Menorca Tech Talk: meeting of the minds

UPDATE: Varias fotos que tomé ya están en Flickr.

La semana pasada estuve viernes y sábado en Menorca Tech Talk, sumergido en esa extraña y sorprendentemente efectiva mezcla de informalidad, cercanía y franqueza que se logra cuando todo el mundo puede ver que hace siiiglos que no te pones al sol.

Ya Eduardo, Mariano, Santiago Bilinkis y Damián Voltes describieron más que bien lo que pasa en el evento, a mí me gustaría probar con un par de interpretaciones sobre lo que pude ver y aprender mientras me asomaba al sol de a ratos para no terminar color camarón como Amartino.

Meeting of the minds (MOTM) es un concepto que en inglés sirve doblemente bien para expresar cómo sentí el evento. Además de la literal «reunión de las mentes», MOTM en español se traduciría como la «voluntad contractual»: antes de celebrar un contrato, las partes acuerdan las condiciones del mismo de manera que la relación funcione para ambos. Cuando una de las partes detenta un poder/interés desproporcionado, se dice que no hay «meeting of the minds» y eso puede llegar a invalidar el contrato, por ejemplo en el caso de las licencias «forzadas» de Windows que Microsoft tuvo que reembolsar a gente que habían comprado equipos con Windows preinstalado y no podían evitar pagar por él, aunque luego usaban otro sistema operativo.

Mucho preámbulo. La cuestión en Menorca Tech Talk es compartir y descubrir, y si fueras con otra intención desentonarías bastante. Nadie está en un pedestal, ni nadie va con la tarjeta de presentación por delante del saludo. Todo el mundo se interesa por conocer al resto del grupo y la conversación es muy relajada, sin que eso le reste profundidad.

El estilo y formato del evento me hace pensar que Varsavsky entiende y extiende una norma fundamental, que no siempre se sigue pero ha probado ser efectiva a lo largo de siglos: siempre es mejor hacer negocios entre amigos.

Quizás poniéndose más riguroso y enfocándose solo en resultados se puedan conseguir un par de puntos más de rendimiento, pero la paz mental, la buena onda y las múltiples oportunidades que se desarrollan trabajando con like-minded people (ves? Hay un patrón detrás de la insistencia), supera con creces acabar con un poco más de plata y una úlcera de tanta mala sangre.

Menorca Tech Talk me pareció un evento donde uno no va a hacer «match» con un inversor, un potable partner o futuro cliente, sino que muchas más veces ví gente haciendo «click«, conectando entre personas y compartiendo vivencias.

Esta casta de emprendedores, innovadores y vanguardistas viven su negocio, está en su ADN y corre por su sangre. Si las personas conectan, seguro se abrirán oportunidades de negocio.

Y esto facilita una tercera pata de la historia: cuando a cada uno le tocó el turno de hablar, el ambiente de apertura y las chispas generadas ayudaron a que nadie diga «esto hago, ergo soy muy cool» sino que muchos aprovecharon el IQ acumulado de la sala para pedir ayuda -que estoy seguro que recibieron-, o para contar de su causa, su tierra y sus creencias -y fueron atentamente escuchados.

Yo estuve como una esponja, escuchando y aprendiendo. No creo que podría haber aportado algo revelador a tantos buenos temas que se ponían sobre la mesa, pero si me dieran el micrófono ahora, lo usaría para agradecer tantas nuevas perspectivas y apretones de manos.

Ojalá estos encuentros se repitan muchas veces más y ojalá surjan muchos otros eventos con el mismo espíritu sano y abierto. Martín, Nina, Matías (gracias!) y el Mediterráneo le saben dar el toque único e inolvidable, pero apuesto a que hay más gente, incluso en otros ámbitos menos tecnológicos que se beneficiarían con un flujo de energías positivas como el que se genera en Menorca Tech Talk.

Notas de color que rescato de la memoria:

  • Hay buenos anfitriones, grandes anfitriones y en su propia liga: Martín Varsavsky. Todo en las fincas está preparado para recibir gente y hacerlos sentir como en casa. Detalles de todo tipo desde la comida rica y variada, blisters con cepillos de dientes en todos los baños (c’mon, quién viaja sin su kit personal? pero incluso esto estaba pensado), hasta bloqueadeores solares de todo tipo y potencia junto a la piscina, sumados a las reformas hechas a las fincas para recibir tal cantidad de gente con total comodidad, redondean la experiencia del encuentro para que sea perfecto.
  • Cuando hablo de la falta de sol, lo digo en serio. Alguien, yendo al aeropuerto de regreso a la cruda realidad, portaba un rostro fucsia brillante, acentuado por un antifaz blanco donde antes hubo lentes oscuros.
  • El libro Outliers de Malcolm Gladwell es un gran éxito entre los asistentes: en tres diferentes conversaciones escuché algo similar a «lo acabo de terminar, lo tengo en la maleta, te lo traigo en un rato». Damián Voltes trazó una serie de paralelos interesantes entre las descripciones del libro y la «fauna» reunida en Menorca.
  • La variedad de asistentes propició descubrientos interesantes. Escuché «uno a veces se mueve en un círculo un poco reducido y tendemos a desestimar a la gente ‘de afuera’. Luego los escuchas en cualquier conversación casual y te encuentras un tipo que está trabajando en cosas tan interesantes, pensando tan adelante, que te preguntas por qué no llevas horas escuchándolo y aprendiendo algo nuevo».
  • El viernes por la noche fue la celebración de la festividad del solsticio de verano en Suecia, algo similar a la fiesta de Inti Raymi en la cultura incaica. Cinco suecos cantaron, bailaron y tradujeron las canciones tradicionales de la fiesta en medio de una avalancha de aplausos.
  • Nunca viajes con zapatos nuevos.

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