Domingo por la noche. B y yo listos para comenzar otra semana, haciendo zapping ya en la cama.
Pasamos por el grupo de canales de series: Sony, Warner, Fox, etc., 12 canales más o menos y cero ganas de dejar uno. Vamos a los de películas? HBO, Cinemax, Cinecanal, otros 10 (sin contar los atrasados 3 horas, que la compañía de cable te vende como canales independientes) pasan sin pena, ni gloria, ni nada notable que nos haga quedar.
– ¿Qué se dice ahora? -pregunta B.
– No hay una mierda en la tele -respondo y nos ponemos a roncar.
Ayer hablábamos de radio en el Chow de ALT1040: en una ciudad como México DF, donde un 50% de la población se pasa más de 2 horas por día arriba de un transporte público o privado, la radio es una pobre sombra de lo que podría ser (NOTA: no tengo idea si hay una relación causal entre horas encerrado en embotellamientos y consumo de radio. Sospecho que sí, pero tenue).
La frase clave es «la radio en México es una pobre sombra de lo que podría ser«.
En los 7 años que llevo en México, nunca tuve ataques fuertes de nostalgia como para buscar streaming de radios argentinas y «darme mi dosis» de cotidianeidad abandonada. Conozco demasiada gente que vive así y me provocan la risa desesperanzada que también trae una mosca que cabecea una ventana sin parar.
Yo uso la radio como ruido de fondo en el auto y en mi casa. No presto suficiente atención a lo que ocurre como para hacer zapping con el dial (radios con dial, se ven las décadas), y mi corte muestral quizás no sea válido para extraer una estadística, pero me parece que se podrían hacer TANTAS cosas diferentes en radio en México, que me pregunto por qué no se hacen y voy a intentar responderme acá mismo.
Tengo identificados 5 tipos de programa, dime si me faltan:
- Me contrataron porque soy dios y acá se hace lo que yo digo
Típico de los noticieros de la mañana, se extiende al mediodía y al horario de salida del trabajo. Programas donde el conductor lleva LA voz cantante, los entrevistados puede contestar entre los plugs comerciales y las declamaciones del conductor si se atreven, y el resto del planeta existe sólo para que la voz del conductor tenga suficientes tímpanos para impresionar. Carlos Puig, Oscar Mario Beteta, Carmen Aristegui. Mariano Osorio sería la contraportada bizarra de este grupo. - Creías que era un programa de música, pero yo te voy a explicar
Síndrome habitual en Reactor 105.7. Tres canciones por hora y entre los pocos oasis de música, dos o más tipos contando qué bueno estuvo el festival de Glastonbury del ’96 y por qué se nota la marca de Rubin en un disco que no produjo (resulta que él es ex de la actual mujer del productor real, y en la cama se tunean las consolas). Rulo & troupe. - Pago por este espacio, y tengo que recuperar los costos
Se ve a lo lejos en programas de «estilo de vida» (y autos también) donde el conductor recomienda tantos productos, que si no se los regalaran estaría quebrado. Cada entrevista al tipo de PR de cualquier marca va con una factura por el espacio publicitario de antes y después. Eddy Warman, Fernanda Familiar, Martha Debayle y similares, paguen o no por el espacio. - Acá estoy, algo haré
Los domingos a las cuatro de la tarde, mientras todos comen. Cualquier día de semana, después del himno. Este es el caso inverso del primero: acá la radio contrató un proyecto, y la gente no es ideal. Tipos capaces de desmenuzar la biografía de un rapero o el sistema de servos de un avión a escala hasta un detalle espeluznante, que no le importa a (casi, ya sé) nadie. Expertos en algo que no es comunicación, ni locución, ni entretenimiento, hacen un esfuerzo heroico por llenar de contenido el tiempo que les dan, pero apuntan a un nicho tan chico que podrían mudarse a un podcast y vivir con un 5% de la presión, los horarios y las rigideces del medio. - Los que la salvan
En mi caso, Malasaña en Ibero 90.9. Tizano propone una radio que me encanta escuchar. Porque cuando arranca te da la bienvenida al «peor programa de la radio mexicana» y pone «un poco más de ese jazz maldito, porque ya sé que no estás acá por mí». Reírse de uno mismo es una virtud que me genera empatía automáticamente, leer textos malditos siempre me resulta mejor que el reporte del tiempo. ¿Hay más como este?
Entiendo que cada estilo requiere diferentes recursos, y no puedo/debería poner a Malasaña como vara para medir a los noticieros, pero para tomar esos programas como ejemplo, suelto algunas ideas que se me ocurren en el camino:
- El conductor es el responsable del ritmo del programa. No necesariamente debe ser periodista para poder DIRIGIR un programa de noticias. Cuatro horas de radio por la mañana pueden convertirse en un suplicio si no hay buen ritmo.
- Pongan periodistas para reportar y analizar las noticias. Que el conductor ME DEFIENDA y resguarde la dinámica del programa, operando como entrevistador de sus colaboradores.
- Si entrevistan a alguien, entiendan que los «de afuera» no tienen el entrenamiento que tienen los de la cabina. No dejen que el invitado seque las neuronas de la audiencia con balbuceos ininteligibles, y tampoco aprovechen el espacio como púlpito para soltar sus propias diatribas.
- Ningún tema de «la actualidad nacional» resiste dos horas de repetición y ensalzamiento. Corten y mezclen.
NOTA para las radios «jóvenes»: NINGÚN concierto, no importa si es de Radiohead o Metallica, resiste diez días de «sólo queremos hablar de esto».
Por supuesto, cualquier cosa es mejorable para el que la mira desde afuera. Mis gustos y preferencias personales son ab-so-lu-ta-men-te irrelevantes para cualquiera que no sea yo (peeeeeero adivina: ¿de quién es este blog?). Lo que me pasa es que es desesperante ser testigo de la dejadez manifiesta con la que desperdician un bien escasísimo.
Cuando los talibanes pro-vida-digitalizada hablaMOS de las ventajas de los nuevos medios versus los «tradicionales», uno de los primeros argumentos es la abundancia, variedad y flexibilidad de contenidos que se puede alcanzar en la red, en comparación con el resto. Una radio sólo puede producir y transmitir 24 horas de contenidos por día, que si no escuché pierdo para siempre; mientras que cada minuto se suben a Youtube unas 65000 (creo) horas de video.
Con eso en mente, ¿la versión actual de la radio en México es LO MEJOR que se puede hacer cuando te confían la administración de un bien tan escaso como ese?
¿Dónde están los Howard Stern, los Alejandro Dolina, los herederos de Brozo? Con la tremenda cantidad de gente que consume radio en México, debería ser posible encontrarles audiencia a gran cantidad de estilos y formatos nuevos. ¿Es estrictamente necesario conformarse con el mínimo común denominador?
¿Por qué repiten programas diurnos por la noche? REGALEN el espacio al primero que lo pida, que produzca un programa para médicos de guardia y se convierta en el próximo José Sacristán en «Solos en la madrugada».
Quizás no nos podamos desprender de los vicios y las deudas «de amistad», pero si se abre un poco el espacio a nuevas ideas, creo que las -a veces infames- leyes de mercado podrán hablar mejor que la agenda personal de un director de programación.
Y los que no tienen acceso a la señal: publiquen podcasts, hablen, hagan ruido. Oscar Noriega dijo «los blogs personales mueren, lo de hoy es el livestream». En un país que no lee, háblenle a la gente al oído.
No hay una mierda en la radio en México, todavía. Pero me encantaría estar irremediablemente equivocado.