Tagged! 8 secretos que no sabías (ni querías saber)

(English in parentheses under each secret) Hay un meme dando vueltas, que se trata de contar 8 cosas que no se conocen públicamente de uno mismo, y pasarle la carga a otras 8 personas. Llegó mi turno, así que a buscar trapitos para sacar al sol.

1- Por años dormí con la almohada pegada a la pared, para evitar que algún monstruo saliera de bajo la cama y me agarrara dormido.
(For years I slept with my pillow firmly against the wall, to avoid monsters to come from under my bed and catch me).

2- Fumé cigarrillos durante 10 años, hasta mayo del 2000. Fumo en pipa desde 2004, más o menos una pipa por semana. Colecciono pipas y he intentado hacer algunas, con diferentes grados de éxito.
(I smoked cigarettes for 10 years, until 2000. Since 2004 I’m a pipe smoker, around a pipe a week. I collect pipes and I’ve tried to make some, with varying degrees of success).

3- Comencé a tomar clases de magia, me encantaría aprender algunos trucos. Los trucos sencillos, especialmente en closeup, me fascinan.
(I started going to magic classes, I’d love to learn some tricks. Simple magic, specially closeup is extremely fascinating to me).

4- Detesto el cine argentino y en general el cine en español. Me gustan la películas TTT -Tiros, Tetas y TNT.
(I hate argentinian movies in particular, and I don’t like movies in Spanish in general. I like TTT movies: Tits, Thrill & TNT).

5- Soy musicalmente sordo. No entiendo de armonía, no podría distinguir entre un desafinado y el mejor tenor. A pesar de eso, traté de aprender a tocar la guitarra y tengo 2 o 3 armónicas tiradas por ahí.
(I’m musically deaf. I don’t know anything about harmony and I couldn’t distinguish between Barney the purple dinosaur and a tenor. That didn’t stop me from trying to learn how to play guitar and buying a couple harmonicas).

6- Aunque la comunicación fue habitualmente buena, siempre le mentí a mis padres sobre mi primera vez. Fue un año después y sospecho que nunca me creyeron.
(Even though we had mostly open communication, I’ve always lied to my parents about my sexual debut. It was a year later than I told ‘em and I think they’re wiser and never believed me).

7- Siempre fui un poco calmado en cuestiones del corazón. Mi primera novia me ganó de mano y se declaró antes. Se llamaba Macarena y duró como 6 horas, pero le dí UN beso. Teníamos 10 años.
(I’ve always been a little laid back on the matters of the heart. My first girlfriend made the first move and declared her undying love for me. Her name was Macarena and we lasted like 6 hours together, but I could kiss her ONE time. We were 10 years old).

8- Narigón como Cyrano, decidí hacer honor a la anatomía y en la temprana adolescencia escribía cartas y poemas para las novias de mis amigos. Diego y Maxi, todavía están en deuda. Lo que no saben es que reusaba textos y se repetían bastante.
(I have a big nose, like Cyrano de Bergerac. I honored that by writing letters and poems for my friends’ girlfriends. Diego and Max, they owe me big. What they didn’t know was that I reused texts and maybe repeated myself a lot).

Ahora a quién se lo paso? A Coy, León, Hernán, Daniel/Gancé, Zolliker, Liliana, Carlos y Fabiola, a ver si confiesa que hace lipsync.

Now in English, I’ll tag this meme to some of my new additions to Google Reader. I know it’s foolish to put this particular foot forward, but it’s better than nothing. Let’s see if Mark, Tantek, Ian, Nick, Ariel, Brian, Andrew and Andy (who’s on a quest to add original content to the web), care to spread a meme from an avid reader.

Volar resfriado

Resfriado y con los ojos llorosos, sufriendo los cambios de presión de la cabina y con los tímpanos tensos, listos para estallar, no me predispuso bien para escucharla.

-Somos madre e hija, no podemos viajar separadas -decía con una convicción que pedía a gritos que alguien interrogara a la hija, para confirmar.

-No hubieras aceptado, te hubieras puesto firme -le recriminó al marido, que viajaría 2 filas más atrás, y no se quejaba.

El cantito de «no podemos viajar separadas» se repitió varias veces alrededor mío, mientras una azafata trataba de encontrar al menos 2 asientos contiguos en un vuelo repleto. Yo -previsor- hice mi check-in online y elegí bien mi asiento: frente a la puerta de emergencia del medio, sin asiento adelante, ventana (en general pido pasillo, pero el espacio extra fue tentador).

Un par de horas más tarde, cuando salí del baño y me encontré frente a MAMÁ, supe que no saldría ileso. Con el mismo tonito hastiado y reprochante con que defendía el derecho de viajar roncando junto a su hija, y con la misma convicción de su certeza, me dice: «Este baño es de mujeres».

Puuuta madre, no podía ignorarme? «No», le dije con la sombra de un gruñido, a ver si de ahí traducía que no estaba interesado en dialogar (y era cierto, entre resfrío y el aire acondicionado del avión mi garganta era un asco).

-A mí me dijeron que sí -le dijo, indignada, a mi espalda, como si esa fuera toda la razón que sostenía su verdad. Y esa era.

Selma y el Che Guevara

Mi amiga Selma vivió en París del ’66 al ’68, mientras estudiaba en la Sorbona.

Una noche, su amiga Luisa le dijo: «Ven a dormir a mi casa, necesito tu departamento para hacerle un favor a un amigo».

En aquellos años revoltosos en París, un pedido como ese era más que normal, así que no había más que acceder.

En teoría no debía hacerlo, pero se quedó un rato más de lo pactado. Al llegar el amigo misterioso, le entregó las llaves con un simple saludo y partió.

-Era el Che Guevara -cuenta. Tenía el pelo corto y estaba sin barba. Era MUY buen mozo -asegura, con un súbito brillo en sus ojos cansados.

-Luego lo encontré en algunas reuniones. Todos se detenían a escucharlo.

Eso pasa cuando alguien tiene grandes historias para contar: todos alrededor de la mesa estábamos en silencio.

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One-night stand

Es cómico cómo los recuerdos atacan sin avisar. Pasé frente a una puerta y volví al ’93.

Una banda de energúmenos festejábamos el cumpleaños de 18 de Pablo. En esos casos, «festejar» en general requería una burda mezcla de alcohol barato con algo dulce ANTES de salir de parranda.

Ya con la cabeza nublada, llegamos a una disco (Olaf, para los cordobeses), ubicada en una ciudad pequeña, a unos 20km de Córdoba, de donde vengo. Esto sirve para establecer que los locales eran muchos, y nosotros éramos los «de afuera».

Apenas entramos, mis amigotes encontraron alguna buena razón para pelear con alguien (al otro día descubrí que tres o cuatro durmieron en una celda esa noche, por revoltosos). Yo me fui a dar una vuelta por ahí, con pocas ganas de que un grupo de locales me parta la crisma.

Una chica (26 – 27 años) se aleja de la barra con un vaso en cada mano y mis neuronas atontadas me hicieron balbucear algo como: «Esto es justo lo que me recetó el doctor» o alguna burrada por el estilo. Quizás fue lo patético del esfuerzo, pero me sonrió.

El segundo vaso era para una amiga que desapareció rápidamente. La charla circulaba por los lugares comunes donde se refugia cuando no hay nada en común. Yo mentía que estudiaba ingeniería de sistemas, ella me contaba de su trabajo o nimiedades por el estilo.

Hasta que, hastiada o testeándome, declaró: «No hay por qué dar vueltas, te voy a decir mi verdad: tengo leucemia, es algo progresivo, el médico ya me dijo que no me la puedo sacar de encima, y alguna vez me va a ganar».

Mierda, y yo que pensé que había tenido suerte.

Años de literatura heroica, un idealismo férreo y probablemente una laaarga abstinencia, hablaron por mí.

«Ok, acá va mi verdad: tengo 17 años, de la universidad te cuento cuando ingrese, y si no te molesta, me quedo». Típico Karate Kid, Miyagi San dice «la verdad te llevará lejos».

Por algún milagro cinematográfico, la verdad me llevó a un hotel de mala muerte (por esa puerta pasé hace unos días) en el auto de esta chica. Cerca de las 10 de la mañana llegué a mi casa con una sonrisa triunfal, devorando el desayuno.

Nunca la llamé, no sé qué fue de ella. Creo que me dijo que su nombre era Gabriela. El sexo no fue nada memorable. Quizás por mi inexperiencia, quizás porque no nos conocíamos, quizás porque nos dijimos la verdad.

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