápido.» Yo sigo sin querer que fotos mías reciban likes de ex-compañeras de escuela de mi esposa, pero ahí está Facebook. Hay ideas que resisten todo intento de exploración con el público, mientras que hay otras imposibles de redimir, no importa la cantidad de iteraciones que intentes.
  • Supongamos que después de varios ciclos de ensayo y error, se llega a la conclusión que no había un negocio viable atrás de las intuiciones de los emprendedores. La lógica dicta que uno guarda los instrumentos, regresa a cero, piensa en otra cosa y, si la energía subsiste, comienza de nuevo. El mensaje que más veces escuché en los últimos años es «¡PIVOTEA!», que es un anglicismo usado para «Haz otra cosa, no te salgas de la vorágine, sigue en el juego, aunque tu primer intento se desmoronó hace 5 minutos, ya que tienes la boca abierta grita algo y cambiemos de rumbo.»
    • Entonces terminas haciendo el enorme esfuerzo y sacrificio personal que implica montar un negocio de cualquier tipo, para algo que no estaba en tus intereses originales. Un proyecto que comienza para hacerle la vida fácil a los dueños de iguanas se transforma para proveer estadísticas a laboratorios de productos veterinarios, o algo peor. Soul sucking.
    • Según quienes emiten la mayor cantidad de loas a los proyectos pivoteantes, la presión para pivotear viene de quienes ya tienen dinero puesto en el proyecto, llámese incubadora o inversor ángel: «Qué bien que no incendiaron la plata en esa idea fumada, ahora vayan a armar algo con mejores perspectivas de darme un exit

Endeudarse vía inversión externa

Una de las ventajas de tener 21 años de experiencia en el mercado es que mucha gente intuye que sabes de qué hablas, pero ese no fue el caso de la explicación sobre cómo las incubadoras no dan un préstamo, sino es una inversión en toda regla, etc.

Vamos paso a paso, porque  parece que falta un refresher. Además, me gustaron los bullets del apartado anterior.

  • Las incubadoras, aceleradoras y fondos de capital de riesgo son intermediarios financieros en general (hay excepciones). Reciben dinero de varias fuentes, con el mandato de invertirlo en proyectos de alto potencial de crecimiento y eso es equivalente a alto riesgo.
  • Por el momento de inversión y lo volátil del valor futuro, compran un porcentaje de la compañía muy barato. Digamos 10% por USD 20,000.
  • Cuando 3 años después la empresa explotó y se vende por USD 10,000,000, les debes USD 1,000,000 por su 10% de acciones (dejando de lado dilución y otros matices de la vida accionaria).

De lo que se desprenden algunas conclusiones:

  • Primero, por su condición de intermediarios financieros, tienen su propio conjunto de motivaciones, que no siempre coincide con los de sus incubados. Ejemplo: 500Startups cobra USD 6,000 por fundador por empresa y USD 3,000 por no-fundador, y si estás en NYC te cobran renta mensual por la oficina. Toma esta plata, creemos en tí, acá está la factura por nuestros servicios de incubación, nos debes USD 15,000 ya mismo. Sé de otra incubadora en el Cono Sur que formatea sus «term sheets» de manera que la inversión es efectivamente un crédito de condiciones más o menos duras. Te vaya como te vaya, les debes dinero desde el día 1.
  • Segundo: al momento de entrar en un proceso de incubación, el espíritu general es «Tienen una buena idea, la exploremos. Renuncien a sus trabajos y tomen esta plata para pagarse un sueldo básico así se concentran 100% en desarrollar el software/servicio/negocio. Mientras lo hacen, nosotros traemos a gente sabia para que los oriente y les organizamos la presentación en sociedad cuando estén listos.» ¿Eso vale un millón de dólares? Es evidente que si la diferencia está entre existir y no existir, sí. Pero si tienes unos años de experiencia y algo de dinero ahorrado, ¿no prefieres quedarte con ese millón y juntar los 20,000 de «inversión» de otra manera?
  • Y si no logras dar en el clavo, ¿vas a ponerte a hacer otra cosa con tal de mantenerte dentro del «ruido»? (esto engancha con el «pivot»).

Resumiendo, todos estos inversores cumplen una función en el mercado y han sido cruciales para la existencia de empresas que hoy admiramos de una u otra manera. Pero no son el tío bonachón que te pasa un billete para que lleves a tu chica a un mejor restaurant. Son actores financieros, con férrea intención de producir un retorno, a quienes (por supuesto que no todos operan igual, pero como imagen-shock sirve) pasas a deberle un porcentaje del valor futuro de tu empresa, mientras que ellos te facturan hasta por el kilometraje del mouse, le cobran a los proveedores de fondos un porcentaje de lo que ejecuten y ganan una cantidad interesante de dinero aunque el valor global de los exits sea $0. Algo alejado de la definición de socio en mi diccionario.

Un comentario que recibí en el artículo original ilustra esta desconexión entre el discurso de amigotes y la realidad del comportamiento de las incubadoras/fondos: yo propongo un modelo de autofinanciamiento al final y Guillermo me responde «generaciones de hombres de negocios atras construyeron sus imperios asi, nuestra generación quiere aprender también con esta oportunidad enorme de los fondos en México.» Ergo: estos fondos están poniendo dinero para que yo, joven y entusiasta, me eduque. Mientras que yo podría disfrazarme de hippie y aplaudir que ese perverso dinero capitalista se consuma en educación de jóvenes con espíritu emprendedor, creo que hay mejores formas de adquirir el conocimiento que firmar contratos redactados por los abogados de ellos. Se mire por donde se mire, no es una relación equilibrada.

No todo lo que brilla es un cheque en blanco

Cuando escribí en 2010 que sobraba dinero, pero faltaban emprendedores con ideas claras y rentableshabía USD 400,000,000 disponibles para inversiones de riesgo en México y no sabían a quién dárselo. El que pone sumas de esa magnitud en el mercado, espera ejecutar las inversiones, porque de no hacerlo se tragaría un alto costo de oportunidad por tener el dinero inactivo (simplificando).

Hoy, gracias a esta «fiebre emprendedora» que nos ocupa, sospecho que hay muchas más receptoras de inversión que se dieron a conocer o surgieron para capturar oportunidades, y suponiendo que los inversores no huyeron despavoridos, digamos que la cifra disponible aumentó 25% a quinientosmillonesdedólares. Yo no tengo datos suficientes como para escribirlo en piedra, pero lo dejo acá: ¿a alguien le parece que en México hubo ese volumen de inversión de riesgo en startups en el último par de años? ¿No creen que se notaría bastante más? Cualquier dato será bienvenido.

Ya me voy

Morato describe bien mis intenciones en algún párrafo: es deseable que en México se desarrolle un ambiente favorable a los emprendimientos tecnológicos, para encauzar la energía y el talento actualmente disponibles en el mercado y generar más de ambos. Contamos con ejemplos como el de Silicon Valley para extraer ideas que nos sirvan y evitar las partes indeseables. No es necesario clonar el modelo, porque no somos clones de USA, ni de California, ni hicimos lo mismo en las 6 décadas de desarrollo de SV. Mi obsesión particular: que en el camino de armar esto no se nos olviden los cimientos educativos, que son una bomba de tiempo para las capacidades de innovación y desarrollo de negocios tecnológicos de México. Hagamos que nuestros jóvenes se desarrollen apoyados en un sistema que los favorece y amplifica, en lugar de uno que hay que sacarse de encima rápido para que no interrumpa la educación.

Ya está, no jodo más. Terminé escribiendo más que para el artículo original. Esto es lo que creo, no puedo escribir algo sin mi personalidad y preconceptos inmiscuyéndose entre el dedo y la tecla. Si le sirve a alguien, me alegro. Si me equivoco, hay espacio para responder abajo. Si opinas diferente, yo opino diferente y acá lo puse.

Next.LA, estaría loco si no lo hiciera

Ayer nació Next.LA, un servicio de hosting para medios digitales que es la expresión pura de lo que más me gusta: me gusta que crezcan los medios digitales independientes, me gusta que más gente tenga voz y se disemine más información, y me encanta configurar y optimizar servidores.

Next.LA - Hosting profesional para medios digitales.

Next.LA – Hosting profesional para medios digitales.

Es algo que hago desde 1997, cuando junté coraje y abrí mi primera cuenta de hosting y comencé a «poner en línea» a clientes y amigos como un hobby extravagante.

Ponerle nombre y cara al público significa también el paso desde el hobby hacia la actividad principal, un compromiso de inversión y las ganas de cumplir el aforismo que le enjaretan a Confucio: «Aquel a quien le gusta su trabajo, no trabaja ni un día de su vida» (traducción liberal del mandarín antiguo).

Si tiene que haber un «por qué», este es: he conocido a mucha gente que, queriendo establecer un medio digital como actividad profesional, tuvieron que enfrentarse con cuestiones técnicas que terminaron generando costos ya sea en términos de servicios o personal. Todavía la cuestión tecnológica está demasiado pegada a los temas de publishing en Internet. Apunto a simplificar eso a fuerza de experiencia, procesos automatizados y ganas de hacer realidad los proyectos de otros, para un grupo más o menos reducido de clientes que equilibre la carga de trabajo con el nivel de servicio.

Además, armé niveles de oferta que calman dolores de crecimiento: si por éxito y número de visitas necesitas pasar de un hosting básico convencional a tu propio servidor y contratar a alguien que lo administre, yo tengo un plan para eso que lo soluciona por 200 dólares. Así para los diferentes «saltos» en el ciclo de vida de un medio online.

Así que si conoces a gente que quiera montar un medio digital o el lugar donde están los tiene un poco ajustados, que se den un paseo por Next.LA, seguro algo bueno surgirá.

El camino hacia adelante, pensando exclusivamente en esto como un negocio, será arduo. Pero hace un tiempo llegué a una conclusión que me energiza: hacer lo que me gusta, en mis términos, es IGUAL de difícil que hacer algo porque «se ve bien en la bio» o es lo que «el mercado está demandando». Estaría loco si no lo hiciera.

Emprendedores, ¡despierten (temprano)!

Esta es una columna que publicó el diario El Universal el 4 de abril pasado.

Es urgente comenzar a inculcar espíritu y actitud emprendedora en nuestros estudiantes, para mejorar el perfil económico de México de cara al futuro.

“Es nuestro deber honrar a los arquitectos de nuestra prosperidad, a los grandes capitanes de la industria que han construido nuestras fábricas y ferrocarriles; a los fuertes que perseveran para generar riquezas con sus mentes y sus brazos. Porque es grande la deuda que nuestra nación tiene con quienes son como ellos”. Theodore Roosevelt.

Nótese cómo Roosevelt no se refirió a una profesión en particular, o a los consabidos servidores públicos que todos aprendemos a venerar en primaria: habla de “capitanes de la industria”, categoría reservada a emprendedores como JP Morgan, John D. Rockefeller, Andrew Carnegie, Andrew R. Mellon, quienes revolucionaron las industrias donde actuaron y dieron forma a la economía global como se conoció en el siglo XX.

Los grandes empresarios, los pioneros, los innovadores, los arriesgados, son quienes pasan a formar parte de la historia. Quienes construyen obras perdurables, piensan más allá de sí mismos y ven con claridad un futuro que resulta incierto para la mayoría, son los nuevos héroes y ejemplos a seguir que nuestros estudiantes se empeñan en ignorar.

Frente a 120 alumnos de los últimos años de carreras de marketing, publicidad y diseño gráfico en una universidad al sur de la ciudad de México, lancé una de las preguntas habituales cuando doy una charla sobre emprendimiento: ¿Cuántos de ustedes trabajan ya?

Con cuatro manos levantadas, la contestación a “¿y quién ya fundó una empresa?” tuvo una respuesta triste como evidente.

Este es solamente un botón de muestra que pone en evidencia una condición que el ecosistema universitario (privado, en particular) parece desconocer: los estudiantes universitarios mexicanos no tienen ningún interés en desarrollarse laboralmente mientras estudian, situación cómoda y pueril que cuenta con la complicidad tanto de padres como de la “industria” educativa.

Y de ahí a pensar en fundar un negocio parece haber otro universo de distancia.

Formo parte del Consejo de Pase Usted Genera, una iniciativa que seleccionará e impulsará a jóvenes emprendedores con 10 proyectos tecnológicos que mejoren la vida urbana en México, a través de un proceso de evaluación para asignarles fondos, recursos y tutores que brinden asesoría a estos proyectos hasta dar forma al negocio.

Me encantaría ver que las solicitudes nos desborden y el proceso se nos salga de las manos, pero mi experiencia me dice que no ocurrirá tal cosa.

Mientras que en EU el culto al emprendedor es evidente, al sur de la frontera se observa con suspicacia al que por sus propios medios y enarbolando sus ideales, cambió la realidad que le tocó vivir. Bill Gates (Microsoft), Steve Jobs (Apple), Mark Zuckerberg (Facebook), Larry Page y Sergei Brin (Google), Matt Mullenweg (WordPress -Automattic), todos ellos dirigían empresas reconocidas y contaban con importantes fortunas personales alrededor de los 25 años. Aquí nuestros “capitanes de la industria” rondan los 70 y apostamos sobre el año de su retiro.

Es crucial dar un golpe de timón cuanto antes y comenzar a impulsar a los jóvenes para que adopten el credo emprendedor y comiencen a desarrollar empresas nuevas.

Es necesario un cambio educativo, con agendas de clases que permitan a los estudiantes trabajar mientras desarrollan su carrera, para ampliar sus perspectivas y socializar con un grupo más diverso. Un estudiante que reconoce el valor de su propio tiempo, no lo desperdicia y es un mejor alumno. Un profesor dará mejores clases si es cuestionado por alumnos capaces de opinar con fundamento sobre un tema, en vez de recitar la currícula ante un aula de zombis.

Los padres, por candidez —supongo— creen que trabajar es una “carga” que es mejor “evitarles” a sus “niños” para que no se distraigan en el estudio. Ya que ellos han logrado ahorrar para pagar por la carrera, no es necesario someter al retoño al “sacrificio”. Cambiar esa actitud es esencial para que se reconozca el valor del esfuerzo personal, en vez de incitar a esquivarlo. Trabajar forma el carácter y fomenta la independencia. Los solterones de 35 que viven con mamá no suelen ser grandes revolucionarios.

Al gobierno, se le agradecerán apoyos para empresas en formación, como los de los programas Prosoft y Promedia. Hay que entender los emprendimientos tecnológicos como motores del desarrollo y reconocer su impacto en la economía nacional.

No abogo en pro del emprendimiento relacionado a la tecnología por ser mi ámbito favorito. Ampliemos un poco la definición: me refiero a emprendimientos que tengan base en ideas nuevas, patentables, exportables, franquiciables, escalables, generadores de empleo; donde la tecnología existente (o futura) se aproveche para hacer un mejor negocio. Como contraste: ningún Roosevelt del futuro va a rendir honores a los fotógrafos de bodas, ni a productores de jabón de nopal.

Es necesario despertar los emprendedores escondidos entre nuestros estudiantes.

Si fuera posible, ayer.