Leí una nota en Animal Político, donde Ana Lilia Moreno expone las razones por las que el estado no es el proveedor ideal de acceso a Internet, en contra de las propuestas de un grupo de ciudadanos llamado -previsiblemente- Internet para todos.
Concuerdo en general con Ana Lilia, pero hay un punto en la propuesta de IpT que me parece excepcionalmente bueno, tanto que es una bandera que sí levantaría con gusto: el estado debería ofrecer acceso a Internet en toda oficina pública, dependencia descentralizada y en algunos espacios selectos donde se detecte un beneficio social preeminente.
Con eso no competiría con los proveedores privados y sí ofrecería un beneficio particularmente orientado a segmentos de bajos ingresos. Además de espacios previsibles como bibliotecas y escuelas, ofrecer acceso a internet gratis permite:
- En el hospital público, en lugar de salir a la calle para hacer una llamada desde un teléfono público, puede conectarme con un celular y usar Skype o Whatsapp sin consumir saldo.
- En el precinto de policía, puedo tomar fotos y publicarlas en redes sociales o espacios de denuncia ciudadana para prevenir o documentar abusos, condiciones indignas, etc.
- La explanada delegacional o un parque público puede convertirse en un lugar de reunión para jóvenes en un espacio cuidado, iluminado y con oferta alternativa de actividades, como el skate park inaugurado recientemente por el Jefe de Gobierno.
Para mí está claro que pedir que te lleven Internet a la puerta de tu casa es excesivo. Incluso encontrando los estudios que dicen que tener acceso a la red genera beneficios culturales-educativos por solo existir, sigo creyendo firmemente que es mejor un espacio de competencia con pisos de calidad (que hoy no hay en Mx), antes que dejar todo en manos del estado.
Como contrapartida, el estado tiene la oportunidad de convertir el acceso a Internet en una fuerza de desarrollo por cercanía, tangible y a todas luces beneficiosa, sin poner nerviosos a los proveedores privados de acceso. Y, si andan con MUCHAS ganas de hacerlo bien, dar el ejemplo con un servicio de calidad, que impulse esa sana competencia que aparentemente no florece solo con capitalismo y libre mercado.