Perdidos en JFK o cómo Delta me ahorró una úlcera

Aterricé (bah, en general es el piloto el que se encarga de eso) en New York con Delta y 4 ó 5 controles de seguridad después, me encuentro buscando el vuelo de conexión en una pantalla que me lo mostraba, pero no decía dónde pescarlo.

No problemo, faltan 4 horas, a dar una vuelta, buscar wi-fi service y a comer algo.

Ooootra pasada por los monitores, Alitalia 258 existe, pero no sabemos dónde.

Como sospecharás, cometí un error de principiante: estaba en la terminal incorrecta.

Insultos (en inglés, para que ninguno de los 435645756784562345 latinos que trabajan en JFK entendieran) y algunos ataques de ansiedad después, nos encontramos frente a un mostrador de Delta preguntando: ¿no alcanza con 40 minutos para llegar a la terminal 4? a un tipo que miraba su reloj e insistía en negar con la cabeza.

Y apareció un ángel que llamó a la terminal 4. Y nadie respondió.

Probablemente fue nuestra cara de desconcierto y sincera autoflagelación, o quizás fue para no volver a verse envuelta en nuestro aliento «Gorilla natural», pero nos encontró dos asientos en un vuelo que salía en 5 minutos de la puerta donde estábamos. Por Delta.

Llegué a Roma 5 minutos antes de lo previsto.

Gracias, Delta.