Hotel Averno

El sábado pasado tuve una near-death experience tratando de ir a visitar a unos amigos que pasarían una noche en el hotel Fiesta Inn de Boulevard Puerto Aéreo en México DF. Venían de Córdoba, Argentina hacia Tulum, y les convenía dormir un rato en ese hotel antes de pescar su vuelo de conexión.

A veces, cuando me ilumino, soy un tipo previsor. Cuando salí de casa (agotado después de un día de mudanza -aclaración para ir estableciendo precedentes), averigüé el número del hotel y llamé para verificar que mis amigos hubieran llegado. No se habían registrado todavía, pero yo ya estaba en camino, así que le pregunto a la robótica, pero amable telefonista si me podía dar indicaciones para llegar hasta el hotel usando la principal vía de acceso al Aeropuerto de la Ciudad de México.

Para mi absoluta sorpresa, me tuvo que transferir con otra persona para que me indicara cómo llegar. No sabe cómo llegar a su lugar de trabajo?

Al hablar con quien me transfirió, me dio indicaciones vagas, pero que asumí suficientes. El hotel está sobre el lado contrario que uno (y media ciudad) usa para llegar al aeropuerto, y hay que pasarse del acceso al aeropuerto, salirse a la lateral y dar vuelta en «U».

Imposible.

Seguí las instrucciones al pie de la letra, y quienes conozcan México DF estarán conmigo, terminé manejando 20 minutos sin tener manera de volver sobre mis huellas para acercarme al hotel. Pedazo de hijo de puta. El tipo se llama Litwin, Ludwig o algo por el estilo

Algunas entre las grandes avenidas en México tienen vías de metro-subterráneo-ferrocarril urbano en medio, lo que hace prácticamente imposible cruzarlas, salvo en ubicaciones selectas, vía puentes o túneles. Esto también sirve para descomprimir el tránsito, ya que con menos bocacalles se puede avanzar de manera más fluida, pero es una cagada si no es exactamente donde uno debe estar.

Este fue exactamente el caso. Circulé por siiiglos junto a las vías del metro hasta que pude pasar por debajo y volver a donde trataba de llegar.

Para no errarle, y con la esperanza de hacerle el trabajo más fácil al imbécil que me atendió el teléfono, una vez que volví a la avenida que te lleva al aeropuerto, fui derecho a la puerta principal y volví a llamar al hotel: «Estoy en la puerta de llegadas nacionales del puto aeropuerto, cómo carajo llego al puto hotel? Estoy exactamente frente a la puta puerta, del lado apropiado para alejarme del aeropuerto, justo mirando el punto en que la avenida se divide en 3 y al medio lleva a ‘Viaducto/Zaragoza’. Para dónde acelero?».

-«Perdón, tengo que transferirlo.» Hija de mil putas, quién te lleva al trabajo, Scotty en el teletransportador? Otra vez Litwin, Ludwig o como mierda se llame: «Vaya por el medio y la calle lo deja frente al hotel.» Y yo: «Sí, el hotel se ve desde la avenida, pero me parece que está a la mitad del puente al que me voy a subir.» Y Litwin: «Sí, pero la calle lo deja bien. Ya hablé con Ud. antes, no?»

Listo, ya con todo el mapa ordenado, arranco otra vez, agarro el medio de la avenida, me subo a uno de los tentáculos del puente y me pego a la derecha, dispuesto a escaparme en la primera salida, y lo hice.

La primera salida te deja exactamente después del hotel. La única calle que se puede tomar pasa por el costado de varios galpones y estructuras industriales, que se ven cada vez más oscuras mientras uno avanza. Toda calle que parece permitir llegar al hotel por detrás, es en sentido contrario, y nos vamos adentrando en el Bronx, como en la fatídica escena de «La hoguera de las vanidades».

Después de mucha vuelta, reductores de velocidad diseñados para partir el chassis de lo que se les enfrente, paisajes desolados, mezcla de Mad Max, Somalía en guerra y malas películas clase B, llegué al hotel.

Ahí empezó la segunda parte de la vergonzosa experiencia. Uno entra al hotel y nadie se da cuenta. La gente de la recepción hace severos esfuerzos para no establecer contacto visual con quienes se acercan al mostrador y sólo reaccionan ante un estentóreo saludo que ya desarrollé a fuerza de apuros.

Mis amigos no se habían registrado aún, probablemente su vuelo estaría atrasado, o algo por el estilo. Mirando alrededor descubro un espacio sugestivamente etiquetado «Lobby Bar» y allí voy con Barbie a relajarme un poco y reponerme del brutal cansancio que tenía a esa hora (alrededor de las 11:00 pm).

Barbie tenía frío. Sí, en el hotel del infierno, tenía frío. Tuvimos que hacer un poco de acrobacia para lograr que la mesera de turno se diera cuenta que estábamos sentados a 3 metros de donde ella estaba. Y que éramos los únicos imbéciles sentados ahí. Y que no éramos transparentes. Queremos una carta. Carta no, las comidas se sirven en el restaurant. Y una carta de bebidas? Tampoco, tenemos lo standard: brandy, ron, whisky, vodka, etc. OK, queremos café. No, café no, eso es de restaurant. «Esto es un bar, no servimos café». Ojalá mueras lenta y dolorosamente.

A esa altura yo quería huír. Que los amigos se caguen. Que disfruten Tulum y me manden postales. Pero no, Barbie quería verlos y teníamos que hacer tiempo.

Vamos para el restaurant. Buffet o a la carta? A la carta (por Dios, que alguien me atienda un poco!). Spaghetti a la bolognesa y al burro, y aparte me antojé con unos tacos de pollo. Agua mineral de un lado, Coca Light del otro. A los 5 minutos, vuelve la mesera: «No tenemos más tortillas de maíz, los tacos de pollo pueden venir con tortillas de harina de trigo?» Sospecho que deben quedar como la merde, pero bueno, que vengan como puedan.

Otros 5 minutos: «Ahora sí que le voy a quedar mal. No tenemos spaghetti.» Alguien puede creerlo?

Pedí la cuenta y salí corriendo de ese lugar madito. Me fui a una taquería y comí como un descosido.

A la 1:00 AM del domingo estaba en cama, con la panza llena y el secreto deseo de enterarme en las noticias de la mañana que un meteorito había borrado al hotel del mapa.

Mis amigos no pudieron viajar, y nos mandaron mail el sábado a la mañana. Con la mudanza no nos enteramos y con el cansancio tampoco pensábamos claro.

Aprendizajes:

  1. Los mexicanos se quejan de tener mala imagen en el exterior. México DF es una ciudad hermosa, pero si a los viajeros de paso les muestran los alrededores del hotel, la imagen que se llevan es un asco.
  2. Los mexicanos se quejan de tener mala imagen en el exterior. México DF es una ciudad hermosa, pero si por casualidad te toca alojarte en ese hotel de mierda, te arruinan el viaje.
  3. Si eres un amigo, y pasas unas pocas horas en México y yo me estoy cambiando de casa justo ese día, por favor no insistas en verme. No vale la pena el esfuerzo.
  4. Si eres un amigo, y no me preguntaste nada, ni leíste esto y tu agente de viajes te consigue habitación en el Fiesta Inn del Aeropuerto, incendia su casa y desuella a sus hijos.
  5. Si eres empleado del hotel, abre tus ojos en el trayecto al trabajo. Pequeñas cosas como esa pueden mejorar la imagen de la empresa donde trabajas, y, comparándote con los retardados de tus compañeros, hasta podrías tener un ascenso.
  6. Aún mejor: si eres empleado del hotel, y aún estás en condiciones de leer esto y contar hasta 10 sin ayuda, renuncia antes que sea demasiado tarde.

10 thoughts on Hotel Averno

  1. Me he divertido u rato leyendo tu experiencia… Moraleja: hayq ue checar el mugroso mail… 😉

    Saludos…

  2. Hola Vuarnet, juro que no exagero nada, hasta censuré un par de recuerdos de las madres de todos estos personajes.

    Tu moraleja es 100% cierta, pero en algún rincón de mi neurona desgastada sospeché que si pasaba algo raro con el viaje, estos tipos llamarían por teléfono.

    Obviusly, I was rrrrrrrrrong! 🙂

  3. Hola Andres

    Divertida tu anécdota del hotel. Creo que los mexicanos desarrollamos ciertas habilidades para lidiar con el caos que nosotros mismos provocamos…pues que yo tambien habia tenido que llegar a ese hotel sola y sin conocer el rumbo pero gracias a ese «instinto» nefasto no me paso lo mismo que a ti jajaja…

    En fin, tu nombre lo encontré citado en un blog que a su vez citaba un articulo de la revista expansion. Parece ser que tu tienes un buen conocimiento de la comunidad y me gustaria contactarte para que si es posible me hagas unas recomendaciones…o una publicacion…que se yo, veamos las posibilidades.

    Por cierto que por más que busque como mandarte un email en el blog sin que fuera traves de un comentario me desespero …no hay forma o si?

  4. Hola Nadia, con gusto me pongo en contacto contigo en instantes.

    En el disclaimer y en mi resume hay maneras de conectarse conmigo, voy a ver si pongo alguna alternativa más obvia.

    Saludos.

  5. yo estuve en ese hotel creo que mas (poco) tiempo que tu, y no se por qué razón pero yo puedo decir todo exatamente lo opuesto a lo que vos decís!

  6. Semidios, calculo que estaba MUY mal predispuesto en el momento en que llegué al hotel. Eso ayuda para que la imagen del momento sea más negativa todavía.

    Analizándolo con un poco de distancia, los tipos atienden mal. Quizás no tan catastróficamente como para que el universo haga implosión ahí, pero si alguien les manda un mistery shopper, van a quedar MAL.

  7. excelente relato..cai aca de casualidad y es lo mas parecido a Sin City que he leido… muy entretenido!

  8. Tienes una narrativa sumamente divertida. Tu texto no es ni chocarrero ni fresa queriendo hacerse el chistoso -como suele ocurrir cuando se ensaya en un texto de este tipo-, sino está en el justo medio.
    En cuanto al fondo del asunto, habría muchas cosas que decir, pero ante todo quiero destacar lo bien que relatas.

    Un aficionado a las letras.

  9. Eso te pasa por ir en carro, recuerda que la mayoria de empleados no tienen carro y viajan en transporte publico, es por eso qeu no saben como llegar a su lugar de trabajo, si tu les preguntas, como llego al hotel x? ellos te diran tomas la linea fulana y te bajas en tal estacion tomas el microbio y te bajas, caminas y listo. Algo asi te responderian. saludos

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