Se puede, pero hay que elegir bien con quién.
La capacidad de salirse de lo transaccional y establecer un contacto cercano con el cliente, se premia al instante con lealtad y ventas.
En este momento tengo dos campañas dando vueltas por mi pantalla en Twitter: una busca que la gente use el hashtag #donounasopa para que Knorr Argentina done un plato de comida por cada uso al Banco de Alimentos de la ciudad de Rosario (ACLARACIÓN: Red Argentina de Bancos de Alimentos que integra a Bancos de Alimentos de todo el país, incluyendo el de Rosario); la otra busca que la gente mencione muchas, muchas, muchas veces a iZettle, una empresa de pagos electrónicos que llegó a México y aparentemente quiere darse a conocer regalando un iPad con un criterio medio arbitrario.
De iZettle ni voy a hablar, porque me parece tan patética como la oleada de estupideces que aparecen en Facebook y arrancan con «Yo sé que al 97% de mis contactos el cáncer de la tercera tetilla en la población de Senegal no le importa…». Y no, no nos importa.
¿Y si nadie #donaunasopa, qué pasa? ¿Knorr Argentina se guarda la plata? El Banco de Alimentos se queda sin fondos? ¿Por qué yo tengo que cargar YO con la presión de asegurarme que por lo menos UN plato de comida les voy a exprimir a esos hijos de puta que no son capaces de hacerlo motu proprio?
La respuesta que recibí cuando pregunté si no había mejores maneras de hacerlo fue «así todo el mundo hace un gestito para ayudar», cosa que parece bienintencionada, pero sigue siendo árida en términos de esa sensación de responsabilidad compartida.
Tengo una idea mejor. Knorr Argentina es una empresa enorme, con ventas en millones de dólares anuales y presupuestos monumentales de publicidad, que nos han deleitado con canciones de Jorge Drexler y producciones emotivas que buscan establecer un lazo emocional entre el sodio y la audiencia.
Se me ocurre que Knorr podría usar su presencia en el retail y su poderío económico para establecer puntos de recepción de donaciones, donde cualquier persona puede ir y hacer una donación en dinero o especie al Banco de Alimentos, que será duplicada por Knorr. Usemos la capacidad de comunicación de la empresa para dar a conocer la campaña, en vez de anunciar que el packaging cambió de color y con un tercio de sal sus sopas saben igual. Usemos Twitter para difundir los puntos de recepción, pongamos fotos en Facebook de la gente donando, usemos Foursquare para que se vea dónde va más gente.
Algún día esto va a ocurrir, y el infarto no me lo cura nadie. Mientras tanto, no me obliguen a dejar de seguir gente porque creen que un hashtag o un puto retweet equivalen a HACER ALGO.
Y dijo la zarza calentorra: «Amarás a Twitter por sobre todas las cosas».
Hoy parece que TODO el mundo vive en, de y para Twitter, pero no siempre entienden cómo enfrentarse a esta nueva (3 años después) forma de relacionarse online.
Ya se han publicado guías y recomendaciones hasta el hartazgo, pero en su gran mayoría se enfocan en herramientas o modos de uso, mientras que en este momento me interesa explorar algunas recomendaciones sobre comportamientos que fomentar o evitar.
Voy a tratar de seguir las enseñanzas de Nassim Taleb para no verme -muy- charlatán, y voy a intentar un decálogo de cosas que NO hay que hacer, quizás amenizado con indicaciones de cómo haría YO las cosas, si fuera necesario.
Damas, caballeros, lifestyle choosers, he aquí el:
(Enésimo) Decálogo para no hacer -muchas/burdas- estupideces en Twitter
Twitter es sólo una herramienta, y cada uno la usa como se le da la gana. Eso no quita que haya «mejores prácticas», particularmente si a esta herramienta se la usa con un objetivo corporativo específico: hacer más o mejores negocios, conectarse con clientes, etc.
Además, es mucho más difícil ser DT de sofá que twitstar de Starbucks. Practico Twitter todos los días, lo cual ya me da una cierta ventaja.
Creo que si una empresa adopta buenas prácticas, hace mejor uso de sus recursos e incluso podría trasladar esa eficiencia a sus clientes, bajando los precios. Bienvenidos a Utopía, población: 1.
En el principio, fueron los blogs. Un grupo de iluminados que se desvelaban escribiendo sobre la actualidad tecnológica en sus bitácoras personales, descubren que si en vez de llamar «amigos» a los lectores que tenían, les ponen el mote colectivo de «audiencia» pueden vender espacios publicitarios.
Un nuevo mercado
Las elecciones estadounidenses de 2004 y BusinessWeek en 2005 se encargan de dar el espaldarazo final a esta nueva raza de medios, habilitándolos para competir contra otros medios de pedigree más antiguo por los siempre-decrecientes-presupuestos-publicitarios.
Ese desarrollo, que inicialmente benefició muchísimo a los primeros/mayores bloggers, degeneró -como era esperable- en doble avalancha de basura:
Los nuevos ricos jovenzuelos se reían de los viejos medios que lanzaban diatribas contra las nuevas prácticas, defendiendo el proceso editorial y las prácticas periodísticas. Es, en efecto, un mundo nuevo, rápido y cambiante que la gente/audiencia adopta igual de rápido. Los viejos medios languidecen mientras intentan algunas fórmulas «salvadoras», relativamente ineficaces.
Lo que se les escapó a muchos de estos jovenzuelos, es que los 200 años de práctica ininterrumpida de periodismo y edición profesional han dejado enseñanzas valiosas que no deben perderse por el desdén adolescente que a veces evidencian:
El primer punto es crucial no sólo en la relación entre una persona y un medio, sino también entre individuos. Uno puede ser tan sesgado como guste, y hablar sin saber nada de nada, como hacen las presentadoras del clima. Pero decir algo falso a cambio de dinero es una de las peores afrentas a la confianza, y se toma con demasiada liviandad.
Ahora la publicidad llegó a Twitter. Facebook tiene muchos más usuarios, pero la naturaleza simétrica de las relaciones (vs Twitter: te sigo y no me sigues) hace que el alcance potencial de los usuarios sea menor que en Twitter, donde un pescado como yo tiene 2500 followers (y 300 «amigos» en FB), entre personas y robots.
Hay empresas como Ad.ly y otros que intermedian entre anunciantes y usuarios de Twitter, insertando mensajes patrocinados en el stream de mensajes de los usuarios que se anotan en el servicio. Si yo me anoto, mis 2500 followers recibirán 2 ó 3 mensajes al día, redactados y pagados por los patrocinadores que contratan los servicios de Ad.ly y su parentela. La última vez que calculé, eso resultaba en unos USD 60 para mi bolsillo al mes, más o menos.
Si hay algo rescatable de esta primera involución, es que estas empresas en general operan en Estados Unidos y Europa, así que deben ajustarse a ciertas políticas standard de calidad y transparencia, para que no les caigan reguladores encima a cada rato. En la mayoría de los casos, los mensajes que emiten estos servicios se identifican como publicidad a través de una etiqueta como #ad, #pub o #sponsor.
Nace el Social Media Guru
Lo más asombroso es lo rápido que la apertura publicitaria degeneró en basura editorial. Al parecer, hay un montón de gente que piensa que mezclar mensaje comerciales con su discurso habitual es lo más común del mundo, y no sólo se suscribieron en masa a esos servicios, sino que los más rebuscados contactan directamente a las empresas para ofrecerles el nuevo espacio «publicitario» que Twitter habilitó: el timeline de los followers.
Los demonizados Social Media Experts son personajes con mayor o menor grado de habilidad -o ganas de encontrar un trabajo en serio- que aconsejan a empresas cómo relacionarse mejor en línea, particularmente en redes sociales y comunidades ad-hoc. El Social Media Guru es un tipo cuyo único mérito aparente es haber acumulado una seria cantidad de seguidores y prostituye su discurso personal al mejor postor.
Dije PROSTITUYE y recién me estoy acercando a mi queja fundamental.
Cada uno es libre de hacer de su Twitter una flor y de su trasero un florero, el que esta fauna sienta que emitir opiniones falsas a cambio de dinero está bien, no me afecta. Me empieza a afectar cuando emiten sus opiniones falsas en MI PANTALLA.
Ahí reside TODO el problema. Si se quisieran tatuar slogans en la frente, no tendría nada que decir. Sólo me reiría a la distancia y trataría de no dejarme ver junto a alguien así. Pero lo que estas luminarias van a vender al escritorio del pobre becario a cargo del «marketing rarito» en las empresas, es MI PANTALLA. La promesa es «si me pagas, yo pongo este mensaje frente a XXXXX gente que me sigue».
Y el discurso personal se falsea por completo. Porque no sólo emiten estos mensajes pagados, sino que al comenzar a comportarse como «medio», sienten que TODO su discurso es publicitario, entonces se abstienen de recomendar cosas «para no dar publicidad gratis». Seamos sinceros: ¿qué valor tiene para un anunciante pagar por menciones si se van a perder entre otras varias que no pagan?
Muere el Social Media Guru
Muere -al menos para mí- porque tiendo a alejarme de la gente que a la mitad de una conversación saca un catálogo de timeshares y trata de manotear mi tarjeta de crédito. Porque es necesario y positivo separar el contenido editorial: qué desayunaste, del contenido comercial: qué empresa te pagó para decir su slogan o «descubrir» su última promoción.
¿Y la autenticidad, apá?
Todas y cada una de las guías que se publicaron tratando de orientar al mundo sobre cómo entrar a Twitter y no morir en el intento, se pueden resumir en «Sé auténtico, sé tú mismo y quien te quiera seguir, lo hará. Dialoga, comparte y recibirás». Parece mentira que se hayan gastado tantos litros de tinta para decir eso (claro, las guías que trataban de explicar Twitter salían en medios impresos).
Entonces, ¿qué acepción del término «auténtico» usa uno que dice «me encantó esta película, hay un concurso en mi blog, participen para ganar boletos para verla»? ¿Qué parte de la personalidad muestra el que aplaude a Windows 7 e incita a otros a darle «Like» en Facebook a la página de un sistema operativo (yeah! ese es un club donde quiero participar!), mientras él usa profusión de productos Mac, tanto que la marca forma parte de su identidad/avatar digital?
La culpa no es del puerco, sino de quien lo alimenta
Gente sin criterio hay en todas partes. Incluso en las empresas. Después de haber producido obras de arte publicitarias en páginas de las revistas más prestigiosas del mundo, la práctica parece haber saltado a las SEP.
Las Secciones Especiales Publicitarias son anuncios laaargos, de varias páginas, con muchas fotos pero también mucho, mucho texto; tanto texto que parecen un artículo más de la revista, salvo que no respetan ninguno de los criterios editoriales que mencioné más arriba: son pagos, emiten un mensaje completamente pro-marca y de fuentes ni hablemos. Y si fuera por la empresa, el cartelito que indica que es un anuncio pago y no un artículo, desaparecería.
Ahora están tratando de hacer lo mismo en la red. Los banners resultan prácticamente invisibles, así que mejor nos metamos al contenido. Diría British Petroleum: Paguemos para que esta sarta de amateurs hambreados escriba cosas buenas sobre nosotros y no pregunte por ese problemita que tuvimos (hagamos de cuenta que ya pasó) en el Golfo de México que está matando todo lo que toca.
O, en vez de hacer publicidad sobre nuestra promoción para conseguir más incautos, le paguemos a unos cuantos «tuiteros» para que la «descubran» y le cuenten a sus followers qué «cool» es.
Las empresas SIEMPRE buscarán atajos para «poner su mensaje en las retinas de mucha gente» porque todavía esa es la métrica que usan para evaluar la efectividad de una campaña. Medir engagement, satisfacción de clientes y no clientes, reconocimiento y relacionamiento es caro, y bastante difícil.
Pero acá vienen las malas noticias para el Social Media Guru de turno: esa empresa que te paga monedas hoy para publicar falsedades (seamos sinceros, si fuera algo realmente cool, no se necesitaría plata para que hables de ello), dejará de hacerlo pronto, porque te quedarás sin seguidores. La confianza no escala y si no puedo confiar en un 5% de tus recomendaciones, ¿qué sentido tiene confiar en el restante 95%?
Es más caro en tiempo y esfuerzo intentar descifrar qué tweet tuyo es auténtico, que mandarte al carajo. ¿Qué camino piensas que tomaré?
[UPDATE]
Acá antes había una referencia -relativamente didáctica- al evento Nokia Talk, pero se confundía con el espíritu de la primera parte. Ahora ese es un post independiente y la mitad de los comentarios acá abajo sonarán «descolgados», pero el que avisa no es traidor.
Doce (12!!! parecen miles) tipos que sigo en Twitter estuvieron en un evento que organizó Nokia en Miami. Los arrearon desde diferentes puntos de Latinoamérica para que unos 80 bloggers y personajes varios fueran a hablar de su actividad y recibieran bajada de línea sin filtrar directamente de los máximos responsables del marketing de la empresa.
El resultado neto del evento, para Nokia, es un acercamiento a los bloggers más visibles de la región, unos 120 posts sobre el evento y algunos anuncios que soltaron, y unos 3500 tweets que contenían la etiqueta #nokiatalk.
El resultado neto del evento, para mí, fue alejarme 2 días de Twitter, porque recibir 12 tweets similares sobre cada titular que soltaban durante las charlas y presentaciones se puso insoportable. No quiero a Nokia ni un milímetro más de lo -poco- que la quería antes, no veo compras de un producto de su marca en mi futuro y me causa risa que a 2 días del cierre del evento, NADIE diga NADA sobre él (bueno, quizás exagero, pero a grandes rasgos es así).
Resumen: interrumpieron mi experiencia habitual de internet durante 2 días y no lograron nada. ¿Están seguros que los objetivos del evento incluían algo así?
[UPDATE]
El core del tema Nokia en particular es ilustrar cómo algo aparentemente inocuo (NT es bastante más chico que SXSW, y el “riesgo” de seguir a 12 asistentes entre 80 como yo es relativamente bajo) puede llegar a convertirse en una tortura cuando se satura hasta la exasperación. La relación con el post de tweets comprados? Si entre los tweets de un fulano promedio aparece un anuncio, pasa como algo “tolerable” (disclosure mediante, todos parecemos estar de acuerdo en eso), ahora si el fulano pasa anuncios el 100% del tiempo, dan ganas de matarlo.
La última adición al Diccionario de la Real Academia de Marketspeak parece ser CO-CREACIÓN.
No es tan nueva, llevo algunos años recibiendo pseudo-newsletters de pseudo-gurúes corporativos que se jactan de «co-crear futuros» en la misma frase en la que prometen entrenarte en técnicas de «rebirthing». They sell you the smoke that comes out of their asses.
Lo que ahora ví, que evidencia una ¿victoria? más de los tarotistas corporativos, astrólogos empresariales, es la campaña del shampoo Sedal, donde le explican a mi mamá y a cuanta mujer de pelo lavable encuentren, que su shampoo ahora ha sido co-creado con 7 especialistas del pelo.
Chicas de Sedal, y por extensión al resto de la fauna marketinera crédula de la ciencia de las Flores de Bach y otras estafas por el estilo: co-creación no significa nada. Ni para ustedes, ni para los consumidores. Es una muletilla que le sirve a una jauría de fengshuistas para vender algo nuevo cada temporada.
El que ustedes crean que los sillones no deben quedar frente a puertas, el que las empresas para las que trabajan les paguen días de retiros espirituales a un complejo de cabañas en el campo, para que se paren en una mesa y se tiren para atrás y que los insoportables de Cuentas por Cobrar los atajen antes de partirse la crisma en el piso, no le da ningún valor al término.
Dejen de decir estupideces rimbombantes. Aprendan a comunicarse como humanos.
Pista: eso no se aprende encerrándose en seminarios de bonsai de ideas.
A la puta calle.
Acabo de ver que a Antonio de Error500 le ofrecieron publicar un post a cambio de un CD o unas bebidas (presumiblemente favorable a algo/alguien que no logra que se escriba sobre él de otra forma).
Aunque detrás de este tipo de pedidos hay todo un sector de la «industria» de la comunicación que parece poco interesado en aprender nuevos trucos, el 90% de la culpa de estas ofertas «indignas» la tienen los mismos bloggers que se cagan en los standards editoriales, pero pretenden que los traten como si fueran el mismísimo Joseph Pulitzer.
Antes de soportar la avalancha de insultos, aclaro que no hay nada personal en esto. Que cada uno haga de su pito una flor y de su culo un florero. La cuestión central para mí es que parece haber un abismo de diferencia en la percepción de este asunto, entre gente que supuestamente debería compartir el mismo espacio y entender conceptos similares.
Unos dicen: «Este es un nuevo mundo, acomódense o perezcan bajo el alud de mi sarcasmo.» Otros dicen: «Con el dinero en la mano, yo mando. A bailar, mono, que todos bailan lo que yo dicto.»
Por un lado, hay agencias de relaciones públicas que todo el día, todos los días llaman a los medios «generando» noticias a favor de sus clientes. Más discutible, menos discutible, para eso se les paga. Las agencias de PR en general se encargan de generar contenido editorial sobre los temas que sus clientes quieren ver impresos, muchas veces desviando la atención de otros más controvertidos.
Por otro lado, hay muchos medios que -como muchísimos blogs- se cagan en los standards de calidad editorial y te venden una página de publicidad junto a una nota gloriosa sobre los logros de X empresa o las fantabulosas habilidades de su director general. Esto lo digo desde el conocimiento casi íntimo de un medio donde el área comercial NO HABLA con el equipo editorial y si hablan, el equipo editorial es sordo.
Como norma general: toda empresa tiene problemas y cuestiones discutibles, si el periodista no pregunta sobre las acusaciones de acoso sexual, o la contaminación que ocasiona una planta productiva, o la próxima quiebra de la empresa por manejo irresponsable, no está haciendo su trabajo para presentar una visión balanceada del tema. Si junto a la nota que ensalza la visión de liderazgo de un viejo gordo detrás de un escritorio grande, hay un anuncio de la empresa/marca, es casi seguro que a la nota la redactó el interesado, no el medio.
Esto genera dramas por 2 partes: primero que las empresas se acostumbraron a pagar por aparecer (también) EN EL CONTENIDO, por otro lado los blogs son vistos como poco serios. Hagamos algo con blogs, que escriban de nosotros, que ellos siempre andan a la pesca de algo que escribir, escuché más de una vez. Ergo, podemos aparecer en el contenido de un blog, con links y todo, a cambio de espejitos. Si fueran un medio serio, el mismo distribuidor de espejitos estaría dispuesto a pagar más caro.
Entonces hacia dónde corremos? Hacia la redefinición de los blogs. Weblogs: diarios personales o medios digitales? La diferencia está en el comportamiento, no en la herramienta tecnológica.
Si valoras esa supuesta independencia que te permite insultar a gusto, burlarte de empresas, marcas y directivos porque tu blog es una extensión de tu personalidad, perfecto. Ese comportamiento caprichoso e impredecible vale un CD o un par de boletos al cine, cuando no te ignoran llanamente. Si quieres vender tus espacios publicitarios, dale mis saludos a AdSense. Ojo, siempre se puede hacer plata así, pero no te salvas de las ofertas pendejas.
Si en cambio prefieres que las empresas que se te acercan te hagan ofertas serias, hay que dar un paso adelante y arriba. Basta de pendejeo, adopta un criterio editorial y síguelo incluso cuando no te convenga. Sé profesional y frío en el tono, ofrece siempre la mayor cantidad de perspectiva en cada post. Si publicas opinión, opina para el lector, no para tu ego. Para maltratar a las empresas, existe YosiYono.com 😛
Pórtate como el Washington Post y no recibas ningún tipo de regalo (ver punto 3), tarjeta de fin de año, invitación a cruceros, botella o lápiz serigrafiado. Si te mandan productos para probar, los devuelves después de la prueba, nunca los rifas entre tus lectores (beneficio indirecto, get it?).
Haz que todo el mundo sepa esto y tu reputación de MEDIO SERIO se conocerá. Ese día, en vez de ofrecerte una cerveza por un post, te ofrecerán un desayuno privado con un directivo, para darte una exclusiva. Y así se cobra más por la publicidad, y no a la misma empresa que entrevistaste, porque los anunciantes van a estar dispuestos a pagar más.
UPDATE: Arcos apunta en la misma dirección.
Hola @banregio, conversemos.
Hurgando entre los incautos que me «siguen» en Twitter, encontré a @banregio, la cuenta de un banco mexicano, Banregio («regio» por regiomontano, de Monterrey).
El primer reflejo cuando dí un vistazo a sus twits, fue aburrimiento: Unos cuantos mensajitos plastificados «Banregio pone a sus ordenes, su cuenta Twitter como un canal de comunicacion para el publico en general» y el reposting de un blog.
Pero perdida en el medio había algo de magia: encontré una @respuesta y un par de mensajes indicando que hay humanos atrás de eso.
Esto puede convertirse en un caso de estudio. Ya hay muchas empresas mexicanas que abrieron una cuenta en Twitter (especialmente medios que vomitan todos sus titulares a las 2 AM y luego desaparecen), pero este es el primer caso que registro de una que viene de una industria tan pesadamente regulada y con tan pobre track record de comunicación transparente con sus clientes.
Acá viene mi granito de arena para que encuentren alguna idea en este embrollo.
Quién escribe los mensajes?
Vean el caso de @comcastcares, @jetblue y @zappos. Hablan por la empresa, con toda autoridad, pero no SON la empresa. Esto es especialmente importante para la fauna que habita(mos) Twitter, y excepcionalmente relevante para un banco que quiere mejorar su perfil público.
Sinceramente, no tengo ningún interés en conversar con el «Banco» como institución. La entidad Banregio incluye muchas aristas con las que no quiero ni pensar en entrar en contacto. Apuesto cualquier cosa a que el 98% de las interacciones con el call center terminan en frustración del cliente y deseos de muerte al operador. Apuesto que a las 2 de la tarde en cualquier sucursal, una caja cierra sin importar la fila que haya «porque le llegó el turno de comer» al cajero.
No quiero nada de eso en Twitter. Quiero dialogar con Fulano Menganez de Comunicación, que es MI contacto dentro del Banco. Ya sé que no puedo mandarle un sobre con cheques para que los deposite, pero sé que si después de 3 llamadas infructuosas al call center me siguen cobrando algo raro, le puedo pedir que levante una alerta. O que avise «con el próximo recorte de tasas de interés, van a salir ofertas de crédito interesantes en el mercado y las de Banregio van a estar muy tentadoras». Si yo ELIJO seguir a @banregio, ESPERO este tipo de mensajes.
A quién le están hablando?
Uno de los problemas de estar en una industria con mucha regulación, es que hace años olvidaron lo que es actuar con naturalidad. Hay un manual de comunicación que dice que «en todos los materiales y medios se tratará al cliente de Usted, salvo para el producto Ahorro Universitario». Y DESPUÉS de seguir esas directivas, hay que pasar el mensaje a bendición de Comunicación y Legales. Este cartoon de Hugh MacLeod te está hablando, @banregio:
Los que por exceso de tiempo libre, falta de voluntad para ir a un gym, timidez extrema o acné extendido, usamos Twitter, somos propensos a pensar que pertenecemos a un grupete cool. El rango de edad en México debe andar entre 20 y 35 años y a esa edad todavía suena raro que una empresa solemne te trate de «Usted» mientras que los payasos impresentables de la Legislatura te tratan como un niño y te roban la merienda porque sus dietas los traen con hambre.
But I digress… Ya que asumo que mi primer comentario tiene algo de razón y van a usar Twitter en primera persona. Y sospecho que Fulano Menganez tiene menos de 35 años, por favor, relajen un poco el tono, tuteen a la gente, hagan amigos, desarrollen acné.
Ah, hablan conmigo, entonces? OK, de qué conversamos?
Tiene MUCHO sentido lo que hacen con el blog. Pero me parece que están siendo medio primitivos con los temas que «suben» a Twitter.
Entiendan al blog como una entidad separada de @banregio porque los usuarios de twitter suelen ser usuarios de un feed reader y la redundancia puede cansar. Si quiero leer TODO tu blog, me suscribo, si no, dame sólo lo destacado.
Acá el equilibrio es frágil. Desde el punto de vista de crear contenidos y cumplir con objetivos de SEO, «Qué es la COFEMER?» cumple, pero no atrae. Banregio tiene la oportunidad de oro de convertirse en un consejero estrella, publicando tips de ahorro, consolidación de deuda de tarjetas, inversión, etc.
Qué creen que quiere leer una chica de 28 años con un puesto administrativo? «Qué es una casa de bolsa?» o «Cómo bajarle al saldo de tu tarjeta Liverpool sin dejar de comer?»
Ese es el nivel de conversación que tiene mucho potencial de despertar afinidades en Twitter. Un banco en general está sentado sobre pilas de esta información, sin saber qué hacer con ella.
Y agreguen algo de la vida doméstica del Banco. A todos nos gusta mirar por la ventana a ver cómo vive el resto del mundo.
Market research caserita
Regresen 2 años en el tiempo y comiencen a seguir a @jowyang. Cuenten la insoportable cantidad de preguntas que manda, la catarata de resultados que publica y lo famoso que se hizo a partir de esto.
Por una cuestión de ego (que me tiene tipeando hace media hora) o porque muy muy muy muy MUY en el fondo los twitteros somos buenas personas (salvo @earcos y @cejaguera), nos gusta responder a preguntas inteligentes con respuestas superhipercerebrosas en 140 caracteres.
Es más, ya tengo la respuesta a la primera pregunta: Metan a todos los directores en el call center y lleven a los operadores al Cerro de la Silla a filmar Apocalypto 2 con Stallone. Con live rounds.
Simple, no? Aplica para «Cómo mejorar la percepción sobre los servicios del banco?» y «Qué ideas nos darías para la fiesta de fin de año 2009?»
Muestren verdadero interés por averiguar qué piensa la gente y dónde podrían dar un golpe (hint: nos encanta sentirnos escuchados – hint2: never in the puta life nos vas a escuchar en un focus group) y despertarán verdadero interés por responder en la comunidad.
Pay it forward
Remember: apenas huela que @banregio está en esto por puro provecho propio (en cambio, yo hago esto por el placer perverso de perpetrar aliteraciones), se la voy a armar de pedo. Insignificante, pero pedo al fin.
Este tipo de acciones de «creación de ecosistemas» que caen bajo la sombrilla de intervención en redes sociales NO TE VA A AYUDAR A VENDER ESTE TRIMESTRE. Lo lamento, el ratón Pérez es un traficante y las acciones de relacionamiento en redes sociales no traen plata medible contra acciones previas.
Pasar 20% más de tiempo en Twitter no va a traducirse en nuevas cuentas abiertas (por favor, iniciemos una campaña por la desaparición del -inexistente- verbo APERTURAR), o quizás sí. A lo que apunto es que esa no debería ser la promesa que les consigue presupuesto. Hay muchas más dimensiones en las que estas acciones son beneficiosas, y el banco tiene un área que se dedica exclusivamente a vender, a cada uno lo suyo.
Vías de contacto
Sigan a todo el que los siga, para poder recibir mensajes privados de todo el mundo. Twitter no permite mensajes privados entre desconocidos, así que compren un gran embudo.
TweetDeck es una aplicación muy útil cuando se trata de filtrar la maraña de mensajes que llegan cuando se sigue a mucha gente. Permite crear búsquedas personalizadas para estar al tanto de términos críticos (ego search) y bajarle la prioridad al stream general de datos.
Otros espacios
Si les da el tiempo/personal/presupuesto, armen diferentes cuentas. O trasladen algunas cuentas a grupos de Facebook o comunidades en Ning. Un club de inversores, un club de emprendedores, un club de ahorristas. Páguenles un desayuno por mes para que se conozcan y que Banregio opere como catalizador de alianzas y de partidos de fútbol.
Todas estas herramientas sirven para poner un oído en las vías. Si se usan a tiempo, el tren no te va a pasar por encima.
Hace tiempo que observo este fenómeno con una mezcla de asombro, incredulidad y decepción:
Por más esfuerzo que hagan algunos iluminados por sacar a las empresas donde trabajan de un -discutible, porque hasta ahora funciona- letargo, una de las peores trabas que encuentran viene del interior de la propia organización: no hay ni sombra de alineación de objetivos entre las áreas de marketing y/o comunicación y el resto de la empresa.
No se trata sólo del ámbito digital. La función del área legal es decir que no a cualquier cosa que pueda requerir ir a mirar un libro. La función de ventas es decir que no a cualquier cosa que pueda afectar las comisiones (hagamos un 2×1). La función de producción es decir no a cualquier cosa que implique variar el plan del año. La función de la dirección general es escuchar a todos y 3 contra uno ganan fácil.
Podrán decirme que ha habido una evolución y ahora hay más apertura y comunicación entre áreas. El día que mis clientes dejen de temblar cuando se menciona «escalemos esto al equipo, así todos saben de qué se trata», voy a pensar distinto.
Da mucho gusto trabajar con amigos, aunque el precio sea levantarse a las 7:00 en domingo.
Estamos preparando la próxima campaña de Armor All y así se ve el estudio donde estamos filmando toda la acción. El inimitable Dany Saadia está poniéndole el toque mágico al asunto.
[youtube]http://www.youtube.com/watch?v=5J3NoYsslR4[/youtube]
Lo grabé con mi celular, así que la calidad es pésima.
Me pregunto cuánto más efectivo es entregar un mensaje en radio con una canción en vez de un mensaje claro y menos ridículo, alguien tendrá investigación sobre esto?
Mi primera impresión es que la «composición» es caríííííísima, por favor contradíganme.
Cuando uno pasa mucho tiempo inmerso en algo, esto se convierte en una segunda naturaleza de la que es difícil deshacerse cuando hablas con alguien «de afuera».
Así los nativos digitales ponemos los ojos en blanco y resoplamos cuando tenemos que explicar -por décima vez- qué es Twitter (y para ser más odiosos lo pronunciamos chuirer, correcto pero snob). Si tienes que explicar muchas veces la misma cosa, el problema es de la cosa, no del interlocutor.
Esto se repite desde los inicios de la humanidad. Cada tribu usa sus términos propios para distanciarse y reconocerse entre la masa. Los abogados usan latinazgos, los contadores numerazgos y los arquitectos… algo deben hacer.
El problema es cuando la tribu QUIERE comunicarse con la masa, usando sus términos propios. Cuando el fulano de marketing de una marca le habla a sus consumidores diciendo «los consumidores podrán controlar…». Ahí se rompe cualquier vínculo de comunicación, porque la masa y la tribu no tienen terreno común en ese lenguaje y no hay traducciones «aceptables» preestablecidas.
Mi favorito personal? Cuando me ofrecen contenidos para mi celular. Really? Contenidos? No sería mucho más atractivo que me ofrezcan juegos, ringtones y wallpapers de chicas en pelotas? Porque contenidos no me dice mucho. Jamás agarré la tarjeta de crédito y corrí a una tienda a comprar contenidos.
El que contenidos sea el término interno habitual para referirse a los juegos, ringtones y wallpapers de chicas en pelotas que la empresa ofrece, no quiere decir que sea la manera más efectiva para decírmelo. Porque yo nunca llego al café y le cuento a mis amigos «miren qué buenos contenidos compré hoy».
Otra que me (des)encanta es experiencia. Usa esta pasta dental y vive la experiencia… Crap. Otro término de uso interno que jamás debería ver la luz del día. Los estudios de comportamiento del consumidor dicen «hombres de alto nivel socioeconómico de 18 a 22 años ansían vivir experiencias extremas». Entonces vamos a ofrecerles experiencias en vez de invitarlos a saltar en paracaídas.
Nota no-tan-mental para la tribu del marketing (que me incluye): no le hables a tu público de la misma forma que le hablas a tu cliente. Son 2 faunas completamente diferentes, ESPECIALMENTE en el idioma.
Y en América Latina parece estar igual. Esta es mi respuesta a la pregunta de Jonathan Álvarez. Ahora, a tratar de explicarme.
Cuando Eduardo me avisó de sus negras intenciones -preguntarme cosas con intención de publicarlas es al menos irresponsable-, me puse a investigar un poco para no quedar totalmente descolgado. Ahí tenemos la primera pista: no tenía NADA fresco en la cabeza para comentar, ergo nada en los últimos tiempos me impresionó como para recordarlo sin ayuda.
Para poner un poco de precisión: hablé de la «Web2.0», ese monstruo mítico que, sin que le pregunten, se convirtió en la única perspectiva admisible bajo la que se pueden evaluar iniciativas de entretenimiento o negocios en la red. No pasa mucho en México alrededor de la Web2.0, y la frase clave de esa conversación -para mí, al menos- fue: «Nadie está proponiendo nuevas formas de usar la red desde México».
ICQ fue una nueva forma de usar la red, que nació en Israel, Twitter es otra, directo desde USA. Seesmic tiene perfume francés y Twixtr viene de España. Esas 4 empresas / sites / servicios usan la red de una manera innovadora, proponen nuevas cosas que hacer con el mouse, el celular o la webcam. Si miramos a Latinoamérica, no encuentro algo similar que se haya originado acá (por supuesto, acepto sugerencias).
La premisa sería: hagamos algo realmente distinto, que resuelva un problema con gracia y simpleza, o tomemos algún viejo bastión de la red y replanteemos o extendamos su función.
Ahora, de la amplia lista que Jonathan da como sostén de su visión «optimista» sobre el estado de la web en México, no encuentro ningún ejemplo que no huela a medio o «industria». Ahí es donde creo que yace la diferencia de opinión.
En esencia la enumeración de Jonathan no es mala, pero se me antoja tristemente incompleta: no hay usuarios por ningún lado. No hay un ejemplo en esa lista que trate al restante 99.99% de los habitantes de la red como participantes en vez de «audiencia» (pasiva y hasta irrelevante a veces).
Yo creo estar al medio de la cuestión: por un lado creo en el enorme potencial de Internet como espacio de expresión, vivo encantado por el universo de posibilidades que cada nueva herramienta abre a los participantes. Me encanta la idea de poder ser parte de un mundo más amplio y tener acceso a aprender de gente que antes era inaccesible.
Por otra parte, soy parte de la «industria» de la publicidad y mi trabajo diario es ayudar a empresas a conectarse con una audiencia o mercado a través de los medios o acciones más idóneos en cada caso. Cosas que a veces parecen antagónicas, también me dan una visión que puede ayudarme a entender un poco más el entorno.
Veamos qué encuentro en la lista de Jonathan:
– Mobile Marketing Association: J pone en el mismo párrafo a Coca Cola, Havas Media, Mobile Dreams Factory y KTC. Grandes anunciantes, agencias de medios y agencias de maketing especializado se juntan y deciden cuál es y qué necesita «el mercado». Razonable, si ponen los fondos, lo mínimo que pueden pedir es que el mercado sea como ellos quieren.
– Interactive Advertising Bureau: Microsoft, Google, Yahoo, CNNExpansión, El Economista, e-volution, Resultics, Activamente, Fábrica Interactiva, hasta contar 46 socios. El IAB dice «nuestro primer objetivo es aumentar la inversión de la publicidad y el marketing en medios digitales». Claro, agrupando a los receptores de esa inversión (portales y medios) y a los productores de piezas (agencias interactivas), el objetivo es loable. Incluso para mí, que parte de mis ingresos se originan en campañas en medios digitales.
– Google en México: los 23 (otros dicen 25) millones de personas que usan Internet en México representan un grupo mayor que la población total de 26 países latinoamericanos, con la excepción de Brasil, Argentina, Perú, Colombia y Venezuela. No pondrías una sucursal de tu empresa de Internet acá?
Llegando a la sección de Iniciativas Web de la nota de JA, es donde pongo mis esperanzas. Las mejores cosas que han ocurrido en la red son la materialización de las ideas de unos trasnochados y un poco de suerte. Yang y Filo, Page y Brin, los 4 locos de Mirabilis, @Ev y @Biz, todos tomaron una idea y la empujaron hasta que el mundo (a veces más mundo, a veces menos) las descubrió y adoptó.
Acá es donde aparecen los usuarios / participantes. Creo que hay más potencial en preguntar «qué te interesa hacer?» que en declarar «este es el formato de banner standard y se lo vamos a mostrar a toooodo el mundo».
Fred Wilson, un capitalista de riesgo bastante reconocido, dijo que su proyecto favorito para invertir es «uno en el que chicos de 22 años están haciendo algo que les gustaría usar». Esto es importante. A finales de los ’90, todo iba hacia «portales» y «marketplaces». La «industria» decía que había que armar portales que acumularan tooooodo el contenido posible, con chats, foros, postales, horóscopos y whatnot. Otra industria iba hacia la creación de mercados relativamente transparentes, las automotrices se juntaban en gigantescos pool de compras, Techint lanzaba Exiros y AOL se acostaba con Time (perdón por soltar la sigla sin avisar).
Ahora parece que los proyectos que más tracción (y fondos) consiguen, son los que permiten a individuos expresarse o conectarse, ya sea en o personal o lo profesional. Hoy florecen Twitter, Friendfeed, LinkedIn, Facebook, Sonico y amigos.
Si de esto se puede generalizar un poco, son Coca Cola, Google y Havas Media los drivers de la innovación? Creo que no. Son una parte del ecosistema, poniendo plata, intermediando tráfico e intermediando campañas, respectivamente. Los que viven un problema y se ponen a resolverlo en medio de un ataque de insomnio suelen ser los que innovan.
El que los grupos «de industria» aparezcan es saludable, porque indican que el mercado/entorno tiene la suficiente madurez como para ser interesante y que sea rentable tratar de torcerlo un poco. El asunto para mí es que no representan la totalidad de la ecuación. Equiparar la existencia del IAB o la AMIPCI (perdón por la sigla otra vez) a «grandes cosas por venir» es miope.
La web en México está mal porque con tanta gente, tanta plata y tanta organización, no está innovando lo suficiente, ni siquiera para su mercado «interno». Mucho menos para el mercado global. Las iniciativas como Dixo, IsopixelOne, Poderato y Diremex son interesantes y perfectamente válidas como emprendimiento, pero no anuncian -creo- ninguna revolución.
Es difícil apuntar en la dirección correcta. México tiene algunas cuestiones extra que resolver, como la baja performance del sistema educativo, antes de convertirse en un generador de pensamiento y proyectos en el ámbito digital. Octavio Islas solo no puede ser el motor de la «cibercultura» mexicana, y me encantaría que en su web publicara más pensamiento que anuncios de eventos y cursos, pero por supuesto estando así de solo no le alcanza el tiempo.
Un ejemplo de un paso en la dirección correcta es el proyecto de ley que impulsa León F. Sánchez. Poner el texto del proyecto de ley sobre un wiki es desafiante y cándido al mismo tiempo. Me pregunto si los abogados de Televisa, Telmex, Microsoft y Google agregaron algún párrafo o quitaron algo del proyecto? Sospecho que no, que simplemente lo ignoran porque probablemente no los favorezca y porque el presupuesto para cenas y golf con legisladores ya está aprobado y está mejor alineado con sus intereses.
Si mágicamente aparecen los innovadores, y florecen iniciativas simpáticas, con buena aceptación del público y potencial de crecimiento, cuál es el lugar de las empresas «grandes» en este escenario? Deberían mantenerse al margen o hay lugar para participar?
Hoy la Web2.0 se convirtió en un espacio de expresión y socialización, donde los participantes se mueven entre pares, borrando fronteras y divisiones de status. El primer paso que le recomendaría tomar a una empresa es entrar como usuario, para «poner la oreja en las vías» y enterarse qué le interesa a su audiencia. Zappos y JetBlue hacen eso en Twitter, con gente dedicada a descifrar qué se dice de ellos y resolver cualquier problema que encuentren. La respuesta es arrolladoramente positiva.
Una vez que se establece un diálogo inteligente, los pasos siguientes se hacen evidentes. Para algunas empresas, la continuación es ofrecer a sus fans un espacio de conversación, un grupo en Facebook, un club online. Para otras, publicar su propio medio en vez de poner plata en intermediarios.
Una vez allí, agruparse y hacer lobby es opcional.
La mayor parte de las veces, cuando me refiero al personal de un call center, suelo decir «los robots del call center».
No es nada personal, esos chicos tienen que trabajar de algo; es más en contra de las pobres decisiones que toman las empresas cuando arman sus espacios de contacto (ver la experiencia en primera persona de Edgar). Se lo digo a mis clientes: «Cuando llamé a tu call center y me atendió el robot, no sabía hacia dónde correr». Se lo dije a mi -entonces- empleador, Santander: «Todo funciona perfecto hasta que ha que llamar a Superlínea, ahí los robots la cagan».
Ayer uno de los momentos cúlmines de mi «conversación» con Cablevisión ocurrió más o menos así:
–Mi problema es que yo pago puntualmente con débito automático el primero de cada mes, y si por alguna causa eso no ocurre, me cortan velozmente el servicio. Pero no se me ocurra reclamarles que me entreguen efectivamente el servicio que me prometen, porque me quedo sin respuesta y tengo que andar persiguiéndolos y esperando 40 minutos por llamada -dije, casi sin respirar.
–Su fecha de cargo no es el primero del mes, si quiere revise su recibo para que vea que no es el primero -dijo Marco Antonio, completamente sobrepasado por una situación que, según mi experiencia, parece ser habitual.
Vomité fuego un rato largo después de eso. Hoy le hago reverencias a Seth Godin: Should you fire the voice mail guy? La respuesta es sí.
Eso se debe haber preguntado algún genio de ventas, marketing o publicidad de Cablevisión, el día que decidió poner anuncios en lugar de la música de espera en el call center.
Cablevisión me está dando un servicio inaceptable desde hace un par de meses:
– La velocidad de conexión a internet es un 20% de la que pago. Todos los días. Sin excepción.
– Estuve 10 días sin servicio culpa de uno de sus técnicos y pasé horas gritándole a los robots del call center para que «aceleraran» la visita.
– Ahora la mitad de los canales tienen señal pobre, se ve todo cuadriculado, se interrumpen los diálogos, la música tartamudea. Todo esto después de 15 días de la última visita de su técnico para arreglar el problema que ellos causaron.
Imagina que a estas alturas, después de teclear 5675645645656 veces mi número de contrato, sólo para que me lo pregunten otra vez, y esperar 40 minutos cada llamada para encontrar algún tipo de respuesta, mi paciencia es ínfima.
Uno llama al call center de una empresa de servicios por 3 causas principales:
– Reportar una falla
– Reportar un cargo mal hecho
– Quejarse o cancelar el contrato
Quién es el autista capaz de pensar que ese es un buen momento para pasarme sus anuncios y rezarle a algún dios para que les dé más plata? Si primero marqué mi número de contrato y ya pueden conocer un historial de innumerables llamadas de quejas, creen que me van a vender algo? O al menos, podrían detectar qué pago actualmente y NO pasarme anuncios de un producto que ya tengo?
Aunque Bon Jovi tampoco es muy buena elección para calmar la bronca que les tengo right now.
UPDATE: Call Center im-per-di-ble, gracias León!