Por deformación profesional, curiosidad inagotable y hobby relativamente rentable, sigo con atención el sector de pagos vía Internet en Latinoamérica y por eso las burradas que hacen algunos de los actores me llaman especialmente la atención.
Desde un tiempo atrás, comencé a recibir spam de DineroMail. Más específicamente Email Comercial No Solicitado (UCE en inglés). No tengo una relación comercial con DineroMail, no uso sus servicios para vender nada, ni tengo cuenta con ellos para comprar, como sí tengo en Paypal. Resumen: sorpresa.
Como tengo esta obsesión ya expuesta por saber quién vende mis datos y así caché a Buró de Crédito vendiendo sus bases de datos, al instante tuve idea de qué pasó: la única vez que interactué con DineroMail, fue para pagar una multa en Argentina. Una dependencia del Estado Argentino usa los servicios de DineroMail para cobrar vía tarjetas de crédito. Al momento del pago, ingresé una dirección de correo especialmente creada para ellos (ver imagen arriba) y a esa dirección llegó el spam.
Si usas DineroMail para vender y cobrar, es necesario que sepas que tu «socio de negocios» va a enviarle spam a TUS CLIENTES. Si no eres usuario y accidentalmente te cruzas con ellos porque alguien más decidió usar sus servicios, vas a recibir spam de parte de un tercero desconocido con quien no guardas ninguna relación.
Esa avaricia irresponsable típicamente tercermundista, fruto de legislación atrasada y sensación de impunidad, que hace elegir las peores prácticas de negocios disfrazadas de «growth hacking»: DineroMail le cobra al vendedor por cada transacción que se hace, y además, en lugar de ser invisible como proveedor de plataforma, se pone al frente ENTRE el comerciante y el cliente para conseguir una línea más en su base de datos. Vergonzoso.
Vergonzoso para mí, que todavía me sorprendo y cuento con reservas de vergüenza ajena. Las respuestas de su «portador de password de Twitter» fueron de una arrogancia y falta de empatía que pintan de cuerpo entero el estilo de la empresa para llevar adelante sus negocios.
DineroMail se apropia de la relación que con trabajo construye un comerciante en línea con sus clientes. Y si se lo permiten, se roba los datos que uno entrega cándidamente «al Estado» (ese extraño enemigo). Si hay algo para aplaudir en todo esto, son los huevos de acero de los responsables o el blindaje de sus oficinas.