El Come-patas, la Bestia

Mi amigo Daniel me contó la historia del tren que come piernas y brazos derechos.

El tren Chiapas-Mayab viaja desde la frontera mexicana con Guatemala hacia el norte, adentrándose al territorio mexicano, acercándose a la frontera de Estados Unidos.

"Acercarse" parece ser carnada suficiente para miles de centroamericanos que esperan cerca de las vías, para treparse al tren y soñar que viajan a una vida mejor sin pagar boleto.

Muchos de estos miles, debilitados por falta de comida, agotados por el viaje, dormidos en el techo de un vagón, se caen del tren, o no alcanzan a subirse.

A veces, por más despiertos que estén, caen a causa de asaltantes que suben al tren a despojar a los migrantes (que se llevan las últimas monedas para sobrevivir cuando lleguen a su destino soñado). Otras veces, caen escapando a inspecciones de rutina o ataques de los mismos empleados de la compañía ferroviaria.

Hay una estadística curiosa: por la forma de subirse, por la forma de aferrarse para evitar caídas, por lo que sea, en general son las piernas y brazos derechos los que resultan amputados.

Los campesinos encuentran cuerpos a medio desangrar a lo largo de la vía, y si hay suerte, los llevan a "La casa de los lisiados": el albergue de Jesús el Buen Pastor, donde todos los días Olga Sánchez los alivia y les consigue prótesis y medicamentos.

Los que lo ven venir, le dicen "La Bestia", los que lo ven irse, le dicen "El Come-patas". Ninguno de los apodos logra disuadir a los que se acercan, fascinados por mil kilómetros menos que penar.

The train the eats right legs

There’s a train going from the southern mexican border to the north for a thousand miles. Illegal travelers from Central America try to get on it, jumping on from the tracks, to shorten the trip to the US border.

Lots of desperate immigrants are too weak -or too tired- to get safely on the train, even to stay on once they succeeded on the first step. Then they fall. Then the train severs limbs, mostly from the right side.

When they don’t die, peasants take them to the "Jesus the Good Shepherd" shelter, where a dedicated woman, Ms. Olga Sanchez, provides care, medicines and prosthetic limbs she obtains from Switzerland and the United States.

They call the train "The Beast" and "The Leg Eater". None of the names seems to tame the hopes of the desperate immigrants that keep feeding it.