El viernes pasado fue el acto de cierre de Genera, un proyecto que durante 10 semanas incubó a 10 emprendimientos tecnológicos mexicanos de excelente nivel, que ese viernes tuvieron oportunidad de presentarse formalmente frente a inversores potenciales, recibiendo merecidos aplausos y críticas.
El evento en general brilló, las presentaciones fueron muy buenas, con sorpresas incluso para mí, que participé en el proceso de incubación y conocía a los equipos.
Dicho eso, los dos esbirros que mandó el Gobierno del Distrito Federal (ellos pusieron los fondos para el proceso de incubación) a participar en el evento dieron vergüenza:
- El representante de la comisión del Bicentenario, Bi100, que durante su discurso de apertura dedicó dos tercios del tiempo a dejar bien claro que «él no iba a hablar del derroche manifiesto que perpetra el gobierno federal en las festividades del Bicentenario, ni iba a mencionar la contratación escandalosa de un australiano para deslumbrar a los mexicanos, etc, etc, etc».
Burdo. No estaba hablando frente a una sarta de acarreados.
Su función en el evento era ensalzar a los jóvenes soñadores y proactivos que estaban ahí para mostrar que hay otro México, lejos de las riñas partidistas (btw, vivir donde el gob. federal concentra la pirotecnia te permite ahorrar un poco, pero el Bicentenario se considera «obra pública», verdad? Alimenta muchas bocas y bolsillos, sospecho).
¿O acaso el dinero destinado a Genera no fue para promover la cultura emprendedora, sino el equivalente a la compra de una página en un diario? Un espacio rentado para bajar línea, frente a cualquiera, a cualquier costo.
Por mí, quédense con plata y mensaje, no son necesarios para mostrar que sí hay un México distinto. Frente a los proyectos de Genera, no es necesario hacer esas payasadas para generar contraste. - Otra luminaria: el perrito entrenado que mandaron de la Secretaría de Medio Ambiente.
Profiriendo joyas como «En México hay agua, no hay riesgo de que falte, cualquier cosa que digan en contrario es mentira» o «Quizás a la gente no le importa si no tienen agua», el tipo demostró las peores consecuencias del embrutecimiento que conlleva pasar de la esfera profesional a la política.
Por el aspecto, es un niño bien, probablemente educado en altas escuelas. No parece animal de mitin, repartidor de despensas, pero actúa como uno. Debe pensar que repetir a ciegas el mensaje que le mandaron repetir cuenta como parte de su trabajo.
Quizás la Secretaría de Medio Ambiente cree que los proyectos para ahorrar agua corriente o recolectar agua de lluvia son superfluos en una ciudad que se ahoga en verano y se muere de sed en invierno.
Es más, me gustaría saber qué estudios/evidencias tiene la dichosa Secretaría para afirmar, en boca de su vergonzoso exponente, que a la gente no le importa que falte agua en su casa. ¿Será por eso que no hay agua corriente para todos en México DF?
Triste destino del politiquero cuando está fuera de su elemento. Todo ese discurso sordo y onanista no resuena en el mundo pensante.