La verdad es que la respuesta podría haber estado mejor armada. Todd Akin, el recientemente anunciado candidato retrógrado conservador al Senado por Missouri, tratando de explicar su política anti-aborto sin excepciones, dijo en TV:
First of all, from what I understand from doctors, (pregnancy from rape) is really rare, […] If it’s a legitimate rape, the female body has ways to try to shut that whole thing down.
Previsiblemente, Internet explotó. Lamentablemente, en Latinoamérica Internet tradujo mal y explotó igual.
Medio mundo se enfocó en «legitimate rape» y salió a condenar al poco probable futuro senador por su salvajismo, aleccionándolo sobre la imbecilidad que implica juntar esos términos.
Seamos un poco más fríos en el análisis. En USA (sin ponerme a investigar) no debe quedar ningún rincón, por más Alabama que sea, sin leyes condenando la violación. ¿Qué hay, entonces, en la mente de un fulano que se opone a rajatabla al aborto, nomás porque Dios se lo dijo?
Que hay violaciones ciertas e indiscutibles, en que un desconocido ataca a una mujer y se impone sobre ella. En ese caso, el cuerpo de la mujer, en su infinita sabiduría, toma sus propias, misteriosas medidas anticonceptivas y nos evita una discusión sobre aborto para alegría de Diosito.
Y hay otras violaciones. Nebulosas, difíciles de delimitar, como cuando el novio borracho insiste de más, o el marido violento amenaza y gana. O el tío mano larga con la sobrina púber. Uno nunca sabe realmente qué pasó en ese garage. A esas Diosito las considera una zona grisácea, y el aborto es MUCHO peor. Nuestro partido y nuestros votantes están de acuerdo en eso. Eso piensa.
Después del ensalzamiento electoral que vivimos en México, conviene recordar que los políticos son un mínimo común denominador de la sociedad a la que representan. En general, cuando hay duda, se nivela para abajo. Y también pasa que cuando llegan alto, les da vértigo. No es su elemento.
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