La mayor parte de las veces, cuando me refiero al personal de un call center, suelo decir «los robots del call center».
No es nada personal, esos chicos tienen que trabajar de algo; es más en contra de las pobres decisiones que toman las empresas cuando arman sus espacios de contacto (ver la experiencia en primera persona de Edgar). Se lo digo a mis clientes: «Cuando llamé a tu call center y me atendió el robot, no sabía hacia dónde correr». Se lo dije a mi -entonces- empleador, Santander: «Todo funciona perfecto hasta que ha que llamar a Superlínea, ahí los robots la cagan».
Ayer uno de los momentos cúlmines de mi «conversación» con Cablevisión ocurrió más o menos así:
–Mi problema es que yo pago puntualmente con débito automático el primero de cada mes, y si por alguna causa eso no ocurre, me cortan velozmente el servicio. Pero no se me ocurra reclamarles que me entreguen efectivamente el servicio que me prometen, porque me quedo sin respuesta y tengo que andar persiguiéndolos y esperando 40 minutos por llamada -dije, casi sin respirar.
–Su fecha de cargo no es el primero del mes, si quiere revise su recibo para que vea que no es el primero -dijo Marco Antonio, completamente sobrepasado por una situación que, según mi experiencia, parece ser habitual.
Vomité fuego un rato largo después de eso. Hoy le hago reverencias a Seth Godin: Should you fire the voice mail guy? La respuesta es sí.