Hay que andar despacio,
porque si no, el alma se cansa.
Si el alma se cansa, no brilla.
Si no brilla, no se puede ver desde arriba.
Y si no se ve desde arriba, Diosito no te puede cuidar.
–Sabiduría de una madre toba de Chaco, Argentina. Me lo contó «la Pili», que es una genia, y está escuchando a Radaid.