Aprender a emprender: Founder Institute en México DF

Screenshot 2014-12-02 15.21.52Cualquiera que haya pasado por este blog sabe que me interesa (y me preocupa) el estado del ecosistema de emprendimiento mexicano. Y también que, si bien hay variados factores preocupantes, el que más me llama la atención es el nivel educativo que padecen los que aspiran a emprender en México.

Con esta curiosidad, cuando Celeste me acercó la idea de organizar una generación de Founder Institute en México para 2015, aplaudí de gusto y acepté corriendo.

Founder Institute es una aceleradora de ideas que opera en más de 70 ciudades y ya lanzó más de 1000 startups. Me gusta su programa más que el de otras incubadoras/aceleradoras del mercado porque:

  • Hacen un análisis psicométrico a cada aspirante. Este estudio es un excelente predictor de la aptitud del aspirante para lidiar con todos los aspectos de un emprendimiento. Quienes pasan esta prueba y resultan aceptados en el programa tienen alta probabilidad de éxito.
  • Al entrar en la etapa de idea, FI actúa antes. Otras aceleradoras entran al momento en que ya existe un prototipo del producto en marcha, por ejemplo. Al entrar antes es posible validar y corregir rumbos antes de quemar recursos detrás de objetivos mal definidos.
  • El formato es más similar a un programa de entrenamiento dirigido a gente que tiene una startup en mente. Es -pienso yo- una relación entre FI y la startup más transparente que el de inversión más mentoría standard en incubadoras.

La ventaja que le veo a esto es que al final del proceso el emprendedor tiene una empresa constituída, que ya pasó por varias rondas de crítica y redefinición, lista pasa salir a ofrecer un producto o conseguir inversión si fuera necesario. Pero no me lo creas solo a mí: mientras que según varias estadísticas solo un 10% de las startups sobreviven el primer par de años, de las que pasan por Founder Institute, 87% sobreviven por tener bases más sólidas y una red de soporte mundial.

Como parte de las actividades de difusión, tenemos planeados varios eventos, comenzando con uno el próximo miércoles 10 de diciembre a las 19:00 en ThePool.mx. Tenemos invitados a graduados de generaciones anteriores para que cuenten su experiencia y habrá una barra cerveza y mezcal para brindar por futuros éxitos.

Para saber más sobre el programa y registrarse como aspirante, toda la info está en FI.co. Vamos a aprender un montón.

Gracias por nada, INADEM, no te necesitamos

Se armó revuelo por la asignación de subsidios del Instituto Nacional del Emprendedor. Coincido con la mitad de las quejas que circulan por mis diversos timelines:

  • Es vergonzoso que un instituto que nace con el mandato de distribuir ayudas y subsidios para fomentar la actividad económica del país, tenga un subejercicio, así sea del 1% de su presupuesto.
  • El proceso no fue transparente en (casi?) ningún punto. No se conoce qué experiencia/preparación tienen los evaluadores, no hay una indicación clara de los criterios que informaron cada decisión, los comentarios que solo algunas solicitudes recibieron son poco claros.
  • Primó la burocracia sobre la misión del Instituto: muchas de las solicitudes tenían errores o faltantes salvables pero no hubo una ronda de retroalimentación para revisar presentaciones.
  • Darle fondos a Coppel, Sigma, Volvo y hasta Chilim Balam (que ya fue un caso destacado de Endeavor hace unos 10 años) da una idea de lo torcido que estuvo el proceso de regaloasignación de fondos. Pero esto tiene una defensa TAN fácil que no sé por qué no circuló ya (más abajo).
  • El que decidió darle 8 millones de pesos a «Reality: El Emprendedor» es corrupto o descerebrado. En ambos casos, no debería estar trabajando en el INADEM.

Ahora, de todas las críticas que leí estos últimos días, ninguna se acercó a los que creo son los principales problemas que enfrenta el emprendedor digital mexicano cuando busca fondos.

Por alguna misteriosa causa un importante grupo de gente relacionada a emprendimientos digitales se olvidó convenientemente de los mantras que pueblan su día a día («fail fast!», «valida tu negocio», «smart money > just money», etc.) y decidió que el INADEM era su nuevo mejor amigo, hasta que se enteraron de la vil traición.

Estado, gobierno y otras alimañas

Mientras que el Estado es una entidad bastante real, que detenta recursos, derechos y obligaciones, el gobierno es un monstruo efímero, compuesto por una horda de maleantes que solo viven para alcanzar ese sueño, contratados por el capricho y la conveniencia personal de masas iletradas para tomar decisiones sobre los recursos, derechos y obligaciones del Estado, cosa que perpetran con todo desparpajo, conscientes de una impunidad total.

¿Es ese el «socio» ideal que necesitas en este momento -frágil- de la vida de tu startup?

Leí una cantidad importante de tweets diciendo cosas cercanas a «El presupuesto del INADEM es de todos nosotros, que lo repartan bien». Nada más lejos de la realidad. El Estado es una entidad absolutamente separada de los ciudadanos (o intenta salir de la cárcel diciendo «Yo pagué por esta puerta, denme una llave») y, una vez tomada una decisión sobre el presupuesto, esta se ejecuta -bien o mal- guste a quien le guste.

Supongo que muchos eran conscientes que el Estado Nacional no se convertiría en socio minoritario de mitaquito.ly, pero igual pidieron fondos. Creo que podrían haberse ahorrado horas y horas de conferencias sobre cómo conseguir inversores en tu espacio o co-founders con plata, resumiéndolo solo a «a caballo con presupuesto regalado no se le miran los dientes». Hay varios narcos que quieren lavar plata a toda costa, quizás ahí haya plata fácil también.

Zombie startups y otras desgracias

Un día me espetó un emprendedor «Llevo 5 años tratando de desarrollar mi portal turístico y nadie me da dinero». Al preguntarle hasta dónde había llegado y dónde se había trabado, me mató «Si me dan la lana, lo hago». Quedó un poco molesto cuando le dije que si en 5 años no había tentado al socio financiero quizás sus ideas eran un poco estúpidas y no le interesaban a nadie.

En los años que llevo observando el mercado, conociendo gente, aconsejando a algunos, financiando a otros, me topo con los mismos nombres una y otra vez. Proyectos que nacen con la convocatoria de un «concurso de startups» y después pasan a incubadoras 1, 2 y 3 mientras tratan de conseguir algunos clientes y sueñan con alguien que por fin les ponga un maletín de dinero en la mesa para poder cobrar sus sueldos atrasados dos años.

Esto no debería ser sorpresa para nadie, pero son MUY POCOS los que llegan a la incubadora 3 sin divorciarse antes, y todavía son menos los que terminan convenciendo a un angel investor o micro-VC para que apueste unos $200,000 en ellos «para escalar, no para subsistir».

¿Cuánto estarías dispuesto a apostar en contra de que una amplia mayoría de las startups digitales que pidieron plata del INADEM no logran convencer a clientes ni a inversores post-incubadora de ponerles plata, entonces salen a agarrar lo que caiga?

Outliers y otros bestsellers

A los emprendedores digitales nos gusta presentarnos como tipos «distintos». Gente que trabaja para cambiar el mundo, aunque el camino elegido sea un clon de otras empresas ya exitosas. Somos raros, somos cultos, estudiamos hasta la exasperación la mejor manera de hacer café y cuando se presenta un nuevo lenguaje de programación, ya lo usábamos desde antes que naciera su creador.

Cuando el emprendedor digital piensa en un problema y su monumental intelecto pergeña una solución cándida e innovadora, muchas veces resulta incomprendido, teniendo que luchar contra innumerables adversidades con tal de que su idea vea la luz (y cambie el mundo, que es lo que todos los que fundaron cuponeras querían). Su madre no entiende por qué no trabaja en algún lugar más comprensible para sus compañeras de bingo, su padre jamás le perdonará que no se haya hecho contador y su novia se está empezando a cansar del olor a ombligo añejo que emana cuando se levanta de un hackathon de 36 horas sentado.

Ese personaje y su cuidada imagen personal, fruto de incontables A/B tests realizados en eventos de emprendedores, es quien fue a pararse frente al INADEM a pedir dinero.

Al más grande minimocomundenominadorizador del país, fue a presentarle su proyecto «rarito» y a decirle que quería plata de todos los mexicanos para poder subsistir un rato más y no estudiar contabilidad como los Godinez del mundo, con perdón de los presentes, honorables evaluadores burócratas divinos asalariados culeros.

Y acá se explica perfectamente por qué es un poco más fácil para los Coppel, Sigma y Volvo del mundo conseguir esta plata: porque en general, se va a convertir en sueldos. Empleados declarados, fiscalizables, jubilables y rastreables que pasan a formar parte de la tan deseada «formalidad», cosa que coincide bastante más con el objetivo general del Estado de generar mayor bienestar y orden a la población, que 3 chicos armando el próximo «AirBnB, pero para paquetes de kleenex a medio usar» que necesitan comprar AdWords.

Agujeros negros y otras oportunidades

Creo que está claro por qué creo que el INADEM puede hacer poco por el «ecosistema» de startups internéticas mexicanas (más allá de disparar fajos de dinero), pero esto no significa que ese ecosistema tenga todo resuelto. Nada más lejos.

Recién acaba de poblarse el sector de incubadoras/aceleradoras y eso Es-Algo-Bueno. El problema es que entre los $40,000 a $50,000 dólares que pone una incubadora y el millón que pone un VC «serio» en una startup mexicana, no hay nada (y están abiertos los comentarios para que me saquen de mi error). Saltar de una incubadora a otra es una anomalía que muestra que tanto los tiempos de este mercado son más lentos y los montos disponibles en cada nivel no terminan de cubrir todo el espectro.

Todavía no termino de descifrar cuál es el factor central que ocasiona esta ausencia de inversiones entre $150,000 y 250,000 que servirían para tomar un negocio presumiblemente evaluado, estabilizado y orientado dentro de una incubadora y hacerlo crecer durante un año o dos. No sé si el costo de administrar esas inversiones es demasiado alto o si la idiosincracia del inversor mexicano tome esos montos como una apuesta demasiado grande para un proyecto tan poco probado.

La buena noticia es que un boleto de avión a San Francisco cuesta unos $600 y allí hay HORDAS de inversores que se ocupan específicamente de este segmento, les sobra la plata y están ansiosos por escuchar tu pitch… a menos que no sea TAN bueno, pero ese es tema para otro post.

Los inversores de ese rango no van a aparecer antes de Navidad, ni este año ni el próximo. Lo bueno es que YA HAY EN MÉXICO un segmento de inversores que pueden tomar la antorcha y marcarle el camino a los cobardesque vengan: las mismas incubadoras. ¿Quién está mejor capacitado para analizar la viabilidad y el futuro de un proyecto que quien lo hizo realidad? ¿Qué mejor señal necesitan los inversores «grandes» que una segunda apuesta por parte de quien conoce las tripas de un negocio?

¿Qué mejor filtro para el resto del mercado que una incubadora diga NO y «gradúe» a un proyecto sin ponerle dinero adicional? Nos libraríamos de muchos zombies, por fin alguien cumpliría con la máxima de «fallar rápido e informativamente», habría jóvenes entusiastas que en lugar de agonizar 3 años quemando dinero de incubadoras, estarían disponibles para dedicarle energía a proyectos nuevos (y ellos serían los «veteranos» del circuito incubador).

Conclusiones y otras muestras de pereza intelectual

  1. Por favor comienza a mirar otros ombligos: «Emprendedor» para el Estado mexicano no significa exclusivamente «tipito levantando una startup de la nada».
  2. Por favor date cuenta que si nadie (ni el Estado benefactor!) quiere poner plata en tu proyecto, puede no ser tan interesante (o escalable, o generador de empleo, o a largo plazo) como te parece.
  3. Es bueno que exista el INADEM. Si no empiezan a hacer este tipo de desastres cuanto antes, jamás estarán en condiciones de hacerlo verdaderamente bien en unas 8-10 iteraciones.
  4. Lo cual no significa que tenga que ser bueno PARA TÍ. En general «disrupción», «innovación», «desintermediación» y otros neologismos que se recitan en eventos y prensa adictaespecializada, no le hacen cosquillas en el lugar correcto a los funcionarios que tienen que leer demasiadas solicitudes en tan pocos días.
  5. Ni está tan cool que le pidas subsidios al Estado para alargar la agonía de tu sueño guajiro, ni se debería ver bien que pases por 500 incubadoras (see what I did there?) antes de pasar al segundo nivel, sea avanzar o morir.
  6. Las incubadoras están en una posición privilegiada para dirigir la primera ronda/segunda vuelta de capital «serio» a los proyectos que valgan la pena, reduciendo la incertidumbre y abriendo el juego a otros participantes del mercado.