Ahora CTI se llama Claro y ni siquiera registra el software que usan para hacer spam.
Entiendo que no es «la manera oficial en que la compañía hace negocios» (esperemos), sino un caso de exceso de iniciativa por parte de Alfredo Chiro, el (ir)responsable del mensaje que recibí.
Señores de Claro: por favor establezcan una política clara de comunicación. Tómense un par de minutos para explicarle al equipo qué es el spam y por qué es malo. Tomen una porción de su presupuesto de comunicación y páguenle a una agencia seria de marketing digital. Compren software, aunque no particularmente Atomic Mail Sender.