El poder de uno

Lo voy a llamar César, porque seguro tiene nombre.

César tuvo un mal día, quizás no el primero en la semana. La cereza del pastel fue este grupo de fulanos que por alguna causa se le montaron en el radar, y decidió que había llegado al límite. Quizás uno se hizo el loco en la fila, o querían pasar con demasiados bolsos de mano. Sea lo que sea, algo despertó un «Se acabó, a este me lo chingo» en su cerebro.

César hizo lo único que su limitado poder le permite: tú no vuelas hoy. La letra chica de cualquier «acuerdo de servicios» de aerolínea contiene suficiente margen como para que nadie vuele nunca. Por los tatuajes, o por la falta de higiene bucal, te quedas en tierra, papacito.

Los panteones se quejaron, llamaron a la Policía Federal y volaron, no sin antes armar revuelo en cuanta red social tuvieron a su alcance. Gracias a eso, ayer varios ejecutivos de la aerolínea tuvieron que dedicarle tiempo a «una bomba explotando en redes sociales», como dijo alguien en una reunión. De paso, necesitan algo de ayuda en delegación de responsabilidad y gestión de crisis.

Ríos de pixels se escribieron en cuanto medio anduviera pescando noticias en una tarde lenta. Tuvieron que salir a decir, con esa voz impersonal, plastificada, de «marca», que se iban a poner a investigar qué pasó. Quizás César se quede sin trabajo.

No fue TODA INTERJET conspirando contra los tatuados del mundo*. Fue César, en un mal día. Hastiado, enojado por algo, según ellos perpetró un error de criterio. Piensa en esto la próxima vez que creas que poner en tu bio de Twitter «estas son mis opiniones y no reflejan lo que piensa mi empleador» sirve para algo.

* Pero por supuesto, ese empleado en ese momento es toda Interjet.

Se puede, pero hay que elegir bien con quién.

La capacidad de salirse de lo transaccional y establecer un contacto cercano con el cliente, se premia al instante con lealtad y ventas.

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Basta de mendigar tweets

En este momento tengo dos campañas dando vueltas por mi pantalla en Twitter: una busca que la gente use el hashtag #donounasopa para que Knorr Argentina done un plato de comida por cada uso al Banco de Alimentos de la ciudad de Rosario (ACLARACIÓN: Red Argentina de Bancos de Alimentos que integra a Bancos de Alimentos de todo el país, incluyendo el de Rosario); la otra busca que la gente mencione muchas, muchas, muchas veces a iZettle, una empresa de pagos electrónicos que llegó a México y aparentemente quiere darse a conocer regalando un iPad con un criterio medio arbitrario.

De iZettle ni voy a hablar, porque me parece tan patética como la oleada de estupideces que aparecen en Facebook y arrancan con «Yo sé que al 97% de mis contactos el cáncer de la tercera tetilla en la población de Senegal no le importa…».  Y no, no nos importa.

¿Y si nadie #donaunasopa, qué pasa? ¿Knorr Argentina se guarda la plata? El Banco de Alimentos se queda sin fondos? ¿Por qué yo tengo que cargar YO con la presión de asegurarme que por lo menos UN plato de comida les voy a exprimir a esos hijos de puta que no son capaces de hacerlo motu proprio?

La respuesta que recibí cuando pregunté si no había mejores maneras de hacerlo fue «así todo el mundo hace un gestito para ayudar», cosa que parece bienintencionada, pero sigue siendo árida en términos de esa sensación de responsabilidad compartida.

Tengo una idea mejor. Knorr Argentina es una empresa enorme, con ventas en millones de dólares anuales y presupuestos monumentales de publicidad, que nos han deleitado con canciones de Jorge Drexler y producciones emotivas que buscan establecer un lazo emocional entre el sodio y la audiencia.

Se me ocurre que Knorr podría usar su presencia en el retail y su poderío económico para establecer puntos de recepción de donaciones, donde cualquier persona puede ir y hacer una donación en dinero o especie al Banco de Alimentos, que será duplicada por Knorr. Usemos la capacidad de comunicación de la empresa para dar a conocer la campaña, en vez de anunciar que el packaging cambió de color y con un tercio de sal sus sopas saben igual. Usemos Twitter para difundir los puntos de recepción, pongamos fotos en Facebook de la gente donando, usemos Foursquare para que se vea dónde va más gente.

Algún día esto va a ocurrir, y el infarto no me lo cura nadie. Mientras tanto, no me obliguen a dejar de seguir gente porque creen que un hashtag o un puto retweet equivalen a HACER ALGO.

¡Ay! Twitter, que me hiciste ingrato…

…y también me estás haciendo superficial, inculto, distraído.

Ayer tuve dos conversaciones maravillosas, una en un café y otra en mi casa, que me hicieron reflexionar sobre el espacio que las redes sociales, e Internet en general, tienen en nuestra vida y cómo desplazan otras actividades potencialmente más enriquecedoras.

Ya que -culpa de Twitter y Facebook- no tengo el calibre académico-intelectual suficiente como para hacer tooodo un tratado del ser y el deber ser de nuestra relación con servicios y medios digitales, resumo esto en una serie de observaciones que pueden servir para descifrar qué me preocupa en este caso.

Recuerdo una noche de 2007 en que un amigo estaba de visita en México y otro recién llegado, organizamos una cena para nerds en un restaurant simpático que nos prestó su cava (supongo que no querían ponernos «front of the house»). En algún momento de la conversación de sobremesa, alguien mencionó un video muy cómico que había encontrado en Youtube. «¿Cómo, no lo vieron?» dio paso a que alguien sacara su laptop y la conversación mutó a 12 personas en semicírculo frente a la pantalla por la próxima media hora, siguiendo recomendaciones que cada uno daba para actualizarse en el mundo del video ocioso online.

Ayer en mi café con David Sasaki, coincidimos los dos en la necesidad de comenzar a reorganizar nuestras actividades online. «Quiero dejar Twitter de lado para leer más», lo cual suena ilógico solo por un segundo. Coincidimos en dos puntos centrales: la metralla de Twitter no alimenta neurona ni alma, y nuestros Kindle engordan sin medida ni perspectiva de adelgazar pronto. Queremos leer reflexivamente, reconocemos que es una actividad «superior», pero nos perdemos en la marea cotidiana de asuntos de otros.

Y en ese punto vino la revelación: recibimos presión de nuestro círculo social para saber lo que pasa en las redes. La manera en que suplantan (con mayor o menor habilidad) otras formas de interacción personal, hacen que, al menos en nuestro círculo de idiotas hiperconectados, muchas conversaciones circulen alrededor de «¿Ya viste lo que twitteó Fulano?» o «¿Qué te pareció la foto que pegué en el muro?». La conversación avasalla a la contemplación.

También ayer, pero más tarde, me visitó Juan Martín Medina, músico excepcional que lidera la banda de Julieta Venegas. Conversamos horas sobre la vida, las giras, el futuro y recibí una clase MUY detallada sobre qué se vive en un escenario y qué se escucha en los monitores. Con un nivel de pedagogía que solo alcanzan quienes treinta años después siguen enamorados de lo que hacen, me mostró un mundo que me era totalmente vedado.

Todo eso ocurrió mientras mi ISP tenía cortado un cable en mi zona y no había acceso a la red en mi casa. Otra frase clave: «Menos mal que no había red, si no hubiéramos estado comprando una cámara digital que necesito y te iba a pedir ayuda para elegir».

Entonces la red, y mi propia incapacidad para ponerle límites, conspiran contra las actividades que considero enaltecedoras. La marea constante de notificaciones, chillidos, vibraciones que brota de teléfono, tableta, laptop y últimamente cualquier aparato cerca o lejos (tengo un Fitbit), nos llama cual canto de sirena a este espacio de conversaciones más sintéticas, formateadas para el medio que impone sus requerimientos, 140 caracteres cada vez.

No es una derrota solo mía. Mientras algunos bastiones de texto largo se defienden denodadamente, el medio que más crece y muchos toman como ejemplo de adaptabilidad a las condiciones de mercado es Buzzfeed, una publicación donde ningún párrafo requiere interrumpir la respiración para leerlo en voz alta y el 90% de los títulos sugiere una listametralla de 25 fotos de gatitos que no deberías perderte.

Es tan completa la derrota, y tan rica en psicología inversa, que creemos que estamos ganando y nuestra manera de hacer las cosas es la únicacorrecta. Los herejes que no abracen este evangelio serán condenados a la hoguera de nuestro sarcasmo. Anoche Genaro Lozano, conocido columnista de temas internacionales, se quejaba amargamente por el ruido que emitía la sucursal de Liverpool Polanco, promocionando una venta nocturna. Se quejó por teléfono a la policía, que mandó patrullas poco exitosas (previsible). Lozano, harto, la emprendió en Twitter, incluyendo en sus mensajes a Liverpool, la Policía del DF y Marcelo Ebrard, el Gobernador de la Ciudad, para no recibir respuesta de ninguno.

Hola, ¿Marcelito? Qué gusto escucharte, ¿cómo estás, mi carnal? Oyeme, perdona que te llame a estas horas, dile a Rosalinda que me disculpo por interrumpirle el sueño, pero sabes que tengo un problemita: los salvajes estos de Liverpool están molestando mucho acá en Polanco, meten mucho ruido, mi buen. Tú sabes que no te marcaría si no fuera algo verdaderamente importante, estoy escribiendo un artículo para mañana y ya de tanta bronca se me teclan las cruzas. ¿Te lo encargo, carnalito? Échale un fonazo a la Poli o algo, no sé. Sale, bye.

–Nadie, nunca, a menos que le hayas financiado millones de votos en la elección que lo puso en su cargo. Pero quienes vivimos sumergidos EN las redes, ignoramos -a veces de manera voluntaria- las jerarquías y nuestra propia posición en la pirámide alimenticia, donde estamos al nivel del plancton.

Si bien no hay una obligación explícita de ser accesible o responder a nadie cuando uno participa en Twitter, la sensación generalizada es que mostrándose abierto y dialogando con algunos contactos se logra una mejora saludable en la imagen pública. Yo mismo abogo por que las empresas salgan de sus espacios confortables (y defendidos con mano férrea por su área legal) para participar en los espacios que los consumidores eligen para discutir sus productos.

Pero con todo esto dicho, no hay ninguna razón para esperar que EL GOBERNADOR DEL DF te vaya a solucionar el ruido que hace tu vecino a las 12 de la noche. Y al margen de las expectativas, ¡YO no quiero que eso ocurra! Por más que don Ebrard pueda poner a todo un call center para responder en su lugar en Twitter, su persona(je) no debe ser así de accesible al mismo nivel que Carlos el taquero ni el funcionario corrupto de la delegación Miguel Hidalgo que está a cargo de los ruidos molestos y no hace nada. Porque si hacemos un escándalo cada 6 años para elegir al tipo más idóneo para ese puesto, no lo vamos a distraer pidiéndole que repare el bache que nos jode camino al trabajo. ¿Y qué hacemos si no nos responde, se lo pedimos al Presidente?

Así de alarmado estoy, y quizás exagero, pero tengo esta sensación que permea mi conciencia de que estamos confundiendo el medio con el mundo, los tweets con la realidad, los nicknames con las personas. Estamos dejando de ejercer la imaginación, estamos reaccionando más que meditando, creemos que el mundo es el timeline. Y por nosotros, me refiero obviamente a mí mismo.

El cerebro actúa como un músculo. Si se ejercita, se fortalece. Twitter, Facebook, ahora Branch y sus parientes y amigos, son el equivalente a comer Doritos frente a la TV. Creo que necesito salir a correr a un café con amigos.

Alguien tiene que hacerse el disidente. Voy.

Por alguna misteriosa causa (misteriosa para mí, porque a ustedes no debería importarles), me da mucha flojera scrollear p’abajo en Google+.

Debe ser herencia de mi modo de consumir Twitter con Seesmic Web, que actualiza arriba y los mensajes cortos pueden aparecer de a 6 o 7 en cada columna, con lo que de un vistazo me cae una buena cantidad de contenido al coco.

La cosa es que acá me encuentro con una versión -ampliamente mejorada, dirán algunos- del «muro» de Facebook, donde no hay gran cosa que HACER, más allá de leer, masunear o compartir alguna pendejada. Exactamente como Facebook.

Me voy para abajo y me encuentro una serie de comentarios más o menos meditados de un montón de gente -que YO elegí seguir, lo tengo claro- más una serie de comentarios de absolutos desconocidos, por los cuales no estoy dispuesto a dar un rat’s ass, así sea para salvarles la vida.

Entonces viene la pregunta inevitable: estamos mejor acá? de verdad?

Al menos en Facebook aparecen los cumpleaños y uno cree que soltando una frase a las apuradas se cultiva una relación.

De mi rápido y desganado análisis obtengo 2 conclusiones: o G+ se empieza a parecer más a Facebook, con la sarta de estupideces que hacen de Facebook una porción tan chica de mi actividad online, o me siento a esperar la próxima iteración. Falta que alguien encuentre una forma nueva de vivir la red, como lo fue Twitter en su momento.

A principios del siglo 20, alguien relacionado a la fabricación de autos dijo «si hacemos caso a lo que la gente quiere, venderíamos caballos más rápidos». De verdad lo MEJOR que hay para cambiar la manera como uno vive sus relaciones en, a través y gracias a internet es «Facebook, pero mejor»?

Poner gente en círculos y seleccionar con quién comparto algo, es un salto geométrico en la calidad de la experiencia? Que haya 700 millones de usuarios del «malo» Facebook no indica que a la gente no le importa, y si les importara, pocos serían capaces de entender la diferencia?

Empresas: Twitter no muerde, pero bosteza

Hola @banregio, conversemos.

Hurgando entre los incautos que me «siguen» en Twitter, encontré a @banregio, la cuenta de un banco mexicano, Banregio («regio» por regiomontano, de Monterrey).

El primer reflejo cuando dí un vistazo a sus twits, fue aburrimiento: Unos cuantos mensajitos plastificados «Banregio pone a sus ordenes, su cuenta Twitter como un canal de comunicacion para el publico en general» y el reposting de un blog.

Pero perdida en el medio había algo de magia: encontré una @respuesta y un par de mensajes indicando que hay humanos atrás de eso.

Esto puede convertirse en un caso de estudio. Ya hay muchas empresas mexicanas que abrieron una cuenta en Twitter (especialmente medios que vomitan todos sus titulares a las 2 AM y luego desaparecen), pero este es el primer caso que registro de una que viene de una industria tan pesadamente regulada y con tan pobre track record de comunicación transparente con sus clientes.

Acá viene mi granito de arena para que encuentren alguna idea en este embrollo.

Quién escribe los mensajes?

Vean el caso de @comcastcares, @jetblue y @zappos. Hablan por la empresa, con toda autoridad, pero no SON la empresa. Esto es especialmente importante para la fauna que habita(mos) Twitter, y excepcionalmente relevante para un banco que quiere mejorar su perfil público.

Sinceramente, no tengo ningún interés en conversar con el «Banco» como institución. La entidad Banregio incluye muchas aristas con las que no quiero ni pensar en entrar en contacto. Apuesto cualquier cosa a que el 98% de las interacciones con el call center terminan en frustración del cliente y deseos de muerte al operador. Apuesto que a las 2 de la tarde en cualquier sucursal, una caja cierra sin importar la fila que haya «porque le llegó el turno de comer» al cajero.

No quiero nada de eso en Twitter. Quiero dialogar con Fulano Menganez de Comunicación, que es MI contacto dentro del Banco. Ya sé que no puedo mandarle un sobre con cheques para que los deposite, pero sé que si después de 3 llamadas infructuosas al call center me siguen cobrando algo raro, le puedo pedir que levante una alerta. O que avise «con el próximo recorte de tasas de interés, van a salir ofertas de crédito interesantes en el mercado y las de Banregio van a estar muy tentadoras». Si yo ELIJO seguir a @banregio, ESPERO este tipo de mensajes.

A quién le están hablando?

Uno de los problemas de estar en una industria con mucha regulación, es que hace años olvidaron lo que es actuar con naturalidad. Hay un manual de comunicación que dice que «en todos los materiales y medios se tratará al cliente de Usted, salvo para el producto Ahorro Universitario». Y DESPUÉS de seguir esas directivas, hay que pasar el mensaje a bendición de Comunicación y Legales. Este cartoon de Hugh MacLeod te está hablando, @banregio:

If you talked to people...

If you talked to people...

Los que por exceso de tiempo libre, falta de voluntad para ir a un gym, timidez extrema o acné extendido, usamos Twitter, somos propensos a pensar que pertenecemos a un grupete cool. El rango de edad en México debe andar entre 20 y 35 años y a esa edad todavía suena raro que una empresa solemne te trate de «Usted» mientras que los payasos impresentables de la Legislatura te tratan como un niño y te roban la merienda porque sus dietas los traen con hambre.

But I digress… Ya que asumo que mi primer comentario tiene algo de razón y van a usar Twitter en primera persona. Y sospecho que Fulano Menganez tiene menos de 35 años, por favor, relajen un poco el tono, tuteen a la gente, hagan amigos, desarrollen acné.

Ah, hablan conmigo, entonces? OK, de qué conversamos?

Tiene MUCHO sentido lo que hacen con el blog. Pero me parece que están siendo medio primitivos con los temas que «suben» a Twitter.

Entiendan al blog como una entidad separada de @banregio porque los usuarios de twitter suelen ser usuarios de un feed reader y la redundancia puede cansar. Si quiero leer TODO tu blog, me suscribo, si no, dame sólo lo destacado.

Acá el equilibrio es frágil. Desde el punto de vista de crear contenidos y cumplir con objetivos de SEO, «Qué es la COFEMER?» cumple, pero no atrae. Banregio tiene la oportunidad de oro de convertirse en un consejero estrella, publicando tips de ahorro, consolidación de deuda de tarjetas, inversión, etc.

Qué creen que quiere leer una chica de 28 años con un puesto administrativo? «Qué es una casa de bolsa?» o «Cómo bajarle al saldo de tu tarjeta Liverpool sin dejar de comer?»

Ese es el nivel de conversación que tiene mucho potencial de despertar afinidades en Twitter. Un banco en general está sentado sobre pilas de esta información, sin saber qué hacer con ella.

Y agreguen algo de la vida doméstica del Banco. A todos nos gusta mirar por la ventana a ver cómo vive el resto del mundo.

Market research caserita

Regresen 2 años en el tiempo y comiencen a seguir a @jowyang. Cuenten la insoportable cantidad de preguntas que manda, la catarata de resultados que publica y lo famoso que se hizo a partir de esto.

Por una cuestión de ego (que me tiene tipeando hace media hora) o porque muy muy muy muy MUY en el fondo los twitteros somos buenas personas (salvo @earcos y @cejaguera), nos gusta responder a preguntas inteligentes con respuestas superhipercerebrosas en 140 caracteres.

Es más, ya tengo la respuesta a la primera pregunta: Metan a todos los directores en el call center y lleven a los operadores al Cerro de la Silla a filmar Apocalypto 2 con Stallone. Con live rounds.

Simple, no? Aplica para «Cómo mejorar la percepción sobre los servicios del banco?» y «Qué ideas nos darías para la fiesta de fin de año 2009?»

Muestren verdadero interés por averiguar qué piensa la gente y dónde podrían dar un golpe (hint: nos encanta sentirnos escuchados – hint2: never in the puta life nos vas a escuchar en un focus group) y despertarán verdadero interés por responder en la comunidad.

Pay it forward

Remember: apenas huela que @banregio está en esto por puro provecho propio (en cambio, yo hago esto por el placer perverso de perpetrar aliteraciones), se la voy a armar de pedo. Insignificante, pero pedo al fin.

Este tipo de acciones de «creación de ecosistemas» que caen bajo la sombrilla de intervención en redes sociales NO TE VA A AYUDAR A VENDER ESTE TRIMESTRE. Lo lamento, el ratón Pérez es un traficante y las acciones de relacionamiento en redes sociales no traen plata medible contra acciones previas.

Pasar 20% más de tiempo en Twitter no va a traducirse en nuevas cuentas abiertas (por favor, iniciemos una campaña por la desaparición del -inexistente- verbo APERTURAR), o quizás sí. A lo que apunto es que esa no debería ser la promesa que les consigue presupuesto. Hay muchas más dimensiones en las que estas acciones son beneficiosas, y el banco tiene un área que se dedica exclusivamente a vender, a cada uno lo suyo.

Vías de contacto

Sigan a todo el que los siga, para poder recibir mensajes privados de todo el mundo. Twitter no permite mensajes privados entre desconocidos, así que compren un gran embudo.

TweetDeck es una aplicación muy útil cuando se trata de filtrar la maraña de mensajes que llegan cuando se sigue a mucha gente. Permite crear búsquedas personalizadas para estar al tanto de términos críticos (ego search) y bajarle la prioridad al stream general de datos.

Otros espacios

Si les da el tiempo/personal/presupuesto, armen diferentes cuentas. O trasladen algunas cuentas a grupos de Facebook o comunidades en Ning. Un club de inversores, un club de emprendedores, un club de ahorristas. Páguenles un desayuno por mes para que se conozcan y que Banregio opere como catalizador de alianzas y de partidos de fútbol.

Todas estas herramientas sirven para poner un oído en las vías. Si se usan a tiempo, el tren no te va a pasar por encima.

Demonizar lo desconocido…

…te va a salir mal.

Si nada se aprendió de la Inquisición, Hitler, Bush, los talibanes y otras escorias deleznables, después de un intenso escrutinio histórico, estamos mal.

Cada vez que alguien, ufano en su desconocimiento, declaró la guerra abierta, desenfrenada y errónea a algo, la cagó monumentalmente y nosotros a la distancia nos reímos con jovialidad de ello.

Ahora le tocó a un pobre tipo del Milenio. Soltó una bomba, declaró su cruzada en contra de las redes de cualquier tipo, y le salió mal. De verdad le salió como la remierda.

Realmente me dio un poco de vergüenza ajena, como se siente al ver a un abuelo vociferar en contra de los Beatles, cuando leí las notas donde las redes sociales en internet resultaban culpables de todos los males del mundo, incluyendo la propia disfunción eréctil del ignorante que firmaba.

Hoy en la comida semanal de amigotes, dije: «Es más barato pagarle o amenazar a una empleada doméstica para que te dé acceso a todos los movimientos e información de una familia, que pagar las sesiones de psiquiatra que se necesitan después de leer las imbecilidades epilépticas que llenan página tras página de Hi5 o cualquier fotolog».

Don Milenio y amigos: hagan lo que se supone que hacen bien. Investiguen, infórmense con sus fuentes, organicen la información y preséntenla articuladamente. Para eso les pago y para eso les pagan los anunciantes. Ustedes no CREAN la información, la transmiten. No inventen idioteces, siempre va a existir alguien que sabe más que el becario que ponen a cerrar notas a las apuradas.

Hay amigos y amigos

That’s what friends do, right? le dije a BL Ochman después de una sesión de soporte técnico remoto.

Interesante acepción del término «amigo». BL no sabe cómo se llaman mis padres, ni si están vivos o no. Yo no conozco el significado de las siglas BL en su nombre.

Las redes sociales, la tan mentada red de redes y el cambio que representan para la comunicación humana, también proponen un cambio -o al menos una extensión- en la definición de amistad.

Algunas amistades nacen en la escuela primaria y duran toda la vida. A veces las amistades mueren junto con el grupo que alimentaban, para ser reemplazadas por un nuevo grupo. Cuando mi hermano del alma Juan se casó, hice 20,000km un fin de semana para estar con él en ese -fatídico 😉 – día. Cuando mi gran amigo de la primaria Esteban se casó, me dije «estar invitado NO me obliga a ir, verdad?».

Qué cambia con internet? El diálogo y sus tiempos. Hace poco Chris Brogan contaba cómo se había sentido tratando de conversar con un grupo de desconocidos que participaban en el mismo evento con él. Le fue mal. Si hubiera tenido acceso a los profiles de los invitados, como habitualmente pasa online, hubiera podido mantener conversaciones más ricas y profundas, en vez de repetir 100 veces «quién eres y qué haces?».

Esa es precisamente la gran diferencia que propone internet para establecer relaciones. Las amistades cara a cara se desarrollan a través de incontables conversaciones. Por eso es que la convivencia en la escuela, universidad o trabajo deriva en relaciones sólidas, donde las conversaciones son la consecuencia lógica y casual de pasar mucho tiempo juntos.

En las redes sociales, en los espacios digitales, la conversación es un acto consciente y voluntario. Quien se conecta conmigo a través de mi blog y sus ramificaciones en Twitter, Facebook, LinkedIn, etc., sabe a priori que me gusta aprender sobre comunicación digital, que los diamantes me parecen puro margen, que mearía en la tumba de Pinochet y que puteo con desparpajo. Sabiendo todo eso, quien se conecta conmigo sabe de antemano qué clase de conversación podrá experimentar.

A la amistad otra vez. Durante los últimos 4 años, me he conectado con BL Ochman a través de su blog. Ya sea a través de traducciones tontas, o agregando mi perspectiva a algún comentario, linkeando desde mis posts y dialogando en Twitter, he tenido contactos más frecuentes (aunque más superficiales, claro) con ella que con otras personas a las que considero amigos cercanos.

El viernes pasé unas 5 horas ayudándola con un problema ocasionado por los brutos de Adicio. Por qué? porque podía, porque se trataba de un tema sobre el cual entiendo bastante y porque eso es lo que hacen los amigos, verdad? Incluso los futuros amigos.

Visto críticamente, falta mucho para convertirnos en grandes amigos, pero qué crees que debería hacer? No ofrecer ayuda porque «nos falta algo de tiempo»? BL, podrías hacer que tu problema espere un tiempo, hasta que nos conozcamos mejor?

Nada de eso. Las cosas se hacen, las amistades se construyen, sea cual sea el espacio.

Mktg Trends 2008

Los amigos de Kätedra me invitaron a hablar sobre redes sociales en el evento Mktg Trends 2008.

Anoche desperté inspirado/agitado y la exposición se armó sola entre las 4:00 y las 5:00 de la mañana.

Me gusta mucho el resultado, así que si no hay cambios en el programa, nos vemos el 5 de Marzo a ver qué tal me quedó.

Mktg Trends 2008