Cuarenta

Me dio más susto en octubre que ahora en noviembre. Entro a los 40cuarentaCUARENTA en calma.

Alberto Cortez le dio mala fama a esta fecha, un estigma trágico de frontera, de punto de inflexión. Sinceramente espero durar más de 80 años, pero al mismo tiempo no sé si vale la pena aferrarse tanto que se difuminen los recuerdos y las sonrisas.

Mi «tradición» (en su tercera temporada) de sacar cuentas cada 5 años no muestra todo lo que pasó. Entre la última vez que miré alrededor y hoy, pasaron vidas enteras.

Crecí. «Maduré» para acompañar las canas que llegaron sin pedir mi opinión. Me entiendo mejor, y también me pregunto menos cosas. Fluyo. Aprendí a conciliar cosas, facetas mías que a veces intenté separar u ocultar sin mayor excusa. Me siguen inflamando las mismas injusticias, me siguen erizando las mismas sinrazones, y también descubrí que me puede invadir y habitar una empatía asombrosa ante un desconocido.

Entro a los cuarenta casado con una mujer con la que no me hubiera atrevido a soñar, porque era descabellado. Con dos hijos que me enseñan cosas nuevas cada día, de los que quiero contagiarme cada día el valor desmedido, sonriente, y el amor presto. Tengo amigos que toleran mis asados. Tengo una empresa, la novena, que me entusiasma igual que la primera, hace dieciocho años. Tengo suerte. MI suerte.

Hoy es un día como cualquiera, el que cambió bastante soy yo. Pero no soy otro. Soy YO, completo.

Next.LA, estaría loco si no lo hiciera

Ayer nació Next.LA, un servicio de hosting para medios digitales que es la expresión pura de lo que más me gusta: me gusta que crezcan los medios digitales independientes, me gusta que más gente tenga voz y se disemine más información, y me encanta configurar y optimizar servidores.

Next.LA - Hosting profesional para medios digitales.

Next.LA – Hosting profesional para medios digitales.

Es algo que hago desde 1997, cuando junté coraje y abrí mi primera cuenta de hosting y comencé a «poner en línea» a clientes y amigos como un hobby extravagante.

Ponerle nombre y cara al público significa también el paso desde el hobby hacia la actividad principal, un compromiso de inversión y las ganas de cumplir el aforismo que le enjaretan a Confucio: «Aquel a quien le gusta su trabajo, no trabaja ni un día de su vida» (traducción liberal del mandarín antiguo).

Si tiene que haber un «por qué», este es: he conocido a mucha gente que, queriendo establecer un medio digital como actividad profesional, tuvieron que enfrentarse con cuestiones técnicas que terminaron generando costos ya sea en términos de servicios o personal. Todavía la cuestión tecnológica está demasiado pegada a los temas de publishing en Internet. Apunto a simplificar eso a fuerza de experiencia, procesos automatizados y ganas de hacer realidad los proyectos de otros, para un grupo más o menos reducido de clientes que equilibre la carga de trabajo con el nivel de servicio.

Además, armé niveles de oferta que calman dolores de crecimiento: si por éxito y número de visitas necesitas pasar de un hosting básico convencional a tu propio servidor y contratar a alguien que lo administre, yo tengo un plan para eso que lo soluciona por 200 dólares. Así para los diferentes «saltos» en el ciclo de vida de un medio online.

Así que si conoces a gente que quiera montar un medio digital o el lugar donde están los tiene un poco ajustados, que se den un paseo por Next.LA, seguro algo bueno surgirá.

El camino hacia adelante, pensando exclusivamente en esto como un negocio, será arduo. Pero hace un tiempo llegué a una conclusión que me energiza: hacer lo que me gusta, en mis términos, es IGUAL de difícil que hacer algo porque «se ve bien en la bio» o es lo que «el mercado está demandando». Estaría loco si no lo hiciera.

Superhumanos y superpoderes entre nosotros

A esta altura muchos conocen la historia de Rick y Dick Hoyt: padre e hijo que compiten en maratones y competencias IronMan de todo el mundo, uno de ellos en silla de ruedas (y en canoa, asiento especial en bici y lo que haga falta para llegar a la meta juntos).

Hace poco, una abuela centenaria saltó en paracaídas para festejar su cumpleaños 102 (no te pierdas la sonrisa a los 21 segundos):

Y ayer descubrí a Pascale Honore y Tyron Swan, dos personas que practican surf sobre dos piernas:

Mientras me secaba las lágrimas, recordé esta presentación en TED de Derek Sivers, donde postula que la única diferencia entre un orate solitario y el líder/iniciador de un movimiento, nace cuando el primer acólito se pone a seguirlo.

Parece desconectado con el tema de los videos anteriores, pero me parece esencial: lo único que necesitan todos para lograr cosas maravillosas, cosas que quienes no tenemos dificultades físicas consideramos difíciles e incluso inalcanzables, es a otro. No un ser supernatural, simplemente otra persona, con un poco de tiempo libre, y buena predisposición.

Pienso en esto mientras espero que mi hijo Lucca termine una sesión de rehabilitación física. No solo él me necesita, llevo casi dos años descubriendo que gracias a él yo crezco cada día.

Kintsukuroi o la vida rota queda siempre más linda

Uno no viene listo para enfrentar los desafíos de su tiempo. Toda la información que recibimos de chicos, viene de gente que tampoco estuvo lista para los propios.

Los da Vinci, los Tesla, Arquímedes y Jobs nos parecen adelantados, visionarios, cuando son simplemente personas que saben descifrar el presente y apropiarse de las posibilidades que tienen al alcance de la mano. Viven intensamente el hoy y se nutren de su entorno, porque si realmente vivieran en el futuro, todo su legado estaría en páginas de libros discutibles.

Aunque parezca una sobresimplificación, no deja de ser un don supremo que nos está vedado a los mortales rasos. Lo mejor que podemos hacer es descubrir esa carencia -o esas posibilidades- cuanto antes, para cambiar con un poco de suerte y viento a favor, el rumbo de nuestras vidas.

Y para intentar explicar por qué arranqué tan etéreo, creo que conviene viajar un poco al pasado.

En los alrededores de mis 5 años de vida, entre algunos ataques de asma y la ausencia suicida de toda prestancia futbolística, desarrollé una pasión voraz por la lectura, sabiamente alimentada por mis padres, que como gran porción de la clase media argentina veían en la cultura el camino más noble hacia la movilidad social.

Ese gusto por la lectura devino también en una visión un poco torcida de la realidad: más de una vez choqué contra el frío mundo (o los fríos nudillos de algún compañero de escuela) porque mi visión literaria de cómo debían ser las cosas no coincidía con cómo eran.

Llamémosle sensibilidad artística, y dejaré entrever que pasé mis años de secundaria y algunos de universidad soñando algunas historias fantásticas y escribiendo poesía de la que no me termino de avergonzar, por no-muy-misteriosas causas. Eso sí, para el teatro, la música y «las artes visuales» como aglutinador de las restantes musas, soy de piedra.

Me he quejado amargamente ya de haber dejado de leer. Lo que aprendí a ver hace poco es que también había dejado de soñar. En algún momento entre 1992 y 2000 pensé (o dejé que fuera pensado en mi lugar) que había que ser práctico, asegurarse un futuro tanto como se pueda y amoldarse a varias ideas preconcebidas de «carrera», «profesión», «vocación» y «éxito».

Acá estoy, con un título de Contador Público que me acercó muchas ventajas prácticas con el correr del tiempo, pero ninguna revelación estremecedora sobre mí mismo. Desde antes de comenzar la universidad yo trabajaba con computadoras y ese fue realmente mi primer amor profesional, pero cuando me tocó elegir la carrera, pensé que estudiar algo relacionado al campo de cómputo era más o menos limitante (1992 en Córdoba, Argentina), versus la posibilidad de conocer las tripas de la operación de empresas y negocios de cualquier ramo.

Lo suelo presentar como una decisión mega-inteligente tomada por un jovenzuelo en extremo maduro para su corta edad, pero -a la distancia- parece más una forma poco sexy de acomodarme a mi entorno que una epifanía.

Que no suene muy dark: he tenido una suerte monumental. Durante toda mi carrera profesional fui el tipo correcto en el momento justo y me funcionó a la perfección. Acepté ofertas e hice apuestas que siempre salieron bien para mí. La cosa es que casi nunca lo hice con amor. Se trataba más de no decir que no a buenas oportunidades que de seguir al corazón.

Cuando uno tiene un hijo, toda la vida cambia. Y Lucca en particular llegó con algunos desafíos extra, que nos costaron mucho en insomnio, tiempo de adaptación y todavía estamos aprendiendo a acompañarlo y allanarle el camino hacia el futuro. Nos paga con sonrisas y sueños brillantes, es un trato justo.

Kintsukuroi

Kintsukuroi

Entonces un día, al azar, me encontré con el concepto de kintsukuroi, que significa «reparar con oro». Es una tradición japonesa, que consiste en reparar objetos de cerámica con una laca que contiene oro o plata, como en la foto. El trasfondo tácito de la tradición es que el resultado es más bello por haber estado roto.

Este futuro que con Bárbara construimos para Lucca, y tooodos esos sueños brillantes que nos regala, son kintsukuroi. No sé predecir el futuro, pero a alguien con semejantes sonrisas solo le esperan cosas buenas.

Volviendo a mí, la cosa es que llevo 21 años desde que conseguí mi primer trabajo y cada vez que me toca recorrer esa historia, lo hago con más distancia, como si estuviera hablando de otro. Todas esas decisiones racionales, convenientes y rentables, tuvieron un «costo de oportunidad» en términos de las nulas ganas que tengo de repetirlas, por ejemplo.

Pero no TODO va tan así, según descubrí hace poco. Resulta que en 1995 conocí Internet, en 1997 renté mi primer servidor en una empresa de hosting (esa es toda otra historia, no tenía tarjeta de crédito y pagaba enviando cheques/giros por correo físico a nvision.com), y desde ahí siempre mantuve vivos varios websites de amigos y clientes, con un gusto inusitado.

El hosting y la ristra de partes móviles que implica siempre fue un hobby para mí. Lo veía como la extensión natural de mi actividad como programador y después facilitador de comunicación. Los pilotos de carreras aprenden de mecánica como la gente que publica cosas en Internet debe saber manejar los cimientos de esas publicaciones.

Ese hobby, me sorprendí, es la actividad profesional más extensa que desarrollé en mi vida. Y también es la actividad a la que siempre regresé. Mientras la programación dejaba de ser central para mí, o la publicidad perdía su encanto inicial, o nomás me ganaba la vagancia, siempre tenía un rato para masajear un server y robarle unos ciclos extra de performance.

Es difícil de explicar, y por eso le estoy dando tantas vueltas al asunto. Me genera una brutal disonancia cognitiva, porque tengo programado en la cabeza que la respuesta «correcta» a la tan temida pregunta «¿A qué te dedicas?» está más cerca de «Tengo una agencia de publicidad» o «Soy el CEO de X empresa» que «Me gusta tontear con computadoras sin interfaz gráfica», especialmente después de 20 años de «carrera».

Preconceptos sociales -artificiales, o’course- aparte, es indescriptible el gusto que me da diseñar plataformas de hosting y lo mucho que disfruto aprendiendo y experimentando sobre ideas nuevas a cada rato. Esta es exactamente la sensación a la que se refiere el refrán/aforismo «Elige un trabajo que te guste, y no tendrás que trabajar ni un día en tu vida», que atribuyen a Confucio. Mientras tanto, mis servers responden a unos 8,000,000 de visitantes al mes, y me divierto como un enano que se divierte.

¿Qué aprendo de todo esto? Kintsukuroi. Tengo que aprovechar los fragmentos «rescatables» de lo que hice hasta ahora, y agregarles el «oro» de estos descubrimientos recientes para ver si logro un resultado más bello que el anterior. Al final, sigo siendo el mismo que ayer, y tengo 21 años de experiencia en tecnología, comunicación y management; lo central es para qué los uso, y predigo que a partir de ahora vienen tiempos apasionantes.

Está bien, acepto que mis pasiones son raras, pero si conoces de alguien a quien el hosting le haya quedado chico, o su WordPress ande leeento, sería un excelente momento para ponernos en contacto. Yo, encantado.

Nueve

Hoy cumplí 9 años en México. Llegué en 2002, a visitar la sucursal de una empresa argentina de desarrollo web, por 3 meses.

En esos 3 meses recorrí la ciudad, conocí a todo un muestrario de fauna urbana, volé en parapente por muchos rincones del país y me enamoré de esta tierra de hospitalidad feroz y promesas que se cumplen a un ritmo que parece lento, pero engaña.

Unos 15 días antes de tomar mi vuelo de regreso, la maleta llena de sonrisas, me invitaron a seguir trabajando en la oficina local, cosa que acepté con gusto antes que terminaran la frase.

¿Qué mejor manera de convertirse en expatriado que con 3 meses de vacaciones en el paraíso disfrazadas de proyecto de cotizador de seguros de autos? Y lo que siguió fue simplemente espectacular.

Hoy México es mi casa, es la casa de mi esposa y aquí nacerá mi hij@. Llevo 9 años conociendo su historia y su gente, entendiendo sus tiempos y moldeando mi vida a sus ritmos. Nuestros ritmos.

Mi México. Suena bien, se siente perfecto.

Pobre 2011, la tiene MUY difícil

Las reflexiones de tipos satisfechos componen uno de los géneros literarios más aburridos que se conozcan.

Parece que la condición humana, o por lo menos una tradición arraigada muy profundo en nuestra cultura, exige que todo arte, toda expresión, nazca de algún desgarro interior.

Este no es el caso y esta fue suficiente advertencia, a partir de acá viene una cascada de autocongratulación y umbilicología.

Primero lo grande: me casé y todo alrededor del gran evento fue un sueñoviaje genial. Desde la planificación, el gran rejunte de amigos y familiares, una fiesta bru-tal y una luna de miel que no se acaba, todo lo que rodea a mi boda brilla en el punto más alto imaginable.

Sigue la vida en general: después de más de 15 años trabajando en empresas de diferentes tamaños, por primera vez pasé un año sin trajearme para ir a una oficina. Fue una experiencia espeluznante y muy educativa. No estuve totalmente inactivo, pero sí dispuse por primera vez en años de mucho tiempo para la autoexploración y el ocio relativamente creativo. También tuve oportunidad de dedicarle tiempo a proyectos como Pase Usted Genera y conocí gente interesante en el proceso.

Mirando hacia adentro, comencé a cuestionarme algunas creencias, por primera vez desde un punto algo más relevante que la rebeldía adolescente anti-religión-dogmática que habitualmente enarbolaba. Por primera vez me pregunté qué les enseñaría a mis -eventuales/futuros- hijos y me lo estoy respondiendo estudiando algunos textos budistas, una filosofía que (menos la parte mágicomística de la reencarnación) se acerca bastante a mi visión actual del mundo y nuestro papel sobre él.

Durante 2010 trabajé con gente que me enseñó mucho sobre nuevas industrias y mercados, y para 2011 surgieron proyectos que me entusiasman mucho, validando unos cuantos años de mantenerme en una línea clara y consistente. Hoy son más amigos que clientes y eso es lo mejor que me puede pasar.

Para el 2011 ya tengo en marcha algo de educación, parte para negocios y parte para el alma: un curso para vender en línea a PyMEs y compré una trompeta (!!!) como auto-regalo de cumpleaños. Ofrezco disculpas anticipadas a mis vecinos. Y creo que el producto que voy a vender en línea son tapones para oídos.

Soy un tipo con suerte en general (a pesar que en otras vidas me dí unos sustos bastante pesados), pero el 2010 fue DEMASIADO gentil conmigo, al 2011 le toca una tarea titánica para acercársele nomás (pista: comienza con be, termina con bé).

Treinta y cinco

Después de la última vez que saqué la cuenta, pasaron muchas cosas.

Los amigos siguen, y se sumaron algunos nuevos.

La arrogante presunción de saber qué quiero permanece intacta.

Reuní más historias para contar, y ninguna para callar.

Sigo con el ancla inquieta.

La mujer que por aquellos años dormía conmigo, ahora es mi esposa. En el camino aprendí que sí hay una diferencia.

La empresa que me desvelaba, ya no. Ahora me desvelan cosas más íntimas, mías, nuestras. Y hago bien.

Tengo treintaycinco. Se dice rápido, se piensa en calma.

Un browser más inteligente

Por estos días estoy trabajando/investigando varias cosas en paralelo:

  • Constitución de empresas en USA y servicios de cobranza por tarjeta de crédito
  • Ruby on Rails, siguiendo el tutorial de Michael Hartl y otros parecidos
  • Migración de MySQL a PostgreSQL, optimización y tuning
  • Lo habitual, paneles de control de servers, cuentas de email, etc.

Cada una de estas «series», conteniendo alrededor de 10 pestañas cada una, vive en una ventana diferente de mi browser favorito actual: Google Chrome. Esta configuración me resulta razonablemente cómoda, ya que puedo cambiar de entorno simplemente maximizando una ventana, y encuentro los ejes temáticos agrupados como mejor me parece.

Hasta allí todo bien, lo malo es que con 4 o 5 ventanas de 10 tabs cada una, cualquier browser se convierte en un caracol asmático en 30 minutos. Imagino que el 90% de la culpa la tienen sitios mal diseñados, sobrecargados de scripts, publicidad y embeds de video, saturados de Flash, etc. Hace unos días le disparaban a TechCrunch porque su homepage «pesa» casi 4Mb y es suficiente para trabar algunas PCs.

Si pudiera cerrar y recrear las ventanas según las necesite, la carga para el browser y mi CPU sería infinitamente menor, sin swap a disco y mucho más fluída para mí.

Hoy lo más parecido que hay son los bookmarks agrupados y la posibilidad de abrir todos de golpe en diferentes pestañas. Lo malo que tiene esto es que los bookmarks son fijos, y administrarlos es un PITA.

Necesito un browser que soporte diferentes «escritorios» y lleve la cuenta de los sites abiertos individualmente para cada escritorio, así si avanzo en la lectura del tutorial de Rails, el browser me lleva a la última página leída.

Una solución parcial para mí hoy es trabajar cada «escritorio» en un browser diferente: Safari, que no recuerda las páginas donde estaba al cerrar, sirve para lo más standard o bookmark-able, como mis cuentas de email y paneles de control; Chrome, Camino y Firefox para el resto, pero es ridículo tener cuatro browsers abiertos para algo que debería ser de lo más natural ahora que parece que toooodo el mundo se mueve hacia la nube: mucho browser, poca app local.

Habrá alguien más por ahí con el mismo patrón de uso del browser? Juntaremos suficiente número como para mandar a escribir un plugin?

Apareciendo

Aparecí en Emprende.la con Omar Mendoza y Arturo Garrido, vociferando sobre temas de emprendimiento en tecnología web en México, diciendo algunas cosas que podrían resultar interesantes y respirando fuerte sobre el mic.

Audio de Emprende.la

Días después estuve hablando con los equipos en incubación de Genera, hablando de las características comunes de las PyMEs y los emprendedores que las forman. Sobre el final de la charla, Alberto de Rutanet me ametralló a preguntas sobre composición societaria. Después una sesión 1a1 con Alfredo de Cursa.me/Bibliofía, quien abrió muy grandes los ojos cuando le recomendé contratar un actor para algunas actividades de la oficina. Fue en serio.

[youtube]http://www.youtube.com/watch?v=57hqHdxrDes[/youtube]

Estos ratos de evangelización me dejan una energía que dura días enteros. Voy a buscar más dosis 😉

Mensaje para Manuel

Vengo de dar una charla en la Universidad Intercontinental, parte de una serie de eventos alrededor de la campaña de Imagina Cuervo.

Con un título muy cortazariano, «Instrucciones para soñar», traté de contar mis experiencias trabajando y chocándome con varias realidades a lo -poco- largo de mi vida. El tipo de cosas que me hubiera gustado descubrir en los inicios de mi vida laboral.

Al final de la exposición se me acercó un Manuel (soy malo para los nombres, pero creo que era así) y me dijo que él tenía mucho espíritu emprendedor, era muy curioso y bueno en general, así que yo debería considerar ofrecerle trabajo. Yo no estoy contratando en este momento, pero le dije que se dé una vuelta por acá para mantenerse en contacto.

Ya que en cualquier momento caerá de visita, va un consejo: no esperes que te ofrezcan trabajo. Los puestos de trabajo son un bien escaso y las empresas los esconden (y los candidatos los desaprovechan miserablemente).

Mucho mejor estrategia: invéntate el puesto. Investiga un negocio, descubre una necesidad, asegúrate que haya una forma de ganar dinero resolviéndola. Con esa información empieza a hablar con gente: cuéntales tu idea, muéstrales el espacio que pretendes cubrir y explícales cómo con tus conocimientos del mercado y su experiencia en los negocios podrán ganar plata juntos.

Muéstrate preparado y seguro algo bueno va a salir. Y no te preocupes por el «robo de ideas», la gente está demasiado ocupada como para ponerse a experimentar con los sueños guajiros de otros.

Ponte en el lugar del otro. Cómo reaccionarías si 1) viene un desconocido y dice «págame un sueldo porque soy muy despierto» o 2) viene un desconocido y dice «déjame contarte una idea que tengo y podría generarnos dinero a ambos».

Y para mejorar tus chances: se hacen mejores negocios con amigos que entre desconocidos.

Y ojalá encuentres…

Curiosas maneras tiene el destino de recordarte que te está mirando.

Caminaba por un parque en El Escorial, cuando sentí el ruido que hacía una ardilla mientras se robaba una piña (de pino, no del Caribe).

Ardilla laboriosa

Ardilla laboriosa

Mientras acomodaba otra vez la cámara y me aprestaba a seguir caminando, se me acercó un lugareño de pelo blanco, voz cascada y pañuelo de tela con mocos de ayer.

«Allá más abajo donde hay césped más verde, las encuentras caminando tan campantes, mucho más cerca».

Seguimos caminando por una subida que ya no fue tan larga.

Entre resoplidos, que en él se entienden y en mí dan risa, sabiendo que la caza es una actividad muy extendida en España, pregunté si los vecinos las cazaban. Me dijo que no, que las ardillas de ese parque «son de la humanidad, ni una piña caída podemos sacar de acá». Pero él se roba una cada tanto y las hace germinar, para después plantar el futuro arbolito en algún rincón del pueblo. «Ya tengo unos siete u ocho pinos creciendo por ahí» -dice, con la seguridad de quien sabe que no todas las reglas merecen atención.

Me contó que su hermano trabaja en un puerto y rescató una ardilla «toda negra, y con una estrella blanca en la frente» de un contenedor. Ahora lo acompaña a todas partes, y tuvo que registrarla como mascota, vacunarla y presentarla a revisiones para viajar. Que su sobrino adiestra perros, y le quedan más celosos de lo debido: los dueños no tienen problemas, pero a veces un novio efusivo recibe un mordisco inesperado.

La subida había acabado y estábamos hablando en una esquina como dos viejas chismosas. Me recomendó dar una vuelta por el centro histórico del pueblo.

Se despidió diciendo «Y ojalá encuentres lo que estás cazando» sin saber que jamás olvidaré cómo me sentí al descubrir -por enésima vez- que ya lo tengo todo.

Borges se reiría

Alguien me va a ayudar a encontrar la cita correcta, tengo memoria de que alguna vez Borges dijo: «uno viaja por el mundo y lo único que te preguntan cuando regresas a Buenos Aires es: cómo nos ven a los argentinos allá?».

Desde arriba del Ecuador, la Tierra se ve como una semiesfera: abajo sólo hay 4 elefantes parados sobre una tortuga.

Cuando me preguntan «qué se dice en México sobre la crisis del campo?» y les contesto que no se dice nada, casi que puedo sentir los parpadeos acelerados al otro lado de la línea.

Volar en México

Una de las experiencias que recuerdo con más cariño de mis primeros años en México es la de volar en parapente. Conocí gente interesante, viajé por un montón de lugares que por poco se quedan fuera del mapa y… ¿debo recordarte que literalmente v-o-l-a-b-a?

Hurgando entre viejos CDs encontré unas cuantas fotos que hace tiempo no veía: Volando en parapente por México.

Enriquecer / simplificar

Me encontré con este cartoon de Hugh MacLeod, que describe perfectamente cómo vengo de la cabeza por estos días.

Enrich -> Simplify -> Enrich

Por estos días viví una vorágine de trabajo, con nuevos clientes, más gente en la agencia y nuevos proyectos para encarar, sumado a la mudanza de la oficina de AREA6 y mi propia mudanza una semana después (quien dijo que las mudanzas son uno de los eventos más estresantes, apenas rascó la superficie…).

Todo esto vino a «enriquecer» mi vida, de varias formas, ninguna de las cuales se parece al dinero en efectivo. Nuevos clientes y proyectos significan una administración más compleja, nueva casa significa martillazos en los dedos mientras instalo cortinas y estanterías, nuevas oficinas de AREA6 significan una hora y cuarto por viaje, a las 8 de la mañana y a las 9 de la noche.

Necesito enfrentar ahora la segunda mitad del ciclo, tengo que simplificar un poco. Son las 19:37 de un martes y todavía tengo pendientes un tercio de las cosas con que comencé el día. Siento la necesidad de recuperar los fines de semana y desacelerar un poco. No me quejo, todo lo que vino -hasta ahora- es positivo, pero no quiero chocar contra una pared y quemarme (adaptación libre de crash and burn, get it?).

Necesito comprarme zapatos, y un par de camisas nuevas. Salir a comer, volver a ver a viejos y nuevos amigos. Respetar el ciclo. Una vez cumplida esta fase, voy a estar listo para lo que viene.

Qué buen diario el Excelsior

Pero qué malos fotógrafos tiene 😉

El insomnio de unos días atrás comienza a dar -muy buenos- frutos y AREA6 aparece en el diario, gracias a la promoción que lanzamos para Armor All.

El detonador? Un video viral que preparamos para difundir la promo con un guiño cómplice y que llegó a la redacción del diario -juro- sin ninguna intervención de nuestra parte.

Toda una página del diario dedicada a una buena idea: no podría ser mejor.